Cap 2 - Cabaña 11

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Abrí los ojos con lentitud

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Abrí los ojos con lentitud. Mi cabeza daba vueltas. No recordaba absolutamente nada, ni siquiera sabía dónde estaba.

Sábanas blancas.

Fueron lo primero que vi. ¿Estaba muerta?

Traté de incorporarme pero todo esfuerzo resultó inútil.

Maldito, mullido y cálido colchón, ¿por qué me retienes en contra de mi voluntad?

Desistí de forzar mis cervicales e inexistentes músculos abdominales y simplemente me quedé mirando el techo, por cómo se elevaba en forma de pico, parecía que estaba en una especie de carpa.

Pero no una carpa de pez, sino una de esas que se suelen utilizar en las bodas a las que asisten más personas de las que uno pueda contar y que solo están allí por el bufet y no porque realmente conozcan a los recién casados que hospedan la celebración, sí, exacto, ese tipo de carpa.

— Hey niña, despertaste.

Traté de girar la cabeza para ver de dónde provenía la voz, pero no hizo falta porque en apenas unos segundos la tuve delante.

Se trataba de una mujer de mediana edad, no tenía arrugas en su rostro, pero parecía que el tiempo sí le había pasado factura a su cabello, el cual se encontraba algo grisáceo.

Sus ojos grises me miraban con curiosidad y en su hombro descansaba un pequeño búho.

— ¿Disculpe? ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí?

— Tranquila niña, estás en buenas manos, mi nombre es Eda Clawthorne, hija de Dell Clawthorne y descendiente de Atenea.

Hizo una pequeña pero graciosa reverencia, su pequeño amigo plumífero giraba la cabeza hacia un lado y otro tratando de distinguir si yo era una amenaza o no.

— Te encuentras en el maravilloso Campamento Mestizo, llegaste hace unos días con Steve, al parecer te desmayaste bajando la cuesta del Campamento... te golpeaste la cabeza contra un pobre yunque de forja.

— Oh, ya veo. Voy recordando algo, creo.

Me llevé instintivamente la mano a la cabeza. Sí, definitivamente ahí tenía una nueva cicatriz, seguramente me habrían dado puntos.

— ¿Dónde está Steve?

— Oh, se fue hace unos días, tenía clases en la Universidad, dijo que trataría de venir este fin de semana, pero que no prometía nada, tenía trabajos que entregar y andaba mal de tiempo.

Se encogió de hombros. Con la mirada buscó en la carpa una silla, luego procedió a sentarse a mi lado.

— Ya sabes cómo son estos universitarios de la NYC U. tan aplicados... yo también lo sería si tuviera que pagar al curso sesenta mil dólares.

Las hijas del Olimpo - Lumity [TOH-PJO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora