KURĒN NO HIKŌ

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Escucha con atención Levi—Un hombre de ojos tan profundos como los suyos me mostraba diversas postales en su enorme escritorio.

El joven Levi Ackerman de apenas diez años intentaba retener la información, su padre le enseñaba pinturas y objetivos traídos del oriente, destacaban los suntuosos abanicos y los extraños zapatos de madera, en su reducida mente se preguntaba que clase de ser humano podría balancearse y caminar sobre ellos; pero lo que más admiración le tomaba con los años era el antiguo perchero con una larguísima tela color negro, minúsculos y delicados bordados se mezclaban en el paisaje boscosos en hilo de oro y plata, carrozas imperiales descendían desde el alto cuello hasta las enormes mangas.

Es la vestimenta de un ave mística, de una artista Levi, este— le señalaba tomando la tela con adoración— es el kimono del erikae de la geisha Yumeko.

—¿Que es una geisha, padre?

Ken se explayó en su explicación para con su hijo, hablándoles de las hermosas bailarinas del agua, de las inteligentes mentes que se ocultan tras la mascara blanca de labios rojos, siempre le hablaba de Yumeko, de quien podía hablar de cualquier tema con facilidad, una ciudadana privilegiada del Hanamachi, y en ese entonces, la geisha más celebrada.

Con el paso de los años el inteligente heredero Ackerman recordando la adoración de su padre por kioto pudo descifrar que esa geiko fue algo mas que un recuerdo grato para su progenitor.

—Búscala por favor hijo, encuéntrala y dile que jamás deje de amarle— fue la encomienda de su padre en su lecho de muerte.

—¿Porque están importante para ti padre? ¿la amaste mas que a madre? ¿era tu amante?—Le respondió el azabache con el fresco dolor de perder a su única familia sanguínea.

Una geisha no es una amante, ni una prostituta, es una artista, cuando las conoces tu mundo se expande, son artistas, conversadoras increíbles, ella me dió su amor.... y una hija Levi, tienes una hermana. Tráela a casa, no te quedes solo.

—Lo haré padre— Le respondió secando sus lagrimas y tomando la débil mano que el mayor le izaba.

—Ama hijo, ama con todo ru corazón, hasta que duela, te rompas y el amor te una de nuevo, encuentra quien encienda el carbón de tu corazón y se feliz.

—Padre, pero Frieda y yo....

Yo se lo que Frieda y tu son Levi, los ojos cansados de tu padre no pueden ser engañados, déjala libre y se libre tu también.

Esa era la conversación que se repetía en la mente del hombre que admiraba el rostro dormido de Mikasa, adoraba verla nadando en el mar de los sueños, como sus pestañas aleteaban advirtiendo giros en sus pensamientos, habían pasado ya tres cortos meses de su relación, ahora ella vivía en él antiguo departamento de Hange que el le compró a Smith para ella, llevaban dos días encerrados pues el acababa de regresar de sus negocios en América, tuvo que dejarla unas semanas para ponerse al corriente por el año que desapareció de la compañía. Ella poco a poco se había acostumbrado a el y su corazón se llenaba de calor al verla entrar después de sus compromisos en ese lugar. Ahora, por decisión completa de ella canceló todas sus citas para permanecer con el, compartían el te, los aperitivos, el amaba cuando ella bailaba para sus ojos solamente y poco a poco había bajado sus defensas al grado de aceptar uno que otro beso fugaz.

—¿Lista para la sorpresa?

—Ustedes los occidentales son muy raros— le respondió la chica mientras le daba in bocado de arroz con sus palillos.

Levi le paso un sobre y sus ojos se desorbitaron, iba a volar, dos semanas de vacaciones.

—¿Te gustaría visitar a tu hermana?

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