Cuando tu niña se convierte en mujer y más si se apellida: "Bakugo". Tarde o temprano... tendrá que salir del nido a volar y conocer el mundo. Una chica que sabe lo que quiere y eso es seguir los pasos de su abuelo y su padre. Pero el amor... no es...
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Hice la cortina gruesa a un lado para entrara a esa pequeña caseta que recién había puesto un poco alejada del campamento por asuntos... personales. Al entrar me encontré con esa sabandija sentada y amarrada a un silla, más tenía su boca tapada. Ella se encontraba tranquila e intacta, nadie le había puesto un dedo encima y esa escoria iba a escucharme. Me posicioné frente a ella con los brazos cruzados, mientras la miraba con odio, a mi lado llegó Sero y por el otro Jiro, Kirishima se encontraba detrás de ella.
Sólo me miraba con seriedad y tal vez asco, su cabello despeinado me daba a entender que había estado peleando antes de llegar aquí. Parecía estar sudada y su respiración era agitada, probablemente estaba nerviosa o incluso podría ser miedo. Pero yo sólo quería saber dónde estaba mi niña... y si estaba viva... todo Afganistán dependía de que ella estuviese viva, porque los mataría a todos si algo le llegase a pasar a mi bebé. Le di una señal a Kyoka para que le quitara el tape de la boca, y lo hizo de la manera más brusca que pudo, Kirishima detrás de ella hizo una mueca de dolor al escuchar como Jiro se deshizo del tape de la boca de la chica.
- Habla. - Ella me sonrió con burla... debí deshacerme de ella en cuanto supe que era hermana de Midoriya Izuku... si ese idiota era una rata, donde estuviese ella no era lugar de fiar. Pero al tener tantas cosas y situaciones, la ignoré... aparte venia con... Ochako.
- Se ve muy bien, Señor Coronel... soy más de peli-negros pero usted... está más que bien. - Fruncí mi ceño asqueado, y antes de yo poder decir algo Jiro le dio un derechazo en la cara a la chica para Sero tomar el cabello de ella y obligarla a que me mirara.
- ¿Dónde está mi hija? - Ella me sonrió mostrando sus dientes llenos de sangre.
- Seguramente en un sótano frío, oscuro y húmedo. - Sero la soltó y miré a Kirishima para asentir. Él tomó una cuchilla para pasármela, la cual enterré en su muslo derecho. Ella gritó, y apretó con fuerzas la madera en la que sus manos estaban atadas en la silla.
- ¿Dónde está mi hija? No lo volveré a preguntar. - A pesar de que estoy seguro del dolor que ella sentía, la desgraciada soltó una agria risa para inclinar su cabeza hacia un lado y mirarme fijamente a los ojos.
- Shotwell debe estar cuidándola muy bien. - No pude evitar sentir mi sangre arder ante tal comentario y antes de responder ella me interrumpió, acercando su rostro al mío.
- Pero... ¿sabes a quién deberías preguntarle? A Taidana... ella es la mano derecha de Shotwell. - Mi ceño fruncido por la ira cambió a uno lleno de confusión al escucharla tan segura y burlona.
