YOUR NASTY CUTENESS | Kakegurui Fanfic [Mary Saotome x Ryota Suzui]

•× 18 ו

El chico que sonríe

Distrito de Suginami:
Parque Shiori - Pileta central
|23:15 p.m.

Llevaba en su mano derecha una caja de Pocky's de mora azul, y en la otra su celular. Revisó la pantalla de bloqueo para poder asegurarse de una cosa: los mensajes de su abuela, o su prima. A pesar de que no había respuesta alguna de la última, él ya tenía decidido lo que iba a hacer. La verdad era que no se le había ocurrido otra cosa, y después de lo que había presenciado, tampoco sabía si había otra opción.

   Desbloqueó el celular con el día de su cumpleaños, y rápidamente fue a marcación rápida. Ella era el número cinco.
Caminó unos pasos más para alejarse de la fuente de aquel solitario lugar. Definitivamente la situación no podría haber sido prevista, y eso complicaba las cosas. cuando el timbre de espera terminó de sonar, se detuvo, mirando la calle del frente.

   — ¿Ryo? —se le escuchaba cansada. Olvidó que ella dormía temprano, a pesar de ser sábado.

   — Okahami, —carraspeó un poco. Su garganta estaba algo seca—. Hola...

   — ¿Mph... Ya estás llegando? O estás afuera... ¿Necesitas que te abra la puerta?

   — No, —giró hacia atrás y se devolvió al instante. Sus dientres tiritaban cada que se disponía a hablar. Había a comenzado a hacer frío y temía que fuese a llover otra vez—. Es más que eso.

   Una parte de su cerebro no sabía lo que hacía realmente. Todo había sido tan repentino que parecía ficción. Aparentaba ser una función teatral llevada a un clímax gracias a un giro de trama tan surreal que hasta había llegado a golpearle.

   Giró otra vez por sobre sus talones y miró directo hacia la pileta. Esta rociaba perezosamente un chorro de agua hacia el cielo, el cual culminaba a unos dos metros y luego caía por los costados. Entre el cristalino chorreo, podía entrever una silueta crema y azul. La cabellera rubia se veía como una cascada fantasmal amarilla desde su punto de visión. Llevaba en la misma posición desde que se había sentado ahí, en aquella banca opuesta. Suzui, por su lado, no se había dirigido a ella desde que llegaron.

   —¿En serio está todo bien?

   — Eh... —se removió de nuevo—. Sí, y-yo estoy bien. Sino que... —miró hacia el cielo—. Estoy con un amigo y... y no se siente muy bien que digamos.

   — No entiendo, ¿Qu-? ¿Dónde estás?—ahora se le escuchaba más despierta.

   — E-En Suginami, lo acompañé a su casa.

   — ¿Estás en Suginami a esta hora?

   — Se sentía muy mal, Okahami.

   Un bufido al otro lado de la línea. No había querido despertarla y menos generarle ese malestar.