19. Favores de Louis.

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Tomé una decisión un poquito drástica.

Cambiar de teléfono.

Quizás con otro número, ni Liam, ni Harry, ni Zayn. Ni nadie en Bradford podrá hacerme recordar esa enorme mentira. Y quizás así, sea mucho más fácil olvidar a ese chico de ojos miel del que una vez estuve enamorada.

Nadie excepto mis padres sabrán de mi cambio telefónico. 

Anoté sus respectivos números en una libreta. La siguiente llamada entrante fue la de mi padre.


-¡Papá!

-¡Bonnie! ¿Cómo estas? ¿Te pasa algo? ¿Comiste? ¿Alguien quiso hacerte daño? Tu madre y yo vamos saliendo en este instante...

-Bien. No. Sí, comí. No, nadie quiso hacerme daño. Y ni se te ocurra hacer eso.


Escuché la gruesa carcajada de mi padre al otro lado de la línea.


-Lo siento,sabes lo protector que soy, hija.

-¿Cómo están ustedes? ¿Cómo esta mamá?

-Estamos excelente. Claro, extrañándote.

-Papá, no me hagas sentir mal.

-Todavía cuestiono la idea de que no hayas estudiado en la universidad pública de Bradford. De seguro podrías haber estudiado otra carrera que no sea esa la que tu quieres.

-Yo amo la fotografía. Me encanta capturar en una imagen las maravillas de la vida. Las sonrisas de las personas, la belleza del ambiente, simplemente lo amo. Además, amo viajar. Me gusta conocer cosas nuevas, creo que de eso se trata la vida.


Mi padre bufó.


-Si vas a llamarme para cuestionarme y hacerme sentir mal, entonces adiós.

-No, Bonnie. Discúlpame, es que... -suspiró-. Te echamos de menos.

-Les prometo que en cuanto tenga la oportunidad, los visito.

-Cambiemos de tema. Cuéntame,¿Cómo es tu nuevo apartamento? ¿Todo bien? ¿Ya desempacaste?

-Es hermoso, de verdad. Ya tengo un par de nuevos amigos y para el Lunes quizás ya tenga trabajo. Hasta ahora todo es... casi perfecto.


Con un melancólico suspiro finalicé la oración. Mi padre al parecer, no lo notó.


-Me alegra que ya te hayas instalado.

-Si, hoy iré de compras con una nueva amiga. Ya sabes, para conocer la ciudad y todo eso.

-Que bien, Bonnie. Por cierto, ¿no te ha llegado un paquete?

-No. ¿Qué paquete?

-Bueno hija, ya debo colgar.

-¡Papá! ¿Qué paquete?

-¡Aquí son las cuatro de la mañana, buenas noches!

-¡Papá! No pued...


Y de nada sirvió suplicar. Ya mi padre había colgado. Bufé a la nada y decidí mover mi trasero y levantarme de mi cama. Me desperté con la intención de hacer unas ricas tostadas. Mi decepción fue grande cuando vi que en mi cocina no había siquiera una migaja de pan. Recordé que no había comprado nada de comida y casi me daba un tiro. Busqué entre mis cosas algo que ponerme, tomé el dinero que tenía guardado y salí. Eran las nueve de la mañana, mi estomago rugía y yo de verdad necesitaba comprar algo de comida. Hacer un mercado completo, si es posible. Cuando salí, sonreí al encontrarme a Louis fuera de su apartamento.

Enamorando a Verónica → zaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora