II

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II. El lago

Miro el nuevo video que acabo de subir y borro los malos comentarios que hay.

No voy a negarlo, me duele ver comentarios así porque no he hecho nada malo para merecerlos.

Mamá siempre me dice que es parte de la fama, si es así no quiero fama. Odio que todo tenga que ver con ello.

— Deja de eliminar comentarios. Ahora tendrás pocos.

— He borrado los malos — Contesté. Salgo del estudio y voy hacia mi coche.

Esta vez lo he traído para que no me vuelvan a dejar sola. Aparte que me da pereza irme caminando, no quería toparme con nadie.

Pongo mi playlist aleatorio y se reproducen canciones de Arctic monkeys. Está en aleatorio pero mi música casi es de ellos.

Esta vez no me he topado con Jay y me entristeces un poco, pues es el único con el que entablo una conversación, aún cuando me dice cosas que no supero.

"Espero hayas captado la indirecta" Pues claro que la he captado, idiota.

Quería decirte pero no con esa palabra, claro. Yo sólo digo malas palabras cuando agarro un poco más de confianza, aún así, soy precavida con cada grosería.

No tenía ni la más mínima idea de adónde ir. Me fui por el camino más corto, el lago.

Mi lago, podría decirse. Nadie viene a este lugar desde hace mucho, que yo sepa.

Bajo del auto y voy hasta lo más profundo, dónde nadie puede encontrarme.

Veo a lo lejos una silueta, pinceles a los lados y un godete con pintura en él. Mientras me voy acercando, veo la cámara.

La cámara que le he regalado a Jay. ¿Es él? Era obvio, sólo quería preguntar.

— Me das miedo, te queda bien el trabajo de espía.

— Es que ya lo soy, ya soy toda una profesional — Respondo, sentándome a un lado de él, con cuidado de no tocar la pintura.

— Pues yo te he descubierto, profesional no eres — Sonríe y deja la pintura a un lado —. ¿Qué haces aquí? Se supone que nadie viene por aquí, menos una loca que espía.

— No me llames loca, pesado — Pongo los ojos en blanco —. Se... se supone que nadie sabía sobre este lugar.

— Bueno, eso mismo yo suponía.

Y vuelve a sonreír.

Creo que me volví adicta a su sonrisa de lado y a su hoyuelo. Es tan atractivo que ni yo puedo creerlo. Siento que ni siquiera existe y sólo yo me lo estoy imaginando.

— No quiero interrumpir lo que estabas haciendo... puedo irme — Hablo. Jay se ríe, no le veo la gracia pero no quiero cortarle su risa.

— No es tan importante mi pintura. Además, necesito darte clases del cómo espiar, Liv. Liv, ¿puedo llamarte Liv?

Me encojo de hombros. Siempre me han dicho Olivia. Mi padre siempre me llamaba por mi primer nombre, me gusta más Olivia así que nadie sabe ese oculto nombre.

— No necesito clases de espía, Jeremy.

— Mhm...

— ¿Mhm...? — Levanto una ceja.

— Creo que me gusta más que me digas Jay. Eres la única que me dice así.

— Me dijiste que te llamabas Jay.

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