Motta, el gato negro...
Ese soy yo, mamá dice que soy el gatito más bonito del mundo, pero es porque me quiere mucho, lo sé, pero no estamos acá para presumir mis cualidades.
Vivo en una casa pequeña pero linda, dos casi hermanos Tommy y Pellussa, ¡que puedo decir! y la humana como ellos la llaman, es ¡la mejor mamá del mundo!, es linda, me alimenta, me consiente, y me deja subir a la cama.
Es una buena vida, tengo comida ilimitada, agua y un arenero limpio todo el tiempo, mamá me consiente dos veces al día, y además, a veces me da carne en lata. Eso mis queridos, ¡es lo mejor del mundo!
Pero no siempre fue así; como en todas las historias, para llegar a una buena vida primero se deben superar grandes tormentas.
Nací en el patio de una casa muy grande, recuerdo a mi mamá maullar muy fuerte, cuando la humana de aquella casa me metió junto a mis tres hermanos en una caja de cartón, eso es lo último que recuerdo de mi verdadera mamá.
Hubo un momento en que se oían muchos ruidos, desconocidos para mí hasta ese entonces; estaba junto a mis hermanos en una caja, a la cual solo le entró un pequeño destello de luz por los orificios de la tapa, asustados, pedíamos auxilio con todas nuestras fuerzas; de repente un humano abrió la caja y nos vio con ojos de piedad, recuerdo que solo dijo "pobrecillos" y al poco tiempo estuvimos rodeados de humanos, el primero en llegar se llevó a uno de mis hermanos, y así, poco a poco, se los llevaron a todos.
Llego la noche y hay estaba yo, solo, bajo la lluvia con frio y hambre, preguntándome
¿Porque los humanos no me llevaron? Pensé que tal vez habían llegado muy poquitos, tal vez cuando saliera el sol vendría mi humano.
Salió nuevamente el sol, pasaron muchos humanos y me vieron, pero ninguno me llevo; nuevamente salio la luna, y no hubo humano para mi.
Tenía tanta hambre y frío que decidió salir de aquella caja, a pesar que los ruidos de los monstruos gigantes de patas redondas me aterraban, me llene de valor y empujó con mis patas la caja, hasta que salí de ahí.
Todo era grande y peligroso, tanto, que corrí tan rápido como pude y me subí al primer árbol que encontré, pues pensaba que cualquier cosa me podría comer.
Pase varias lunas, pensando que era tal vez el más desafortunado del mundo, me daba miedo bajarme del árbol, pero creo que estaba muriendo de hambre, ya ni siquiera veía bien.
Solo recuerdo que estaba tan débil y con tanta hambre que ya no pude sostenerme del árbol y caí al piso; y de repente ¡la vi!, ¡los ojos más bonitos del mundo!, me tomo en sus manos y me levanto. Solo cerré los ojos pensando que iba al cielo de los gatos.
De repente vi a un humano de bata blanca, con una aguja que dirigía hacia mí, ¡no lo entendía! solo me queria lastimar y yo no le habia hecho nada; pero de repente otra vez la vi; en sus ojos podía ver su preocupación, y escuchar cuando le pregunto al humano ¿estará bien?, a lo que él contesto sonriendo ¡claro que sí! Solo necesita comer.
Ella me llevo a casa y me dio mucha comida, comí tanto que recuerdo que mi pancita tocaba el piso, y mientras comía ella se sentó al lado mío, observándome, con mirada de compasión y amor a la vez, en ese momento supe que ella era el amor de mi vida.
Todo era perfecto, hasta que me levanto en sus brazos y me dijo "tienes que conocer a alguien". Y entonces los vi, ahí estaban, Tommy un gato grande, viejo y gordo, con pelo amarillo y manchas blancas y Pellussa, un poco más joven, blanco como las nubes en verano, a pesar de tener nombre de gata, en realidad es un Gato.
YOU ARE READING
UN GATO CON SUERTE
Short StoryUna tierna historia que busca mostrar un poco del maltrato que viven las mascotas abandonadas a su suerte en ciudades hostiles del tercer mundo y la estupidez que en pleno siglo XXI aun invade a cierta población respecto a los gatos negros.