Ansu & Irina.

668 27 12
                                    

Me coloco bien el hiyab, las gafas de sol y camino entre la gente, colándome entre los locales. Las banderas de España ondean por la zona en la que camino. Sonrío, siento mi pulso bombear con fuerza.

— Excuse me — giro ligeramente la cabeza, veo esos ojos conocidos, esa mirada comprensiva que tanto me ha acompañado—, sabía que eras tú— sonrío, sus brazos me rodean con fuerza.

— Hola — susurro apretándola, ella pone sus manos detrás de mi cabeza y me acaricia la nuca—, cuanto tiempo.

— Sí... — me dice, nos alejamos un poco—. No lo sabe, ¿verdad? — niego— Bueno...

— ¿Cómo ha estado? — ella suspira, seguimos andando hacia las butacas — O sea, que me espero la respuesta, pero...

— Mal, ha estado mal — suspiro—. Pero... no sé, no ha estado solo, no habla mal de ti, no... — se encoge de hombros—. Te sigue queriendo, no creo que deje de quererte nunca, pero... no sé — asiento.

— Es raro estar aquí sin él — ella asiente.

— Es raro saber que estás aquí sin él, sus hermanos también han venido — asiento apretando los labios—. Todas las estadísticas apuntan hacia ellos, no sé que puede salir mal pero...

— Que yo esté aquí me parece suficiente — río, Ainhoa chasquea la lengua abrazándome de nuevo—. Los franceses también vienen fuerte.

— No tanto como nosotros — sonrío en cuanto ella habla—, un poco de confianza.

— Confío en ellos más que en mi — le digo sincera, sus ojos claros brillan—. Él... no sabe nada — asiente.

— Ya me lo has dicho — me dice—. ¿Quieres que lo sepa? — se me eriza la piel solo con pensar en volver a verlo, a tenerlo a pocos metros de mi, oler su piel y sentir su tacto.

— No, no sé, yo... es egoísta — ambas subimos por unas escaleras—. He cogido el primer avión que había y las primeras entradas que me han aparecido, no he avisado ni a Bels o...

— Mejor — frunzo ligeramente el ceño—, Bels está... rara, se le ve bien con Nico, pero no sé, no me da buena espina... No sé.

— Bels es muy egoísta, solo ve por ella. Se lo dije cuando estuvo mal con Nico, que ella también estuvo mal. No puede no ser consciente de que sus acciones repercuten en más gente. Yo también estuve mal, y también tuve momentos de necesitar a una amiga que... no estuvo ahí.

— Lo sé — pone una mano sobre mi hombro y sonríe—. Si te consuela, a Oli no es que le caiga muy bien y a mi... Cuando la conocí parecía buena chica, pero tal y como fueron pasando los meses... No sé, es distinta a como yo pensaba que era.

— Es un defecto de Bels, es muy distinta a como se presenta a la gente, no sé — me encojo de hombros—. ¿Oli?

— La niña del Gavi — sonrío—. Ya estaban juntos, pero como estabas ocupada con la investigación nunca cuadró que la conocieras mucho — asiento—. Pero ella ha oído hablar de ti y sabes que Gavi te adora — río.

— Me encantaría verlo, y a Eric — ella asiente—. Seguís juntos, ¿no? — Ainhoa repite el gesto, levanta la mano hacia mi y me enseña un anillo que decora su anular — ¿Os casáis? — asiente con una sonrisa amplia — ¡Enhorabuena! — la abrazo con fuerza— Que emoción, que... — la alegría la pierdo al momento—. Ojalá pudiera ir.

— Siempre puedes, Irina, donde esté yo puedes venir siempre — aprieto los labios y aparto la mirada, la noche cae sobre nosotras y el resto de espectadores—. Y Eric.

— Lo sé, pero no puedo hacer eso — suspiro—. No por Ansu — ella hace una ligera mueca.

— Lo sé — me acaricia la mejilla —, la invitación te llegará igual, ojalá te arrepientas — río negando.

— Quizás me compro el primer billete que encuentre el día antes para ir a tu boda — ella abre los ojos con media sonrisa.

— Contaré siempre con un invitado a más supongo — asiento—. Tengo que seguir subiendo, puedes venir si...

— No — niego—, mejor me quedo por aquí, tengo un buen asiento y...

— No hace falta que me expliques nada, rubia — sonrío de nuevo, asociando ese mote a la única persona que me lo decía —. Disfruta del partido y de nuestros chicos— asiento, ella me abraza de nuevo—. Me alegra haberte visto.

— Y a mi — susurro—, enhorabuena de nuevo, estoy muy feliz por vosotros, de verdad.

— Lo sé — me dice—. ¿La investigación?

— Progresa adecuadamente— le digo sonriendo.

— ¿Ha merecido la pena irte? — asiento— Entonces no tienes por qué arrepentirte de haberte ido, Irina — mira hacia el campo, sus ojos brillan—. Si tenéis que estar juntos, lo estaréis cuando tengáis que hacerlo — trago saliva.

— Siempre voy a volver a él— susurro—, soy consciente de ello — muerdo mi labio inferior siguiendo su mirada—. Espero que él día que pueda quedarme no me eche de ahí— comento, veo cómo salen varios al terreno de juego—, porque no podría soportar que me niegue eso...

— No creo que lo haga — me dice en un murmullo—, aunque sea un comportamiento que... bueno — ríe—. Ansu te va a abrir las puertas siempre — aprieto los labios—, sois almas gemelas, Irina, lo vuestro es... mágico.

— Física pura — trago saliva cuando lo diferencio entre la gente— y química, y todas las ciencias que expliquen que lo quiero más que a nadie en el mundo, que lo echo de menos todos los días... y que sé que voy a volver a casa con él.

— Estoy segura de ello, Irina — me fijo en su dedo, solo pienso en el dia en el que pueda casarme con el hombre que corre en el campo de fútbol algo distraído—. Sabe que estás aquí.

— Lo sé — sigo mirándolo, aprieto mis labios—. Sé que se ha dado cuenta, las cosas funcionan así— suspiro mirando a Ainhoa de nuevo—. Me tengo que ir abajo.

— Vete. Dale suerte a distancia.

— No le hace falta, pero sabe que toda mi energía está con él. Ahora y siempre.

ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora