Abrir puertas (parte 01)

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Pharaoh Boy se inclinó, su vista fue arriba y percibió unos ojos azules-celestes.

—Ahh, criatura mística, te vuelvo a ver... Quiero decir. Octobella —se corrigió a si mismo.

—Oh, chico faraón. Es estupendo que hayas optado por salir del museo, de tu guarida secreta. —articuló y rió con malicia—. No pensé que estarías persiguiendo a mi pequeño compañero.

—¿Qué? —preguntó sin acordarse, y al instante recordó—. Guarida no, es esfinge y de ahí ¡el Mundo del Más Allá!, y ya he descubierto su raro exterior.

—Mmm, Mundo del Más Allá, interesante. —Sonrió con interés, pero lo camufló perfectamente—. Pharaoh Boy, si te das cuenta, sigo en el suelo. —Octobella, aún en el piso, utilizó una de las armas que siempre ocultaba, esta era parecer una damisela en peligro. Le salía perfecto. Gecko y los demás héroes descubrieron esa fachada, porque estos ya no caían en aquella trampa.

¿Será que el chico faraón también caería?

—Mmm, lo lamento. Dejame ayudarte —mencionó con formalidad, esto la dejó pasmada. El moreno le ofreció su mano y esta la tomó un tanto desconfiada—. Deberías tener más cuidado —soltó de repente con desinterés.

—¿Qué?, tú deberías de serlo. Además, eres muy lento para ser de la esfinge —admitió mientras posaba sus brazos detrás de su espalda.

—¿Ah si?, ¿y cómo mínimo no podrías hacerme una reverencia en agradecimiento? —Al mismo tiempo que decía aquellas palabras, se empezaba a acercar demasiado a la pulpo, la cual sintió una breve sensación extraña. La mirada que la amedrentaba del contrario no la dejaba pensar. El faraón era tan fatuo que lo demostraba así sin mas.

La de tentáculos, en un rápido movimiento, hizo una reverencia al faraón y se alejó con el ceño fruncido.

—Eso es, Octobella. —Las iris del niño titilaron con un deslumbrante deseo, sin embargo, no quería delatarse a si mismo—. Amm, debo irme. No puedo estar mucho tiempo fuera de mi esfinge...

El pequeño faraón, por temor a ser descubierto permaneció calmado ante la ojiceleste.

—Adiós, pulpita turquesa con pecas —se despidió y se echo a correr mientras sostenía su báculo.

—Nos vemos, chico faraón. —Ella miró su ida al museo.

«Eso fue muy raro» pensó la criatura.

Después de unas horas, regresó a su foso y cuando entró, divisó a su diminuto compañero.

Percival, vamos, tenemos que hablar.

(¿Sobre qué?)

¿En serio lo preguntas?, es sobre él. No puedo dejar de pensar en él.

(¿El que dice ser el todopoderoso?)

No me hagas reír, Percival. Sabes de lo que hablo. —Puso sus manos en su cintura.

El cangrejo, se acerco a su amiga y pellizcó su mejilla con fuerza; en forma de hacerla reaccionar. Esta no hizo mas que quejarse. El decápodo era un gran bromista.

¡Percival! —chilló, al mismo tiempo que, agarraba su cachete por el dolor.

El animal rió y empezó a correr en medio de la mesa. Ese día, Octobella peinó su extragante cabello turquesa con un coral, por último se fue a dormir y acabó la noche.

Al otro día, anochecio en cuestión de horas, y para la chica pulpo esto ya era habitual, nunca pensaba mucho el tiempo de contar las horas, minutos o segundos, más bien se la pasaba ideando planes contra los héroes.

Octobella fijó una salida nocturna esa noche, luego de despedirse de su compañero de villanías fue directo al centro de la ciudad. Tenía la certeza de hallar otra pista esta vez, una más cercana a su objetivo.

El faraón era su destinatario para este asunto, obviamente no iba a fallar en nada y tampoco saltaría cada paso a su meta. La ojiceleste lo pensó bastante para ser verdad, y con el mero hecho de esperar la aceleraba.

La chica pulpo caminó en silencio y miró a su alrededor. Sus palpos pisaban la tierra, no era su espacio favorito.

«Preferiría nadar en mi jardín submarino»

Siguió caminando hasta que notó unas siluetas conocidas a lo lejos.

—¿Eh? —Sus cejas curvearon, sin saber que se trataban de los mismos héroes.

Los héroes se encontraban paseando con el rastreador en pijama, estos se aseguraban de saber que nadie atacara esa noche. No fue tanto el tiempo en que la criatura turquesa lo supo, entonces comenzó a alejarse e intentar ocultarse.

Rayos, son los héroes...

La luna sobre ella como el esplendor, el cielo azul parecido a negro y sus nervios, hicieron ver de la noche un lugar para nada confiable. La ojiceleste se aventó en una residencia cerca de donde ella pasaba, como último recurso.

«Espero que sea eficaz este plan» pensó la pulpo.

Oyó unas pisadas y cerró sus ojos con miedo.

Chicos, creí haber oído algo. —Esa voz se escuchaba apenada e inocente.

Parece que estas alucinando, Gecko.

—Sí, desde la vez que atacaste a Octobella ya fue mucho, ¿no crees? No digo que no la busquemos, me refiero a que en este momento estamos supervisando y estaba charlando con Ululette. Nada parece estar fuera de lugar —comunicó Catboy mientras miraba al frente.

Bueno, tal vez hoy sea un día tranquilo.

Continuaron su charla y se alejaron pacíficos de la vista de la chica pulpo. Fue un alivio para ella y un contrario no muy lejano...

—Ya se han ido, una suerte —murmuró ella.

Al momento, sintió por detrás, el sonido de un alboroto veloz. Como si fuera un animal salvaje, algo pasable en un segundo. Que puso en alerta a Octobella, cualquier ser que fuera sería algo aterrador de encontrar.

—¿Mmm? —Miró su entorno, era obvio que no eran los héroes en pijamas, pues estos se habían ido.

¿Realmente era una noche tranquila?

Dio unas vueltas por el lugar y lo vio. Un ser que saltaba de hogar a hogar con rapidez, en un abrir y cerrar de ojos exactamente. Iba cubierto con un extraño traje, el azul se notaba a lo lejos.

Abrió la boca cuando observó como, luego de hacer una especie de acrobacia con sus brincos, se escabulló entre callejones y se perdió en la oscuridad.

¿Ah?, oye, regresa. —Comenzó a perseguirlo.

Ese ser parecía discreto, no se daba cuenta de que ella lo seguía. Sin embargo, seguía sin comprender a donde se dirigía.

Pasó una media hora cuando lo halló en dirección a los barrios bajos. Supo que se encaminaba hacia una alcantarilla secreta, nunca antes había ido a una igual. De hecho, nunca fue a una alcantarilla, a túneles y fosos alejados si.

Sus tentáculos temblaban, pero fue mayor al pisar tierra húmeda y medio excavada por fuera de aquel lugar.

«¿Quién será este ser?» se preguntó Octobella.

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Pronto se pública la parte 2, bye!

La Quiero a Ella (Pharaobella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora