Una a una, iba sacando las bandejas con la repostería recién hecha. El olor dulce del chocolate recién derretido flotaba en el aire. Las mesas de alrededor estaban manchadas con azúcar glas. La repostería era el único momento del turno de noche que Jesús realmente disfrutaba.
Llevaba tres años como recepcionista de hotel, y desde que empezó a trabajar ahí, siempre le habían tocado los turnos de noche, después de todo, por mucho que entraran y salieran nuevos compañeros de trabajo, él siempre era el más joven.
Jesús era un joven de veinte años, sin familia, sin estudios. Había estado toda su vida dando tumbos entre casas de acogida y el correccional, y por pura casualidad, en cuanto cumplió la mayoría de edad encontró un pueblo, ni muy grande, ni muy pequeño, donde nunca ocurría nada interesante, y la gente simplemente no quería meterse en problemas.
A las afueras de éste, justo al lado de la carretera, se encontraba un pequeño hotel familiar, donde se alojaban sobre todo camioneros y transportistas, y de vez en cuanto algún viajero o familia que se había perdido en la carretera. Así fue como consiguió el trabajo.
Llevaba meses haciendo autostop, viajando de pueblo en pueblo. Le habían dejado en la plaza, en mitad de la noche, y se había puesto a callejear buscando un lugar donde dormir. Al no encontrar nada barato donde quedarse, había empezado a caminar hacia las afueras pensando en echarse en algún descampado con suelo blando, no era la primera vez que había dormido en la calle. Cuando estaba en la carretera vio el hotel en mitad de la nada, y se acercó a probar suerte, sin imaginar que encontraría algo mejor.
"Se busca recepcionista de hotel polivalente"
Jesús cogió la hoja de papel pegada en la puerta del hotel y entró decididamente. En el mostrador había un señor claramente aburrido y con sueño. Éste levantó los ojos al darse cuenta de Jesús.
- Buenas noches chaval, ¿necesitas algo?
- He visto esto colgado en la puerta- dijo Jesús enseñándole la hoja.
- Buenas horas para pedir un trabajo.
- Acabo de llegar al pueblo, no me ha dado tiempo para venir a una hora más razonable.
- Está bien chaval, ¿Cómo te llamas?
- Jesús.
- Bueno Jesús, este es un negocio familiar, mi mujer y yo nos estamos haciendo mayores y junto con mi hija, no damos abasto con el hotel. Necesitamos un trabajador...pluriempleado ¿entiendes? Alguien que se encargue de la recepción en el turno de noche, también que prepare la repostería para los desayunos, y nos ayude un poco a limpiar las habitaciones que no nos da tiempo limpiar durante el día. El trabajo sería de martes a domingo de once de la noche a siete de la mañana, teniendo el lunes como día de fiesta.
- ¿Cuánto pagas?
- 900€ al mes. - Jesús se le quedó mirando fijamente. 900€ por un turno de noche, seis días a la semana, y encima polivalente, era una miseria.
- Está bien, pero no tengo donde estar, así que acepto el trabajo si me dejáis quedarme en una de las habitaciones del hotel.
- No, las habitaciones son para los clientes. – El señor se le quedó mirando de arriba abajo, poniendo mala cara a las pintas que llevaba- Pero tenemos una pequeña caseta detrás del hotel donde tenemos trastos acumulados, si quieres puedes vaciarla y limpiarla, y te puedes quedar ahí mientras trabajes en el hotel.
- Acepto- por lo menos ahora tenía un lugar donde dormir.
- Está bien chaval, te enseñaré donde es.
Jesús siguió al señor mientras este lo dirigía fuera del hotel. Detrás había una pequeña caseta como había dicho. Ésta, tenia las paredes cubiertas de hiedra y vegetación. La puerta iba dura y tuvieron que empujar para conseguir abrirla. Dentro estaba lleno de trastos viejos que ya nadie usaba, y cubiertos de polvo. Había una cama en una esquina sin sábanas ni nada.
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Un amigo de ojos azules.
Short StoryHay personas condenadas a la soledad desde que que nacen, Sin embargo, si estás abierto al cambio, éste puede venir de la mano de los personajes más singulares.