Niños

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La pequeña corría por el pasto, jugaba entre las ovejas y las cabras.

- ¡Vamos abuelito! - exclamó la pequeña.

- ¡Fita! ¡Fita! ¡No corras! - exclamó su abuelo preocupado corriendo tras ella.

- ¡Pero Mina se ha escapado por ahí! ¡Un lobo puede comérsela!

- ¡Fita! ¡Es peligroso!

- ¡Para ella también! 

La niña corría lo más rápido que podía, su abuelo casi no tenía fuerzas para seguir, pero le preocupaba su nieta. 

Afrodita llegó hasta los límites de la cerca, pero no vio a la oveja. Su abuelo casi llegaba a su lado.

- Fita, es peligroso. No vayas - rogó.

Afrodita saltó la vaya - ¡Voy a buscar a Mina!

- ¡Fita! - su abuelo corrió de vuelta. Él no era tan ágil como su nieta. Tenía que dar la vuelta y salir por la casa y encontrarla. 

Afrodita se preocupó por su oveja, la había criado desde los tres años, y ahora con seis, esa oveja la había marcado como compañera de vida.

Esa mañana no la encontraba entre el rebaño, así que decidió ir a rescatarla.

Mientras caminaba por el bosque, no se percató de otros animales acechando. 

Encontró a la oveja atrapada. Pedía auxilio, así que salió corriendo.

- ¡Mina! Me has asustado mucho.

Mientras la ayudaba, un lobo saltó. Ella se asustó, y su oveja no cooperaba.

- Mina, por favor, no puedo salvarte así. Tenemos que salir corriendo. 

El lobo se acercaba lentamente, hambriento y enfadado. 

Afrodita ayudó a escapar a la oveja, y cuando el lobo atacó, algo o alguien se puso en medio. Espantó a los lobos como pudo mientras Afrodita se aferraba a su oveja. 

Cuando los lobos ya no estaban, se giró. Era un centauro.

Ella había escuchado muchas historias de ellos, pero no sabía como era él.

- Muchas gracias - dijo temblando - Nos has salvado.

El centauro hizo una reverencia - No hay de qué joven humana, tenga más cuidado la próxima vez.

- ¿Cómo puedo compensarle?

- Volviendo a casa con sus abuelos. Están muy preocupados por usted.

- ¡El yayo! ¡Muchas gracias!

Salió disparada con la oveja en brazos. 

Al salir de bosque, su abuelo se acercaba corriendo.

- ¡Fita!

- ¡Abuelo! ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho!

- Volvamos a casa mi querida Fita. La abuela y yo estábamos preocupados por tí.

Su abuela arrolló a su nieta en sus brazos. 

- Abuelita, el abuelo y yo te queremos mucho - sonrió la pequeña.

- Y yo a vosotros.

- Cuando sea mayor, me enamoraré de alguien y tendré un amor cómo vosotros.

- Primero tienes que crecer - recordó su abuelo.

- Y tendré muchos niños. Muchos, muchos.

- Tendrás que empezar joven - dijo su abuela divertida.

- Fita, prométeme que te cuidarás tú primero. - su abuelo se arrodilló frente a ella - Que amarás a la persona que te elija y tú elijas.

- Lo haré yayo. Y empezaré a tener hijos pronto.

- Veintisiete años - sugirió su abuela. - Veintiséis como poco.

- ¡Prometido!

- Y ¿cómo llamarás a tus hijos?

- Alethèia. Como la abuela.

- Ay, vuestros nombres griegos - sonrió su abuelo mientras negaba con la cabeza.

- ¿Y si es chico? - preguntó su abuela.

- Hermes. ¡No! Eh, Ares, Apolo, ¿Poseidón? Deo, Ezio, Archie, eh...

- Achileas. - nombró su abuelo.

- Me gusta. Y con la A, ¡como yo!

- ¿Quieres saber una historia de la diosa que tenía tu nombre?

- Sí abuela.

- Tú llevas el nombre de esa diosa porque aportas amor a la familia, y eres belleza pura - comentó su abuelo.

- La abuela también es guapa.

- Eso es verdad.

Su abuela se rió - Vamos a dormir.

- ¡Abuela! ¡La historia de la diosa!

- Sí cariño.

El viento azotaba el pelo de la chica.

Cerró los ojos y besó la lápida.

- No he cumplido la promesa de ser madre a los veintisiete, pero aún mantengo los nombres. - comentó ella dejando las flores. - Achileas, Alethèia, abuelos míos, os quiero. Y os echo de menos. Mucho.

Ella invocó su patronus, y de él salió su característica oveja. Un animal leal, libre, cariñoso, romántico. Su preciosa Mina.

Jugó un poco con ella y desapareció.

Se quedó un rato allí.

Volvió a casa para ver a su novio cocinando.

- ¿A dónde has ido? Has tardado un poco.

- He ido a un sitio. No te preocupes, ya he vuelto a casa.

- George me ha llamado. La tripita de Angelina ha crecido. Y eso que llevan ya una semana fuera.

Afrodita sonrió - Me alegro mucho por ellos. Padres jóvenes, y casados, con una vida plena y perfecta. Se lo merecen.

- Afi, ya hemos hablado de esto...

- No lo digo por nosotros. Te quiero y respeto tu decisión.

Fred besó su frente. - Lo siento.

- Inmortal.

Él le sacó la lengua - ¿Envidia?

- ¡No!

- Moriré muy tarde y podré tener mil amantes sin ser infiel. Porque tú no eres inmortal.

Afrodita le sacó la lengua - Me echarás de menos.

Fred puso morritos - Mucho. - la abrazó. - Te quiero mucho.

Afrodita sonrió y cerró los ojos.

Tenía el amor de sus abuelos. Estaba feliz por ello. Aunque echaba de menos su voz, cuando la llamaban, su preocupación, sus cuidados, su amor. Fita. Ya nadie la llamaría así.

Enemies in law (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora