El frío en su habitación era intenso, pero se recordó que había estado en situaciones mucho peores, en donde había tenido que compartir un piso húmedo y una sola sábana como protección del invierno de Seúl con su madre y su hermano menor cuando estaban en el peor momento de sus vidas. Esto casi parecía un paraíso para Jeon Seokjin: tenía un pequeño departamento de dos piezas que compartía con su hermano menor por tres años, Jeon Jungkook, cuentas de luz, agua y electricidad que realmente podía pagar con el sueldo de sus dos trabajos y un hermano que estaba cumpliendo todos sus sueños.
Cuando su madre murió, alrededor de tres años atrás, lo único que ella le pidió es que no dejara botado a su hermano. Él, cuando se había enterado de la enfermedad que carcomía el interior de mamá había perdido la cabeza y había pasado de ser ese pequeño conejo que Seokjin tanto había amado a un hombre rebelde que se metía en problema tras problema y del cual obligatoriamente Seokjin tuvo que trabajar y aprender a pelear para salvarlo tanto de esas veces que los policías lo metían entre rejas como esas veces que matones mucho más grande que cualquiera de ellos dos se hacían cargo de los rostros de ambos Jeon en venganza por alguna estupidez de Jungkook. Cuando su madre murió, le pidió por el muchacho.
—Cuídalo, Jinnie.
—Por toda mi vida, madre.
—Él es un pequeño. Hay muchas verdades que me gustaría confesarte, Jinnie... —su madre tenía cáncer al útero que se había ramificado por todas partes. Seokjin a veces pensaba en la ironía y en la mala suerte que los rodeaba: el cáncer uterino era el que menos probabilidades tenía de expandirse por el resto del cuerpo, pero allí estaban ellos, pagando el karma de alguna vida pasada con la intensidad más fuerte corrompiendo el cuerpo débil de su madre. Había afectado también el pulmón, así que como consecuencia le costaba mucho respirar y hablar al mismo tiempo.
Él estuvo allí inmediatamente, pendiente de cada uno de sus suspiros. —No tienes que preocuparte por nada mamá. Estoy aquí para Kookie.
Siempre lo estaré, quiso decirle. Pero ella poco a poco perdía su estabilidad así que fue lo último que conversó con ella antes de que la enfermera lo sacara de la sala.
Ella había muerto poco después.
Seokjin había intentado durante un año entero poder pagar ambas colegiaturas con los tres trabajos que tenía: uno de fin de semanas, otro de tardes y otro de noches, pero la verdad se había comenzado a hacer imposible porque no cumplía al cien por ciento en ninguno de los ítems de su vida, así que tomó la decisión simplemente de enfocarse en Kookie mientras tanto. Sacarlo de la secundaria y luego permitirle estudiar.
Era segundo año de Jungkook en Ingeniería, y Jin no podía estar más orgulloso con él por lo que había avanzado. Atrás había dejado esa vida de rebelde, porque cuando Jin se había desplomado en la calle presa del cansancio y agotamiento máximo de su vida cuando estaba con los tres trabajos y la universidad, al que llamaron para que fuera a verlo al hospital fue a él. Su mundo se había roto al imaginarse su vida sin su hermano y desde allí entendió que tenía que apoyarlo. Conversaron con Jin largamente después de eso y quedaron en que se dividirían los gastos.
Kookie empezó a trabajar los fines de semana cuando no tenía clases.
Seokjin trabajaba en un empleo bueno que tenía de recepcionista médico y los fines de semana se encargaba de ayudar a la compañía de los padres de su mejor amigo que se encargaba de eventos tanto privados como públicos. Allí Jin se había conseguido muchos autógrafos de famosos idols para que Jungkook los vendiera en su universidad con los miles de fans que rondaban esos lugares.
Así que sí. Tenía frío, era pleno invierno en Seúl. No tenían suficiente dinero para pagar por la calefacción en el departamento, y si iban al caso Seokjin preferiría que lo ocupara Jungkook.
En medio de la noche, la puerta se abrió.
Un abrigadísimo Jeon Jungkook apareció por la puerta con un conejo de felpa abrazado a él: si sus amigos supieran que el "rudo JK" —como se hacía llamar después de la vida que había llevado y que todavía aparecía de tanto en tanto— dormía con un peluche que tenía desde los diez años de seguro toda su reputación se iría al carajo. Él bostezó y se pasó un puño por sus ojos adormilados.
—¿No puedes dormir, Kookie?
—Está helado.
—Ven aquí. —su hermano casi corrió a su cama y se metió entre las sábanas mientras Jin le acariciaba el cabello castaño tan diferente al negro fuerte que tenía él. Kookie se acurrucó al lado de su hyung y cerró los ojos, sintiendo la seguridad que su hermano exhalaba.
—El próximo año trabajaré mucho, y ahorraré mucho dinero para que tengamos dinero para la calefacción y no debamos tener miedo de morirnos de hipotermia en invierno.
Jin suspiró profundamente: odiaba no poder darle todo lo bueno que Jungkook quería, pero el pago del departamento se estaba alzando por los cielos y él solo podía apretar su cinturón para compensarlo.
El próximo año ahorraría lo que más pudiera. Pediría horas extras desde el lunes por la mañana para partir con ese ideal para el próximo invierno.
—Duerme, Kookie.
—Buenas noches, hyung.
Atrás había quedado el rebelde Jeon Jungkook. Seokjin estaba tan feliz de haber recuperado a su conejito, incluso si eso significó tener que renunciar a su carrera de química y farmacia al segundo año de estar cursándolo y después de dos diplomas de "mejor alumno".
Recordó las palabras de su madre mientras el cuerpo de su hermano se apretaba al suyo. Estaban tan acostumbrados a las muestras de cariño que le parecía totalmente natural cobijarlo. Su madre había dormido con los tres en la misma cama durante mucho tiempo cuando trabajaba de interina en una mansión de uno de los magnates más grandes de Corea.
No dejes a Kookie atrás.
Nunca, mamá. Nunca.
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Glimpse of us [Jintae/Taejin]
FanfictionSeokjin estuvo enamorado hace más de dos años, pero se obliga a pensar que esa vida nunca existió para él. Recuerdos dolorosos acuden cuando piensa en ese tiempo, y la pérdida de su propio corazón. Se juró nunca volver a verlo. Se juró que lo deja...