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Estaba bien. Todo iba a estar bien.

Bueno, no del todo, pero Tony siempre ha querido mostrarse así ante los demás. Hacerse el fuerte. ¿Ego? Puedes llamarlo así, aunque más bien parece una forma de autoconvencerse de que verdaderamente está bien.
Huyendo del dolor. A fin de cuentas, ¿quién no teme tocar fondo?

Y es curioso. Una de las peores o mejores -según se vea- características que posee Stark, es su complejo de héroe, que nace de su necesidad de enmendar sus errores del pasado, de su sentimiento de culpabilidad. Le hace actuar aunque no quiera, aunque su yo egoísta le ruegue por su vida y le pida clemencia. Él sigue actuando. Aunque tema tocar fondo. Él... sigue actuando.

En esa exacta situación se encontraba ahora. No era nuevo para él: Sacrificarse, para después dar todo de sí e intentar salir de esa.

Lo nuevo esta vez es que, quizá, todo no sería suficiente.

Tenía una misión. Se podría decir que... La más importante, y también la última. Solo tenía que chasquear. Solo eso... Pero si era tan sencillo, ¿por qué sus manos temblaban tanto? ¿Por qué su mirada, aferrada a unos bonitos ojos azules, erradiaba terror?

Pues porque él no quería. Tenía aún toda una vida por delante. Y no quería no volver a ver esos ojos azules nunca más. No quería dejarlo solo. Ni a Stephen, ni a Peter.

Había hecho esto por ellos. Lo había hecho tan ilusionado, con la idea de conseguir traerlos y volver a hacer una vida normal con ellos... Quería al fin, cuando todo volviese a la normalidad, confesar sus desordenados sentimientos al doctor.
Claro que ahora sus planes se desmoronaban por completo.

Decidió cerrar sus ojos, teniendo como última imagen el rostro de Stephen entristecido, y, como siempre hacía antes de realizar alguna estupidez de las suyas, de esas de jugarse la vida, habló.

-Vamos, no te lo pienses... -se convenció a sí mismo en un susurro.

Pronunció esas iconicas palabras hacia Thanos, socarrón, como siempre, escondiéndose una vez más detrás de su armadura, e inició una pequeña cuenta atrás.

Tres... Dos...

Uno...

Hecho.

Un estruendoso destello. Muy molesto para los oídos de Tony, que pitaban como unos desgraciados, aturdiendolo por completo.

Casi sin poder ver ni oír y con un constante dolor que se extendía por todo su cuerpo, el castaño buscó lo antes posible un lugar donde reposar.

No tardó en llegar alguien. Tony reaccionó como pudo al reconocer esa capa roja, ese traje de monje que siempre le llamó la atención, ese cabello que aún con canas le favorecía. Stephen impidió que se moviera, poniendo su mano en el hombro de Stark y recostandolo sobre aquel árbol nuevamente, mientras le murmuraba con una voz suave. -Sh... Estoy aquí. - sujetó levemente la mano libre del mayor. -No te fuerces.

Stephen, Stephen, Stephen...
Sus manos temblaban más de lo habitual.

Él lo sabía. Sabía que esto resultaría así. Y su impotencia... Su impotencia le mataba por dentro. Sabía que esa era la única manera. Pero no podía no llenarse de odio por dentro al pensar en lo caprichoso que es el futuro. Y se sentía pequeño, porque él no podía hacer nada. Se sentía impotente, porque sabía que se iba a ir una de las personas que más le importaban, y que, aún así, tenía que quedarse con los brazos cruzados a mirar como sucedía. No podía salvarlos, ni a Tony, ni a él mismo.

-Tony... -murmuró el hechicero cuando iba a soltar su mano y sintió el débil agarre del castaño impidiendoselo.

Hubo un silencio, que terminó cuando Tony decidió soltar una debilucha risita, mirando a Strange.

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2022 ⏰

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Lost Tomorrow. || One Shot IronstrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora