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La navaja cortaba con destreza pedazos del duro pan que le habían entregado horas atrás. Pedazo que cortaba, pedazo que se llevaba a la boca. El hambre se había apoderado de Fati y de su estómago.

Tuvo suerte, se repetía a sí misma, de encontrar una navaja en aquella bolsa que le entregaron. Un arma versátil que puede rajar desde una tira de tela hasta una garganta.

De todas maneras, la mera idea de matar le revolvía las tripas. Se creía incapaz de matar a una simple mosca y ver la sangre chorrear le daba arcadas. En conclusión, asesinar no era una opción viable.

Sus pensamientos se disolvieron cuando escuchó dos disparos en la lejanía, uno detrás del otro. Aproximadamente cinco minutos después escuchó un último tiro, que hizo que un grupo de pájaros saliera volando de los árboles, asustados por el ruido. Fati palideció.

Tras esto, vagó por la costa de la isla aún sabiendo que estaba a tiro de cualquiera que quisiera hacerle daño, pero en aquel momento solo pensaba en aquella joven de pelo largo y curvado que la había encandilado desde el inicio del curso. Su nombre era Rim Morgan.

Rim era una chica ejemplar delante de los profesores, pero en el interior era graciosa y amante de la moda, las bromas y era muy sociable, justo al contrario que Fati, que solo contaba con la amistad de Sofi.

¡Cierto! ¿Dónde diablos estaba Sofi?

Si podía confiar en alguien, esa definitivamente era Sofi. Le apasionaba pintarse el pelo de los colores más llamativos posibles, el negro era sin duda su color predilecto de ropa y amaba usar botas con la mayor plataforma posible. Era un dúo... curioso.

Fati deseaba toparse con alguna de estas dos chicas. Estaba segura de que Rim no la atacaría. Ella era demasiado buena persona... O eso le hacía creer su fachada. Y a Sofi la seguiría hasta el fin del mundo.

Siguió pateando un buen rato por la orilla hasta bien entrada la noche, cuando decidió esconderse adecuadamente. Se metió en una zona boscosa no muy lejos de la playa, se tumbó en el suelo y se cubrió el cuerpo de hojas. Colocó la navaja entre sus dedos con decisión y agachó la cabeza para camuflarse totalmente.

Ahora solo le tocaba esperar.


₊˚ʚ ᗢ₊˚✧ ゚.


La joven despertó con los primeros rayos del alba. Durante la noche nadie la molestó, ni siquiera algún animalillo silvestre. Se plantó, se sacudió la tierra y las hojas que se habían adherido a su cuerpo y entonces se apoyó debajo de un sauce a reflexionar y pensar cual sería su próximo movimiento. Estaba barajando varias ideas: a) acampar allí más noches esperando que nadie la asesinara, b) buscar compañía aunque fuera del morboso de Ori, c) quitarse la vida.

Sin duda la última opción sería la más rápida y eficaz para escapar de aquella situación, pero no podía hacerlo. Tenía que ver por última vez a Rim, aunque fuera solo por un instante. Debía confesarle lo que sentía por ella desde hacía meses.

Quedarse a solas la atemorizaba. Y mucho. Así que tampoco se lo podía permitir. Había llegado la hora de irse de aventuras.

Nada más salir del bosque, Fati se adentró en una zona fangosa, que le empapó las zapatillas de barro. La joven resopló para sus adentros. Odiaba el campo con toda su fuerza. A parte de que ella nació en Tokio, y por tanto es una urbanita, nunca se había ensuciado las manos ya que provenía de una familia extremadamente rica.

Su padre (del sur de Marruecos) y su madre (de Hokkaido, Japón) dirigían una agencia de Idols del Kpop llamada CVM (Comercial Vibes Moroccan), por lo tanto, desde niña, Fati había tenido el privilegio de conocer a grupos de Kpop como BlackPink o BTS. Incluso, su apellido (Hirai) no provenía de ninguno de sus padres, sino de la famosa cantante Momo Hirai, quien la cuidó durante su niñez mientras sus padres trabajaban. Desde niña, Fati aprendió a hablar árabe, japonés, swahili, coreano, tailandés, inglés y años más tarde cuando tenía 8 años y se mudaron a España aprendió castellano. Fati adoraba los insultos en castellano.

Recordando su pasado, Fati se topó con una huellas marcadas en el fango. Eran hondas y se dirigian hacia una dirección. La chica alzó la mirada y en aquel momento lo vio: el cuerpo sin vida de Ori. Ella ni se atrevió a acercarse. Ya había visto suficiente sangre desde lejos. 

¿Quién sería tan despiadado para matar a algún compañero de clase?

Dio media vuelta y caminó con rapidez mientras se tapaba la boca intentando no vomitar, llorar y chillar al mismo tiempo.

La joven ya había emprendido su marcha cuando tropezó con otro rastro de huellas, muy diferentes a las anteriores. La marca era considerablemente más grande que la otra y mucho más onda. Fati reconoció esas huellas con euforia. Obviamente Sofi se había traído su par de botas a la isla. Sonrió para sus adentros.

Ya sabía por donde continuar.

QUEDAN 13 ESTUDIANTES






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⏰ Última actualización: Sep 27, 2022 ⏰

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𝐁𝐚𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐑𝐨𝐲𝐚𝐥𝐞 (Koushun Takami) MADE IN SPAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora