Prologo

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Difícilmente podía respirar. Mi cuerpo estaba ardiendo, mi pulso acelerado. Todo se sentía tan increíblemente intenso. Sasuke prácticamente estaba enterrado en mi regazo, lamiendo, besando y chupando. Estaba tan cerca de mi segundo orgasmo. Su mano serpenteó por debajo de mi camisón y subió hasta mi pecho. Sus dedos se cerraron alrededor de mi pezón y retorcieron y solo así, otra ola se estrelló contra mí, incluso más fuerte que la anterior. ¿Qué estaba sucediendo? No podía formular pensamientos claros.

No lo noté quitándose la ropa y apenas me di cuenta de lo que iba a suceder cuando se agachó encima de mí. No estaba lista para esto, nunca lo estaría. Tenía que detenerlo, necesitaba terminar esto antes de que fuera demasiado tarde.

Se acomodó entre mis piernas, separándolas. Sus ojos fijos en los míos. No podía moverme, no podía decir o hacer algo. Había temido este momento cuando Orochimaru me regaló a Sasuke y ahora estaba sucediendo, pero era tan diferente a como lo había imaginado.

Y entonces empezó a empujarse dentro de mí, y me aferré a él tan fuertemente, mis dedos clavándose a la piel tatuada de sus brazos. Me estaba desgarrando. No ralentizó, no se detuvo. Pero observó mi rostro. Desnudándome con su mirada de tantas formas. ¿No era suficiente que estuviera acostada sin ropa debajo de él? ¿Tenía que desnudar mi alma, tenía que hacerme sentir incluso más vulnerable de lo que ya lo hacía? Jadeé. Dolía. En tantas maneras. ¿Era así cómo se sentía perderse a uno mismo?.

Mi cuerpo se rindió y aun así me estaba desmoronando. No físicamente, incluso aun cuando deseaba que mi tumulto interno se manifestara en una forma física. El dolor no era suficiente. No este dolor, no cuando se mezclaba con destellos de placer. Quería bajar mis párpados, quería bloquear al mundo alrededor y al hombre por encima de mí pero mantuve mis ojos abiertos, seguí mirando al impresionante rostro de mi captor, mi dueño y ahora amante. El odio debería haber estado a la vanguardia de mi mente, pero no lo estaba. Todavía estaba ahí, todavía era fuerte, pero estaba batallando con otras emociones. Emociones que no quería sentir. Compasión y entendimiento. Agradecimiento por su casi amabilidad e incluso indicios de lástima.

Con cada empuje, Sasuke parecía arrancar un pedazo de mí. No solo estaba perdiendo mi inocencia, parecía estar perdiendo partes de mí, de lo que me hacía yo.

Entonces, detenlo. Hazlo, mientras todavía quede algo de ti. Mis uñas se hundieron más profundo en los brazos de Sasuke y él gruñó, sus ojos centelleando con placer. Lo estaba disfrutando. Y a su vez mi propio cuerpo tarareaba de placer. Nunca disminuyó la velocidad, nunca apartó sus ojos de mí. Su musculoso pecho brillaba con sudor. El dolor dio paso a algo más cálido, algo que estremeció a través de mi cuerpo más que cualquier otro escozor. Subí mis dedos hasta los hombros de Sasuke, rasguñando, dejando un trazo rojo en mi camino, y disfrutándolo, y regocijándome de las gotas de sangre que puntearon el lugar donde me aferraba a él. Sasuke comenzó a temblar y dejó salir un gruñido antes de dejarse caer en el colchón junto a mí.

Marcas rojas en forma de media luna cubrían sus brazos, la prueba de lo que había sucedido. No era la prueba de una batalla, de una resistencia, de una pelea. No era una prueba de lo que debió haber sido, no podía encontrar consuelo en esas marcas. No eran indicios de mi rechazo, de una valiente pelea contra que Sasuke me tomara. No, lo había dejado conquistarme, incluso lo había disfrutado. ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Cómo podía haber dejado que sucediera?.

"¿Era así como se sentía perderse a uno mismo?". Esa pregunta todavía merodeaba en mi mente, pero ahora otra pregunta se había añadido a la mezcla, una pregunta que me asustaba incluso más. "¿Cómo podías perderte a ti misma si nunca tuviste la oportunidad de encontrarte?" Alejé el pensamiento, apartando la infinidad de ideas que se amontonaban en mi cerebro. Ya no podía soportarlo. Sasuke yacía jadeando junto a mí. Su rostro lucía relajado, vacío, más que incluso antes, como si a través del acto carnal del sexo hubiera logrado liberarse, logrado apartar los demonios que lo atormentaban.

Esta no sería la última vez. Y no estaba horrorizada por la idea. A pesar de la dolencia, e incluso el dolor palpitando entre mis piernas, lo quería de nuevo. Me permití ese momento de realización. El daño estaba hecho. No tenía nada más que perder.

Sasuke se enderezó y balanceó sus pies por encima del borde de la cama. Me levanté rápidamente hasta una posición sentada. ¿Ya se estaba yendo después de lo que acabábamos de hacer?.

Sasuke echó un vistazo por encima de su hombro, y ahora su mirada sobre mi cuerpo desnudo no hacía que mi cuerpo vibrara con deleite y triunfo. Jalé las mantas sobre mi pecho, tomando la crujiente tela como me había aferrado a los fuertes brazos de Sasuke hacía pocos segundos. No pronuncié mis preguntas, no quería sonar desesperada y necesitada, especialmente cuando él era la última persona que debería necesitar. Por un momento ambos parecimos quedarnos congelados, pero luego aparté mis ojos bajo el poder de mi propia vergüenza y Sasuke se puso de pie. Desde el rabillo de mi ojo, lo observé reunir su ropa del suelo, pero no se molestó en vestirse. En cambio, salió y comenzó a cerrar la puerta, pero paró.

—Hay algo para el dolor en el baño. —Se detuvo y esperé que dijera algo más, pero entonces simplemente cerró la puerta. Esperé a que sus pasos se alejaran antes de liberarme de las mantas y rápidamente salí de la cama. No podía soportar estar en ella en este momento. Estaba húmeda con nuestro sudor y olía a sexo. Bajé la mirada hacia el blanco de las sábanas. Ante la visión de la pequeña mancha rosa, dejé salir un suspiro tembloroso. La traición venía en tantas formas y tamaños. Algunas veces era un acto decidido, y algunas veces era algo que dejabas suceder.

Asesinos de ÉliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora