Capítulo 8: you're not sorry

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Alicia tenía su mirada fija en el efecto que hacía el giro de la cucharilla en su café descafeinado mientras seguía dándole vueltas a lo que vio anoche. Había dormido poco pues su cabeza no le dio tregua haciendo mil teorías sobre aquella foto y, sobre todo, sobre el por qué su amiga actuaba así.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de los zapatos de Raquel resonando por el pasillo. Entró en la cocina con una cara de completo cansancio y le dio una sonrisa que apenas llegó a sus ojos.

—Buenos días. –Dijo llenando un vaso de agua antes de meter una cápsula de café en la máquina. Se sentó a esperar en la mesa que allí había y descansó el rostro entre sus manos.

—No parecen muy buenos. –Comentó la pelirroja tomando asiento frente a ella–. ¿Y esa cara?

—No he dormido una mierda. –Suspiró Raquel–. Toda la noche con el run run. Que si Sergio por aquí, Alberto por allá.

—Normal, tía, no todos los días engañas a tu marido con tu crush. –Bromeó Alicia.

—¿Con mi qué? –Frunció el ceño la rubia mientras recogía una taza y se servía el café.

—Con tu crush. Tía, algo así como tu amor platónico, no me seas antigua.

—Sergio no es nada de eso. –Puso los ojos en blanco antes de tomar asiento de nuevo en la mesa.

—¿Y qué es? –Alicia decidió empezar a encontrar respuestas a las preguntas que rondaban su cabeza desde la noche anterior.

—Alicia...

—¿Qué? Vamos, Raquel, esta noche sin dormir te habrá servido para algo ¿No?

—¿Te ha servido a ti?

—Yo no he dicho que haya estado toda la noche sin dormir. -Alicia guiñó un ojo a su amiga.

Tras un par de segundos en silencio, Raquel respondió a la primera pregunta que había hecho su amiga, la cual no le había salido bien tratar de desviar.

—Pues... No sé, no sé si me ha servido, sinceramente, no lo sé. –Dijo Raquel pensativa–. Quiero pensar que lo que pasó con Sergio significó algo, que pasó para que me diera cuenta de la realidad de mi matrimonio, pero llegué a la conclusión de que simplemente se me fue de las manos.

—¿Por qué Sergio? –Indagó Alicia.

—¿Qué? –Frunció el ceño sin entender por qué de repente su amiga estaba tan interesada en eso.

—Sí, quiero decir, no sé, conoces a Sergio hace un par de semanas y ya estás así.

—No estoy de ninguna forma.

—Ya, claro, y yo soy rubia. Es como si os conocierais de antes, es muy raro que en unos días estés prácticamente enamorada de él.

—No estoy enamorada de él. —Raquel se cruzó de brazos enfadada. Odiaba que su amiga le repitiera aquello que su cabeza no había parado de gritarle en toda la noche–. Y él... pues porque es él.

Se mordió el labio ante las palabras que había dicho. Era la primera vez que admitía que Sergio era mucho más para ella de lo que quisiera pensar. Era él quien había estado ahí desde el primer momento, era él quien la escuchó, quien la abrazó. Era él.

—Es él –Repitió Alicia–. Así que por eso todo esto ¿No?

—Si. –Suspiró la rubia levantándose para dejar la taza en el fregadero–. Pero bueno, no es momento para hablar de esto, tenemos trabajo.

Raquel salió de la cocina dejando allí a una Alicia con los ojos muy abiertos. Las piezas en su cabeza empezaban a juntarse y eso provocó que desconfiara de su amiga ¿Por qué Raquel estaba haciendo todo eso? ¿Cuál era el propósito?

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