10. Estrellas

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Diana
—¡Despierta, que son las ocho! —Suspiré con frustración en su oído.

—¡Gusssss! ¡Que empiezas a trabajar ya! —Él se movió y se dio la vuelta, apenas abriendo un ojo.

—Vete tú, que llegas una hora tarde —murmuró, medio dormido.

Me senté a su lado, lanzándole una mirada de advertencia. —He fichado, se supone que estoy patrullando.

/ Diana, ve a ayudar a Justin. /
/10-4/
/ ¿Dónde demonios está tu novio? /
/¿Le has llamado? /
/10-5/.

—Voy a comisaría, ¿te vas levantando? —Él negó con la cabeza, enterrando su cara en la almohada. Resoplé y me fui hacia la comisaría.

—Hola, Leo. ¿Qué pasa? —Pregunté, notando que su expresión era de pura frustración.

—No consigo que este tipo hable. Si no lo hago, me van a echar— Puse una mano en su hombro.

—Déjamelo a mí—Entré en la sala de interrogatorios, donde el sospechoso estaba sentado, intentando aparentar calma.

—Buenos días, señor —dije con voz firme, Leonidas se adelantó.

—¿Quién te vende las pastillas? —El chico soltó una risa nerviosa, evitando el contacto visual. Saqué mi navaja y miré a Leo, indicándole que pusiera las cámaras en bucle. Él iba a salir de la sala, pero el chico, asustado, habló.

—¡Tom! —Se veía muy nervioso.

—¿Tom qué? —Pregunté, acercándome más a él.

Miró hacia todos lados, como buscando una salida. —Tom Raya.

Ese nombre me sonaba de varios atracos recientes. Solté al chico, y Conway apareció junto a Leo y a mí.

—¿Ya lo habéis sacado? —dijo Conway, con su expresión seria.

—¿Quién es el proveedor? —preguntó, cruzando los brazos.

—Tom Raya—Conway asintió, con una expresión pensativa.

—Bien, informaos sobre él. Diana, estás dentro del caso. —Estaba por irse, pero se detuvo y me miró con el ceño fruncido.

—¿Dónde está Gustabo?—Me quedé en silencio un segundo.

—No lo sé—Conway se quitó las gafas, mirándome intensamente.

—Encuéntralo y dile que venga a mi despacho— Salí de la comisaría y me fui a casa en la moto. Al entrar, ahí estaba Gustabo, tirado en el sofá, tan tranquilo, como si fuera domingo.

—¿Todavía estás aquí? —le miré, cruzándome de brazos.

—Le acabo de escribir a Conway que me siento mal— No pude evitar reírme de lo absurdo de su excusa. Al instante, recibí un mensaje de Conway: "¿Dónde vive Gustabo? Pásame la ubicación."

Suspiré, dudando unos segundos antes de contestar. "Ven a mi casa".

Fui a la cocina, me serví un vaso de agua y justo en ese momento sonó el timbre. Abrí la puerta y, como esperaba, ahí estaba Conway.

—Buenos días, nena —Fue directamente hacia Gustabo y le puso la mano en la frente.

—No tienes fiebre—Sacó la porra y miró a Gustabo con una sonrisa maliciosa.

—A ver, nena, ¿qué te duele?—Gustabo fingió pensarlo un segundo.

—La cabeza, mucho—Conway fue hacia la basura y sacó una botella de vodka casi vacía.

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