Capítulo 27: Confianza ciega.

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Alina.

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—Se acercó siendo un desconocido —susurró Matthew mientras sus ojos estaban sobre mi—, y terminé descubriendo que era mi padre biológico.

—¿Cómo lo descubriste?

—Me llamó por mi verdadero nombre, en ese punto de mi carrera nadie lo sabía; solo mi madre y Preslie, claro, incluyendo a mi padre biológico...

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...un chico con grandes expectativas tiende a ser engañado con mayor facilidad, es cegado a tal grado por sus propios sueños; siente que el mundo le pertenece y que puede poseerlo todo pero al final del día, aparece ese alguien que derriba tu imperio desde las bases para destruir todo por completo.

—Hey, aquí estás —saludó Jerson cuando ingreso al camerino—. ¿Listo?

—Tengo nervios —admití—. Es mi primer concierto con tantas personas.

Jerson se situó a mi espalda, colocando sus manos sobre mis hombros, ambos nos miramos fijamente a través del espejo.

—Cada que salgas, mírate a los ojos y recuerdate a ti mismo porque estás aquí —me señaló y entonces me mire a mi. Solo a mi—. ¿Por qué estás aquí?

Exhalé, liberando el aire que contenía.

—Por mis padres, por mi —susurré con tono bajo—. Por mis sueños.

—Esa es la motivación —palmeó mis hombros con firmeza—, ahora ve y demuéstrales a todos quién es Matthew Henderson.

Asentí con seguridad.

Seguridad que incrementó en mi con el pasar de los años gracias a las palabras de Jerson. Antes de cada concierto sus palabras son las que me recuerdan quién soy y qué hago.

Estaba profundamente agradecido con él, mi confianza en cada presentación se debía a su orientación; él era el tipo de hombre al que admiras y solo por un instante deseas imitar.

Yo deseaba ser como él.

—Universo —escribí mientras Jerson se recargaba sobre la pared, mirando atento mis acciones—; te escribe Matthew Henderson...

—¿Cómo funciona eso?

—Solo escribo mis anhelos al universo —le mostré mi bolígrafo y libreta de pasta dura color marrón—. Hace tiempo que mi madre me la heredó.

—¿Tu madre?

—Sí, ella la tenía cuando era adolescente y ahora pasó a mi posesión.

—¿Te concede cada anhelo, Matthew?

—Mírame donde estoy ahora —señalé el lujoso despacho en el que me encerraba horas para escribirle al universo o componer canciones.

—¿Es sobrenatural?

—Es como la magia —respondí mirando mi página en blanco, excepto por un corto saludo—; hay quienes creen en ella, hay quienes no.

—¿Cuánto llevas escribiéndole al universo?

—Desde que sé escribir —confesé con vergüenza—, mamá debía enseñarme a manejar este don sin avaricia ni ambición de por medio y que mejor que un alma pura.

¡Hey, 60544!: EMISORA.EN EDICIÓN.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora