Sabine estaba acomodando la antena de la radio. Varias voces comenzaron a hablar, sólo para ser interrumpidas por la constante interferencia causada por el movimiento de la antena.
—Nueva presentación de la cantan...
—El ejército japonés...
—Mirando al norte, hacia la montaña de mi pueblo natal...
Sabine por fin se alejó de la radio. Lo hizo con extremo cuidado, como si sólo el viento fuera a arruinar la señal. Marinette bajó las escaleras de un salto. Cayó firmemente, pero las plantas de los pies le dolieron un poco. Reconoció la canción al instante y siguió la letra.
—Las lágrimas caen y mojan mi blusa...
Su madre, quien ahora estaba agachada limpiando el polvo de los muebles, mojó su trapo en una cubeta llena de agua. Comenzó a tararear y balbuceó a la par de Marinette.
—Te extraño, cariño, solo hasta ahora. ¡Querido, el amor entre la adversidad siempre es más profundo!
Marinette abandonó el ritmo de la canción e hizo una voz especialmente aguda y cantó colocando una mano sobre su pecho, fingiendo que ponía el alma en ello. Alargó mucho la última sílaba con un tono más y más agudo hasta que se quedó sin aliento.
Cuando abrió los ojos, Kagami estaba a un lado de ella, mirándola con espanto, como si su interpretación le hubiera parecido insufrible. Marinette se aclaró la garganta. Detrás de ellas, Sabine se rio con ganas, meciéndose de atrás hacia delante. Luego agitó su trapo sucio con un tono de regaño, pero sin dejar de reír.
—¿Ves como asustas a Kagami?
Marinette no se avergonzó, en cambio, agarró a Kagami por el cuello.
—Mejor que se vaya acostumbrando, ¡No conseguirá separarse de mí jamás! JA JA—Marinette se rio malévolamente—. Y, si alguna vez se te ocurre irte, cantaré ésta canción tan fuerte que me escucharás donde quiera que estés, y sólo me callaré si vienes a buscarme.
Recargó todo el peso de su cuerpo sobre Kagami y molestó sus mejillas suaves. Kagami puso los ojos en blanco.
Ambas fueron cerca del río, como de costumbre. Compraron algunas golosinas en el camino y las comieron en silencio frente a la puesta del sol. Era domingo, no había escuela ni trabajo. Marinette se relajó entre suspiro y suspiro, acomodando los huesos de su espalda rígida por la posición encorvada mantenida tantos días a la semana por el uso de la máquina de coser.
—Permíteme—se ofreció Kagami mientras tronaba sus dedos, preparándose para deshacer los nudos de sus hombros. Se puso detrás de Marinette y comenzó a golpear su espalda. Marinette no se sintió relajada en absoluto; en cambio, se enfadó un poco y apartó a Kagami con sus filosos codos.
Volvieron a recostarse sobre la tierra. Era un día lento y calmo.
Acomodó su cabeza sobre sus brazos cruzados y miró a Kagami con una sonrisa perezosa.
—Pequeña Kagami, tu cara se volverá sólo arrugas si sigues así—advirtió. Sólo tuvo que estirarse un poco para tocar el entrecejo de Kagami. Kagami hizo viscos para ver el dedo de Marinette sobre su frente. Fue un poco gracioso. Pero incluso para reír Marinette comenzó a sentir demasiada pereza. Su risa fue un breve burbujeo en el fondo de su garganta. En cambio, su bostezo siguiente estiró su boca hasta que su mandíbula tronó un poco.
—Marinette —llamó Kagami.
Marinette se estaba sobando la mandíbula con una expresión reflexiva.
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A Falta de Hilo Rojo [MariGamiAU]
RomanceTiempo correcto, persona correcta y lugar correcto. Tal vez ese sea el amor verdadero. Los personajes pertenecen a la serie animada "Miraculous: las aventuras de Lady Bug" de Thomas Astruc. La imagen de la portada no me pertenece.