37: emoji carita bufido

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- ¿Qué acaba de decir el italiano? - dice mi padre nervioso y me busca con la mirada.

- Gracias - digo con odio mientras asesino con la mirada al italiano. - Pues verás, - cojo aire y mi padre me mira impaciente - hemos pensado que ya que el año que viene se queda solo, me iría yo a vivir con él. Vamos a estar ganando dinero y...

- Y no te está pidiendo permiso - golpeo la pierna de mi novio y observo como la vena de la frente de mi padre empieza a palpitarle.

- ¿Tú madre lo sabe? - pregunta papá alterado.

- No y la idea era decirlo cuando estuvieseis los dos pero el imbécil que tengo como novio no se ha podido aguantar las ganas - le sonrío falsamente.

- Lo peor es que tú madre chillará de emoción - se queja papá. - ¿Y tú te vas a quedar otra vez a gorronear de nuestra comida? - pregunta al italiano y Damiano sonríe.

- Bueno, mi idea era que saliésemos a comer, invito yo, para celebrar que a los dos nos han dado un buen sitio para hacer las prácticas - tanto mi padre como yo le miramos sorprendida. No esperaba ese gesto del italiano. No es que el chico nunca invite, ni mucho menos, cuando puede lo hace. Pero es la primera vez que ha dicho muy enserio de invitar a mis padres.

- ¿Y a donde me piensas llevar? Porque paso de ir a un restaurante italiano - se queja papá y yo le pongo mala cara, el chico está invitando, por educación que  se calle. - Ademas, los italianos solo sabéis hacer pizzas y macarrones.

- Bueno, se ve claramente que tus años en Italia viviste encerrado en casa de tus padres - murmura Damiano contraatacando. - Eso o que tienes un paladar pésimo que no te permitía salir de la pasta y la pizza.

Mierda. Al final se matan.

- ¿Has visto hija? Es un muy mal partido para ti, deberías dejarle - Damiano bufa y mi padre sonríe victorioso. - Le ha faltado el respeto a tu padre.

- No, simplemente he aclarado que tus intentos de sacarme de quicio son literalmente pésimos y que lo único que hace es dejarte ver como un xenófobo - miro boquiabierta al italiano, no acaba de soltar eso.

¿Pero cual es mi sorpresa? Que papá se está riendo. Literal. A carcajadas. Y el maldito italiano también.

Os juro que no entiendo esta amistad que tienen.

La puerta de casa se abre y tanto Ivar y yo huimos de la escena de dos desquiciados lloriqueando de la risa.

Deberían de hacerse mirar eso, no están bien de la cabeza. Igual y Damiano si que debería pisar el ala de Psiquiatría para que le hiciesen un chequeo. Ah, y que se lleve a mi padre también.

- Mamá, estos dos no están bien de la cabeza - susurró a mamá mientras ella ve la escena.

- ¿No se llevaban mal? - me mira y asiento. - Espero que sepas que la faceta de tu padre se ha caído y que claramente acepta al italiano.

- Eso lo sabía desde el minuto en que se conocieron, Damiano sabe ganarse a las personas - mamá mueve rápidamente las cejas y me guiña un ojo. - Te recuerdo que tiene novia y que soy yo.

- Chica, que no te lo pensaba robar - dice toda digna y se va. Dejándome con otra palabra más en la boca.

¿Mi familia? Muy normal. Normal para encerrarnos.

El frío no remite y es por eso que prácticamente voy caminando pegada a Damiano, y obviamente, aprovechando el momento. Llevo todo el camino preguntándole al italiano a donde nos piensa llevar y el muy imbécil piensa improvisar, porque efectivamente iba a llevarnos a un restaurante italiano, y pese a que le he dicho que a todos no gusta esa comida, el chico, que es cabezota, ha decidido que mejor vamos a otro.

A escondidas de mi padre, quien camina tras nosotros, miro restaurantes que conozco y que sé que no van a ser excesivamente caros. Hago la reserva en uno que he ido varias veces y tras hacer eso suspiro.

Sigo sin tener noticias de Laia, y esto me empieza a molestar. Vale que tenga que pensar en lo sucedido, pero las cosas se hablan.

Somos amigas de toda la vida y porque el maldito de Hugo dijese eso no iba a pasar nada. No voy a cambiar con ella por saber que yo le gusto. No voy a sentirme incómoda, ni mucho menos. Quiero a mi mejor amiga y aunque no pueda corresponderle de esa forma, no significa que no quiera estar con ella, como siempre hemos estado.
Damiano insiste en que Laia tarde o temprano terminará cediendo a hablar.
Pero lo que no sabe es que en cuanto nos dieron el alta y estábamos libres de COVID, vaya, hace un día. Fui corriendo a casa de Laia.
No puede hablar con ella directamente, pero fue su madre quién me dijo que Laia no se sentía bien con lo que había sucedido y que no quería verme en un tiempo porque necesitaba aclararse.
Y yo simplemente le grité a través de una puerta que al final iba a hacer lo que Hugo había predicho, y bueno, como forcejee la puerta, la madre de Laia terminó invitándome a irme.

- Laia está huyendo - murmuro en cuanto de nuevo veo como está en línea y mis, probables, mil mensajes los está ignorando.

- Si quieres después te acompaño a su casa y entre los dos la sacamos para que de la cara - sus palabras me hacen sonreír, muy capaz es. - Porque el tiempo de reflexionar ya se ha agotado. Lo siento, pero a mi también me está desesperando - murmura el italiano.

- Pero bueno, ¿no eras tú quién me decía que le diese tiempo? - le miro con una ceja alzada y él sonríe.

- Así es, pero me he cansado. Hemos estado quince días confinados y no ha tenido contacto externo, eso ha sido mucho tiempo para reflexionar - murmura. - Quizás es que ella necesita mucho más tiempo, pero yo que se, es hablar lo que pasó y listo. Puedo entender que le cueste, como a mi me costo ceder a mis sentimientos y terminar hablándolo contigo, porque me costó bastante - le guío porque casi se confunde de calle y él asiente agradecido. - Y bueno, mi situación no era la misma. Yo sabía lo que sentías por mi y simplemente teníamos que aclarar ciertos puntos, pero ambos éramos conscientes de que había futuro.

- Y ella es consciente de que entre nosotras no, ¿no? - digo dudosa.

- Bueno, al menos a día de hoy, a no ser que me dejes por ella - ya está usando ese tono pícaro.

- Créeme, ojalá me gustasen las mujeres - papá dice algo que no le entiendo y decido bajar un poco el tono de voz. - Porque tendría una pareja de tres, Laia, Vic y yo.

- ¿No shippeabas a Vic con Thomas? - pregunta mientras ríe.

- Y efectivamente, como Wattpad bien me ha educado, Vic y Thomas terminarán casados, con una casita en el lago, dos niños y un perro - al escucharme suelta una carcajada.

- Creo que debería de investigar esa app, mucha gente me ha hablado de ella. Pero deberías darme tu cuenta, por si has escrito algo sobre mi - me pone su miradita y yo trago saliva. - ¿Por qué ese silencio?

- Por nada - me separo de él y me paro delante del restaurante.

- Voy a descubrir tu cuenta y pienso leer todo lo que has escrito, estás advertida - susurra burlón y deja pasar a sus suegros.

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Holi, os dejo esto por aquí y me voy

Besis

Mamá, ¿te gustan los italianos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora