Capítulo 6

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Acababan de dar las siete y media, Piper estaba aún medio dormida cuando la doncella entró en la habitación. Ella seguía con la cabeza bajo la almohada y el rostro hundido en el mullido colchón de plumas, la sirvienta no se atrevió a retirarle la almohada a la joven.

—Señorita —dijo la joven—. ¿Desayunará usted con los señores?

Piper, que no podía dejar que la doncella la viese con los ojos hinchados por la mala noche pasada, y por ver como su vida se destrozaría, le dijo que bajaría dentro de unos minutos pero sin asomar la cara.

La doncella salió intrigada de la habitación. Tampoco en esa ocasión había podido ver el rostro de la futura señora de la casa. La muchacha bajó las escaleras y se dirigió al comedor. Los señores aguardaban a que se les sirviera el desayuno.

—La señorita anunció que bajará a desayunar con los señores —comentó la criada mientras se inclinaba ante su señora.

Los duques se miraron y preguntándole los dos al unísono como era la muchacha.

—No lo sé —respondió la doncella estrujándose nerviosamente las manos y enrollándose el delantal al mismo tiempo—. Cuando entré tenía la cabeza entre las almohadas y no pude verle el rostro. Sin embargo, la habitación está muy ordenada y no hay nada por el suelo. Discúlpenme —dijo sonrojándose—. ¿Puedo retirarme?

Lady Vause asintió con un leve movimiento de cabeza, y la muchacha se retiró silenciosamente.

Al mismo tiempo, en la habitación de arriba, Piper abría el armario para extraer un vestido de color azul topacio. En ese momento sonó un golpe seco tras la puerta, y a continuación una voz femenina y joven.

—Hola, soy Victoria. Me preguntaba si después de desayunar te gustaría dar un paseo a caballo.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Piper.

—Me encantaría —exclamó pensando que al menos tendría una excusa para ponerse pantalones y no esos pesados vestidos con los odiados corsés.

—Está bien, nos vemos abajo —dijo Victoria ceñuda mirando contrariada hacia la puerta que seguía cerrada a cal y canto.

Se preguntó si realmente sería tan fea para que la mujer no le abriera la puerta y dejar que la mirara por primera vez.

Piper descartó el vestido arrojándolo contra la cama. Se lavó la cara en la jofaina y se pasó por la cabeza una camisa de hilo blanco con puños de encaje, se puso unos pantalones negros que se ajustaban a sus suaves curvas femeninas. Se calzó unas botas de cuero con espuelas que le llegaban a las rodillas. Luego se puso una chaqueta roja de montar como abrigo. De uno de los cajones del tocador sacó una cinta negra, y, tras cepillarse lentamente el pelo, se lo trenzó bajo la nuca. Seguidamente cogió un par de guantes de piel de cabritilla, y se los metió bajo el ancho cinturón de cuero que sujetaba el pantalón, también enganchó la fusta.

Bajó lentamente las escaleras. Tenía un aspecto increíble pues sus ojos azules brillaban mucho aquella mañana de marzo, y la trenza de cabello dorado se balanceaba tras su espalda al caminar con su característico andar decidido. Resuelta, pero con una tímida sonrisa entró en el comedor donde la esperaban los tres miembros de la familia del que iba a ser su esposo.

—Espero no llegar tarde —dijo desde el umbral de la enorme puerta de madera, la cual tenía abiertas de par en par ambas hojas.

Las tres personas que había en el interior se quedaron sin respiración. Los enormes ojos azules resplandecían en una cara de ángel, y su cabello, del que se habían desprendido un par de mechones, caían sobre un rostro que tenía una extraña característica de belleza salvaje, y que era capaz de dejar al hombre más mundano sin palabras. Sus bien formados senos se dejaban notar bajo la tela de la camisa y la chaqueta. Los pantalones se ceñían a su estrecha cintura como una segunda piel gracias al cinturón. Los guantes y la fusta que colgaban del mismo no hacían sino acentuar aún más las suaves y redondeadas caderas.

🔱 MY LADY 🔱 G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora