Caer en cuenta

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En cuanto terminaron su baile, ambos fueron a tomar algo y pensar: sentados uno al lado del otro.

Todos habían visto aquel vals, como nunca antes sucedió algo igual. Luna, Ninja Nocturno y Romeo estaban extrañados por eso, no podían explicar con palabras el sentimiento que les causó presenciarlo.

Pharaoh Boy sonrío al tomar asiento, un sentimiento crecía desde su interior de forma involuntaria ¿era normal?, esto ella no lo notó. Se dedicó a pasarle un batido de fruta con el bullicio de fondo. Este plácido dio un sorbo y habló:

¿Quieres jugar?, estoy seguro que puedes vencerme en esta ronda.

«Sé que no se negará» pensó él.

Por supuesto, te venceré, chico faraón.

¿Ah sí?, ¿qué te garantiza? —Puso una expresión divertida y se cruzó de brazos.

Confío en mí, no me desvío, hago buenos planes y. —dijo ella con seriedad y presunción. Estaba segura que así eran las cosas. Sin embargo, esa frase dicha daba suficiente información acerca de ella y no deseaba que se descubriera su plan—... quiero decir; no soy mala jugando.

«Aquí hay gato encerrado»

Lo sé, sabía que tenías mucha habilidad. Bailas magnífico y no dudo que también sepas hacer otras cosas.

Eh, gracias. Cuéntame ¿que sabés hacer?

No te podría decir mucho, sabes que no salgo a diario de mi esfinge.

Entonces, ¿qué te parecen los héroes en pijama? —Esa pregunta sobresaltó al de ojos amatistas, que comenzó a tomar más de su vaso—. ¿Qué tienes?

Nada, Octobella, sólo recordé una cosa.

Suspiró—. ¿Entonces?

Los héroes son unos sirvientes torpes, nada interesantes. Imagínate que cuenten su testimonio en una novela, sería muy aburrido de leer. ¿Qué opinas tú?

Sí ellos son aburridos. Respecto a lo que piensas de ellos, ¿cómo que sirvientes?

Ante esa pregunta Pharaoh Boy se levantó de la silla y no le dio tiempo para pensar. Fue una sorpresa de su parte, según la chica pulpo.

«Él es misterioso»

¡Espera! —Salió en busca del villano.

Desde lejos, Robot Pirata miró con desconcierto ese ambiente, los demás villanos también guardaron dudas no resueltas. Nadie hasta ese instante descifró el objetivo de aquella arcana conversación.

El niño científico yacía cruzado de brazos mirando al único más interesado en el asunto: Robot Pirata. La albina bostezó de la nada, algo que no era habitual, estaba esperando a cierto villano.

Era otro entorno más para la pulpo.

Entre la música como fondo, un ruido del exterior se apoderó de la atención de todos, se oyeron pisadas veloces hasta el club, donde la estaban pasando. Como modo de defensa automático, el pequeño robot apuntó con firmeza su espátula a la puerta, Luna su imán lunar, el de gafas un invento que no logró ser confiscado de sus manos, los lobeznos preparados para atacar y Octobella se ocultó detrás del robot, cerró sus ojos atemorizada. Los villanos retrocedieron antes de percibir al noctámbulo siguiente.

La Quiero a Ella (Pharaobella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora