—Como sigas molestándome con tonterías se lo voy a decir a Sophie.
—Uy, ¡qué miedo! —se burló dramatizando un falso gesto de horror.
—Jim Johnson, ponte a trabajar ahora mismo —el nombrado se puso pálido y rígido al oír su nombre completo. Giró despacio para encontrar a una Sophia con cara de pocos amigos y con los brazos cruzados mirando desde la ventana del mostrador.
—En seguida.
—¿Decías? —le hablé en tono bajo con burla, a lo que este respondió con un codazo a mi costado y se puso de nuevo a faenar.
Después de una dura jornada de trabajo, por fin anocheció y llegó la hora de cerrar el local. Como siempre, hicimos la limpieza diaria para tenerlo todo listo para el día siguiente. En esa ocasión me encomendaron la maravillosa tarea de lavar los platos. Nótese la ironía.
—Oye, Avi. Ya queda poco para tu cumpleaños ¿no?
Dejé de frotar la mancha de grasa que llevaba un buen rato intentando deshacer y miré a mi amiga.
—Aún queda bastante.
—Pero si es en un mes y poco. Deberías darle más importancia. No todos los días se cumplen los 30 ¿sabes?
—Es verdad, ¿cómo se siente Jimmy? —lo piqué, a sabiendas que no llevaba muy bien eso de hacerse mayor.
—Qué graciosa está hoy la señorita.
Reímos por el tono irritante con el que lo dijo y seguimos con nuestra tarea mientras charlábamos.
Sí, dentro de poco cumpliría los 30. Quién me iba a decir que 30 años cundirían para tanto... Nunca celebré mi cumpleaños, aunque no dejaba de ser menos por eso. Aunque fuera un día un tanto agridulce.
Sophia y Jim tuvieron que salir antes del lugar, ya que tenían asuntos que atender. Yo decidí quedarme un poco más arreglando el inventario, lo cual me llevaría un buen rato. Se ofrecieron a ayudarme, pero me negué y les aseguré que intentaría terminar lo antes posible. Al ver que insistía mucho, no pudieron negarse pero me hicieron prometer que les mandaría un mensaje al llegar a casa.
«Así pasan tiempo juntos y con suerte se les cae la venda» —pensé mientras los observaba con una sonrisa pícara.
Los despedí desde la entrada y cuando desaparecieron de mi vista, cerré la puerta con llave. Nunca se sabe lo que puede pasar en aquella ciudad.
Me hice un pequeño aperitivo para cenar mientras recolocaba la compra en las despensas. Intentaba darme prisa, ya que cuando llegara a casa seguramente estarían Stephen y Wong esperando para jugar a las cartas. Sonreí al recordarlo. Se había vuelto una costumbre reunirnos después de cenar.
Ya habían pasado varios meses desde que llegué al santuario y la relación con el doctor iba mejorando considerablemente. Aprendí a convivir con su ego y arrogancia, lo cual es un logro. Pero también supe ver sus cosas buenas. En el fondo no era tan cascarrabias... Incluso se podía decir que éramos casi amigos.
Aunque andaba perdida en mis pensamientos, advertí movimiento por el rabillo del ojo, entre la oscuridad de la calle. Observé mejor desde la ventana, pero no vi nada. Negué con la cabeza, pensado que había sido un movimiento de luz de los coches que pasaban por allí.
Cuando finalmente terminé lo que quedaba por hacer, fui al mostrador para recoger mi abrigo y mis cosas. Al mirar a la fachada vi una figura parada a un lado de la tienda. Pero en un parpadeo, desapareció.
Respiré agitadamente. Miré en ambos lados pero no había nadie.
«¿Qué...?».
Rocé el Anillo Doble que tenía en el bolsillo de mi abrigo. Inspiré profundamente y me apresuré en salir y cerrar la cafetería.
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𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Dragoste"Si me dieran a elegir entre cambiar el pasado o quedarme con este presente, elegiría la segunda opción. Porque prefiero vivir mil veces todo lo que pasé para llegar hasta aquí, que vivir un presente en el que no estés aquí. Conmigo."