Capítulo 4

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Al día siguiente, mientras esperaba a sus amigas en la entrada, Luz volvía a intentar desbloquear el sistema de su brazalete. Finalmente, logró desbloquear una página de noticias y gritó victoriosa en forma de susurro. Comenzó a leer algunos titulares mientras sus amigos gemelos la observaban desde lo alto de las escaleras.

—¿Ves? Ella está bien —comentó Dylan.

Logan renegó — Nunca dije que no lo estuviera — Aunque la verdad era que Dylan también estaba preocupado, pero no quería admitirlo. —Parece que no le ha pasado nada malo y, de hecho, parece más alegre de lo habitual — agregó.

Mientras tanto, Luz seguía leyendo las noticias y jugueteando con su brazalete sin percatarse de que sus amigos la observaban con cariño desde lejos. El hermano mayor seguía sintiendo una incómoda sensación ante la idea de que aquel chico lograra lo que realmente quería de ella.

Los chicos entraron después de su breve conversación. Al mismo tiempo, las tres chicas llegaban a las escaleras donde notaron la expresión nerviosa de Luz, lo cual les preocupó. Sin embargo, al verlas aparecer, la expresión de Luz cambió rápidamente a una alegre. La rubia se preguntó si sus otras dos amigas también habían notado ese cambio repentino, y ambas se miraron desconcertadas, pero pensaron rápidamente que podía deberse a los padres de Luz.

—Buenos días, Luz —saludó la chica de pelo negro con una sonrisa.

—Buenos días —respondieron al unísono las otras dos chicas, también con una sonrisa en el rostro.

—Hola chicas, quiero deciros algo —dijo la de ojos color café levantándose con energía—Hoy...

—¡Feliz cumpleaños! —interrumpieron las tres, abrazando a su amiga emocionadas.

—¡Ah! —sorprendida al verse rodeada, intentó abrazarlas a todas al mismo tiempo pero no lo logró. —Gracias —agradeció con una amplia sonrisa después de que se alejaron.

—¿Qué querías decirnos, Lucecita? —preguntó curiosa una de las chicas, impaciente por escuchar lo que su amiga tenía que decirles.

—Son varias cosas, en el descanso os lo cuento —respondió Luz, dejándolas con la intriga.

—¿Nos vas a dejar con la duda? —se quejó Dasha con un puchero en los labios, mientras que Charlotte asintió con tristeza al sentirse igual de intrigada.

—Des-pués —repitió Luz, juguetona, comenzando a andar por delante de sus amigas y dando leves saltos.

—¿Qué le pasa hoy? —preguntó Holly, curiosa por el comportamiento de su amiga.

—Luego nos lo contará —respondió Dasha, quien ya estaba acostumbrada a los misterios de Luz.

Mientras subían las escaleras, Luz continuaba hablando animadamente sobre su último proyecto artístico. Las tres chicas la escuchaban con atención, pero su atención se desvió al sonar el timbre de la siguiente clase.

—Vamos, llegamos tarde —dijo Dasha, apresurando el paso.

Pero para su sorpresa, Luz no se inmutó. Continuó caminando a su propio ritmo, como si el sonido del timbre no hubiera tenido ningún efecto en ella. Las chicas se detuvieron y la miraron con desconcierto.

—¿No vas a salir corriendo? —preguntó Holly, incrédula.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —respondió Luz, sin comprender la reacción de sus amigas.

—Porque siempre lo haces —explicó Charlotte, con una sonrisa irónica.

—Ah, sí —rió Luz, recordando las veces que había salido corriendo por los pasillos al sonar el timbre. Pero esta vez, algo en su interior había cambiado.

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