Capítulo 1

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Las mañanas de Roy se habían convertido en una rutina. Se levantaba, se vestía, a veces desayunaba, a veces no por falta de tiempo, se ponía la mochila negra a los hombros y salía del infierno.
Eso era su casa para él, un infierno. Vivía con su madre y con su hermano pequeño. Su padre los abandonó tres años atrás, cosa que a su madre no le había sentado nada bien. Había días en los que no salía de la cama, y los días en los que sí lo hacía era obligada por Roy. Debido a los problemas de su madre, tenían problemas económicos, hasta tal punto que su tío les tenía que prestar dinero a menudo. Él decía que no tenía importancia, pero todos sabían que algún día se cansaría de hacerlo.
Su hermano era demasiado joven para tener ese tipo de preocupaciones, vivía feliz en su ignorancia, ajeno a los problemas del exterior. Roy pensaba que iba a acabar volviéndose loco si seguía viviendo en aquellas circunstancias.
Aquella mañana era como cualquier otra. De camino al instituto siempre caminaba por la orilla del río Ersha, al otro lado del cual se encontraba el bosque Castral. Ese bosque siempre le había despertado cierra curiosidad, quizá porque pocos se atrevían a acercarse. Se podía respirar un aura de misterio en él.
Pero aquel día el bosque estaba distinto. No sabría cómo explicarlo, pero era como si el bosque le atrajese. Mientras iba por la orilla del Ersha camino del instituto, una melodía llegó a sus oídos:

Hajimari no hikari Kirali... kirali
Owari no hikari Lulala lila

Kaesan el ragna
Suna dokei wo
Toki wa afuren
Lulala lila

Al principio no comprendió de dónde venia y de qué idioma se trataba, pero poco después cayó en la cuenta de que era japonés, y que aquella dulce melodía provenía del bosque. Cuando miró en dirección a Castral, la vio. Era el ser más hermoso que sus ojos habían visto nunca. Una esbelta chica se encontraba sentada en la rama de uno de los innumerables árboles que llenaban el bosque. Era pálida, de cabello y ojos color turquesa y un cristal plateado en el centro de la frente que refulgia con un brillo que Roy creía le dejaría ciego. Parecía un sueño del cual su enloquecida madre le despertaría en cualquier momento. Parpadeó un par de veces para asegurarse de que sus ojos no le engañaban, y así era. Allí permanecía la chica, observándole con sus penetrantes ojos turquesa, como si esperara destruirlo con su mirada. De pronto se oyó un ruido, como un disparo. La hermosa chica se sobresaltó y saltó del árbol, desapareciendo entre la espesa arboleda.
Roy, en un impulso repentino y desesperado, se lanzó al río y comenzó a nadar en dirección a Castral.

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⏰ Última actualización: Apr 25, 2015 ⏰

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