XVI

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La cena en casa de Higuruma, sirvió para que Haibara confirmara la sospecha que tenía sobre sus mejores amigos.

Siempre pensó que el momento en que ellos por fin se reunieran, sería un día feliz en el que todos podrían celebrar y suspirar aliviados (sobre todo), pero ahora, a medida que veía los distintos hilos de la vida de Nanami deteriorarse con rapidez, la situación se parecía más a una pesadilla, de la que solo se podría escapar cuando la muerte apareciera en la puerta.

Haibara odiaba pensar de esa manera tan deprimente, pero no podía seguir negando la realidad: estaba a punto de perder Nanami, su mejor amigo, su hermano del alma, y mantenerse a raya, significaba desperdiciar el poco tiempo que les quedaba.

A pesar de la resaca que tenía, Haibara se levantó poco después del amanecer, demasiado temprano para ser domingo, pero quería visitar a Nanami lo antes posible porque esperar más tiempo era un pecado. Si bien no estaba seguro de cómo iba a abordar el tema en cuestión sin hacer enojar a Nanami, o incomodarlo por ser invasivo, pensaba que decirle que lo sabía todo, era una buena forma de empezar.

—Estás hablando solo otra vez —se quejó Geto, alejando la sábana con la que se había tapado la cara para aislarse de la luz—. ¿A dónde vas tan temprano?

—A hablar con Kento —Geto resopló y se giró en la cama, dispuesto a seguir durmiendo, aunque su esposo se fuera a que destrozaran su corazón, de nuevo.

En otra situación, le habría pedido que lo acompañara, pero Haibara sabía que su esposo ya se sentía lo bastante culpable por sus intervenciones fallidas y no quería hacerlo sentir peor. Así que se acercó para besar su frente y luego continuó vistiéndose mientras ensayaba entre murmullos lo que le dirá a su amigo.

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Saber que sus amigos tenían un algo era una cosa, pero verlos enredarse el uno con el otro, sin siquiera intentar ser discretos, era muy distinto.

Haibara siente que su estómago se revuelve al ver a Gojo acariciar la mejilla de Nanami, mientras que él se inclina para besarlo. En su ingenuidad pensó que su relación (o como quiera que llamaran a lo que estaba sucediendo entre ellos), no había llegado tan lejos. Sin embargo, verlos con la misma ropa que llevaban la noche anterior, acariciándose sin decoro dentro de un auto que en realidad pertenecía a Higuruma y no a Gojo, abrió la puerta a una posibilidad que Haibara ni siquiera se permitió contemplar hasta ese instante: Ellos se estaban acostando, lo cual era muy decepcionante.

No estaba sorprendido por Gojo, ya que no era la primera vez que lo hacía, pero ver a Nanami caer en el juego, le resultaba inverosímil; no era congruente con los valores y la moral con la que se regía y de los que él solía enorgullecerse. Todavía podía recordar aquella vez en la que mejor amigo había estado furiosamente indignado con uno de los exnovios de Gojo cuando se descubrió que le era infiel, sin embargo, ese enojo ni siquiera se comparó con la rabia que mostró al saber que fue Gojo el primero en engañar y que no se arrepentía sus acciones. En otras palabras, el hombre que ahora se besuqueaba en el auto con Gojo, no era Kento Nanami.

—¿Qué es lo que ves? —le preguntó a su esposo a su lado, que al final sí lo había acompañado, a pesar de que Haibara intentó hacer que quedara a descansar.

—¿Qué Satoru le está metiendo la lengua hasta llegar a la garganta? —respondió exhalando el humo de su cigarrillo. Haibara lo miró con insistencia para que le dijera algo mejor—. Bien... Satoru es borroso y Kento sigue estando demasiado enamorado para su propio bien.

Haibara suspiró y volvió a mirar por el retrovisor, justo cuando parece que Nanami quiere bajar del auto, pero Gojo tira de él para que vuelva y comienzan a besarse otra vez. Es repugnante, aunque no está seguro de si su sentir es por el acto en sí mismo, o si se debe a que el hilo dorado que los conectaba hace mucho que se rompió.

You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora