Capítulo 26: Pacto de almas.

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Alina.

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Bebí un sorbo del termo que mantenía en calor mi chocolate, Evely estaba igual de ansiosa que yo pero ella mantenía sus manos ocupadas con una cartulina que decía con letras mayúsculas «¡Bienvenido!»

Después de medio año volveríamos a ver a Nathan quien se fue a Canadá para un curso, cada vez se volvía uno de los detectives más capacitados de ciudad Edelle.

Siempre creí que sería todo menos detective, en el colegio solía ser irresponsable, de esos chicos que llegaban tarde a clases, que hacían la tarea en el último minuto...ese era Nathan Leedhish.

Estaba orgullosa de su desempeño y Evely también.

—Ya viene, ya viene —celebro la morena con entusiasmo.

Abrí la boca al verlo, venía con un cambio radical caminaba más confiado y seguro de sí, con un traje grisáceo que jugaba a la perfección con su cálido tono de piel. Llevaba unas gafas negras pero la sonrisa en sus labios demostraba su humor ante nuestra reacción.

Y digo nuestra puesto que Evely también se encontraba boquiabierta.

—No...puede...ser.

—Hola chicas —saludó el pelinegro con cortesía—, sus expresiones me indican que me extrañaron.

—¡Claro que sí, bobo! —Evely fue la primera en lanzarse a abrazarlo—. Necesito un par de favores que me salven de la ley.

Nathan negó burlón, reí a la vez que rodaba los ojos.

—Me da gusto verlas aunque no puedo decir lo mismo de ustedes —bromeó al apartarse de Evely—, las veo igual de feas.

—Retiro lo dicho, eres un engreído —Evely golpeó su hombro.

—Es broma, embellecieron solo con medio año.

Nathan y yo nos unimos en un abrazo fuerte, besó mi mejilla haciéndome sonreír.

—Ya, dejemos de lado las cursilerias y vayamos por algo de comida.

Evely tomo la maleta de Nathan y tiro de ella, nos separamos y mire con diversión a la morena.

—Comprare una caja de donas para el camino —señalé la cafetería a unos cuantos metros—, ¿quieren algo?

—No gracias, te esperamos en el auto, no tardes más de quince minutos.

—No lo haré —reí ante la advertencia de Evely.

Di media vuelta para andar hacia la cafetería del aeropuerto, siempre he dicho que caminar en un sitio de estos por la tarde es todo un estrés. Es peor que un vagon lleno de personas.

O quizá no. Ambas son horribles.

Logré llegar ilesa a la cafetería, mire con curiosidad la variedad de donas mientras las chicas de caja atendían a las demás personas.

Me enderece cuando por el reflejo del cristal vi un rostro muy conocido, me gire lentamente y vi a William junto a Connell. Ambos se formaron en la fila para hacer un pedido.

—No puede ser...

Ellos ni siquiera de percataron de mi presencia, me gire y camine a la salida sin mucho apuro, disimulando salir del lugar como cualquier persona lo haría.

Al estar fuera del establecimiento camine más apresurada, chocando con más de una persona por lo que pedía disculpas constantes, si ellos estaban aquí eso significa que él...

¡Hey, 60544!: EMISORA.EN EDICIÓN.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora