Dicen que el amor no existe, pero se equivocan.
Puede que no conozcan el amor, puede que no sepan lo que es.
Hay amor en todos sitios y se presenta en las más variadas formas.
Yo he encontrado y conocido el amor a tu lado.
¿Recuerdas cuándo nos conocimos? Aquella tarde clara de verano en aquél parque. Tú llevabas un vestido del mismo color de tus labios, de un rojo brillante. Fue gracias a tu tierna y dulce sonrisa que supe que te amaría por siempre.
Pasamos todo el tiempo que pudimos juntos, hasta que tuviste que volver a tu ciudad. En cambio, no podía dejar que la chica más bella, inteligente, simpática y graciosa que había conocido en toda mi vida se marchase así como así. ¿Recuerdas la cara que puso tu padre cuando le pedí tu mano?
El día de nuestra boda fue precioso. Nunca había visto tanta belleza en una persona. ¿Recuerdas cuándo nació nuestra hija? Nunca habíamos sido tan felices.
¿No te ha pasado nunca lo que a mí? ¿Nunca te has sentido cansada? ¿Nunca has querido huir sin mirar atrás? Sé que sí, me lo dices cada día al despertar, miras al techo blanco de esta fría habitación y me suplicas, me imploras, una salida más rápida, una escapada de este mundo cruel.
Sé que no deberías pensar así, sé que no deberías sentirte de esta forma, pero yo no soy quien decide cómo te has de ser. Esto es algo que yo no puedo evitar.
Durante un tiempo fuimos los protagonistas de nuestras vidas, aunque ahora parezca que somos el personaje secundario de la vida de otras personas. Siento que hemos fallado en nuestro papel, siento que hemos arruinado toda la obra teatral, porque los protagonistas han sido tan torpes, tan desdichados, tan mal aventurados, que han tenido que dejar al resto del elenco sin la pieza más importante.
Esto no es justo, nadie nos avisó que cuando te subes a la montaña rusa de la vida hay subidas, bajadas, rectas, curvas y, en ocasiones, una vía cortada por la que caes al vacío. Y ya no hay vuelta atrás.
Daría la vida por revivir esos momentos efímeros de felicidad, donde no nos preocupábamos por nada y simplemente vivíamos a nuestra manera. No nos preocupábamos por los pensamientos de otras personas; vivíamos para hacernos feliz el uno al otro, nada más.
Tus ojos, cansados, dolidos y tristes, como un reflejo de tu alma, gritan "¡huye!". Esos ojos que han visto más de lo que jamás pudiera haber llegado a imaginar. Has visto amor en mis sonrisas, has visto el infinito en mis miradas y ahora siento la soledad en tus palabras. Y eso no lo puedo soportar.
Por eso, cariño, tengo que dejar que nuestro amor triunfe no sólo en este mundo. Quiero seguir amándote de por vida.
Siento que sufras, siento que me mires con tus ojos, esos preciosos luceros que un día despertaron en mí las ganas de amar, ahora apagados por el paso del tiempo, la edad y las enfermedades. Siento que no puedas ser feliz porque la enfermedad te ha destrozado y sigue haciéndolo día tras día, y cada vez con más intensidad.
Estás cansada de tantas terapias que lo único que hacen es matarte el alma.
Aún recuerdo el día que nos dijeron lo que padecías. Fue el día más doloroso de nuestras vidas. Puedo, incluso, ver en mi memoria al médico con una mirada triste, diciéndonos que lo siente, a ti, mirando unos papeles en la mesa y a mí, mirando tu cara, viendo como empalidecías poco a poco, como moría progresivamente tu alma.
Hay veces que en un segundo todo tu mundo se viene abajo. Hay veces, que, lo que parece empezar como un día normal, se convierte en el principio del fin, se convierte en el último suspiro de toda tu vida.
Recuerdo dejarlo todo atrás, recuerdo las frías tardes de invierno en el hospital, recuerdo a los pobres niños atados igual que tú a esas dichosas bolsas con líquidos que, en vez de dar vida, parecía que la arrebataban.
Quiero que lo sepas, lo que voy a hacer es un gesto de amor. Espero que nos perdone la gente que nos quiere, que entiendan que no había otra opción; ya no eras tú, tú ya te habías ido hace tiempo, te fuiste ese día en la consulta. Y yo me fui contigo.
Así que llegó la hora, siento tener que hacer esto porque te amo, te amo con locura desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron.
Pero lo hago por eso, porque me duele verte sufrir, ver cómo me suplicas todos y cada uno de los días que te quite la vida, que te de alas y que te suelte en el cielo para poder volar libre, para poder alejarte de este sufrimiento terrenal.
Ya no hay nadie en casa, estamos nosotros dos. Te acercas a mí, con la llave de tus cadenas en la mano, me miras, suplicante. Una lágrima no puede evitar escaparse de mis ojos y parece que de los tuyos tampoco. Te abrazo y sin decir nada te beso. Ambos sabemos qué es lo que viene, ya lo hemos hablado millones de veces, al principio como una broma, luego como algo más serio, y al final como algo real. Has pasado por demasiado y ya es hora de dejar de sufrir.
Tomo esa llave, tomo ese pincel y pinto en tu lienzo, terminando la obra de arte más hermosa de la humanidad. Y después, al verte liberada, me sento vacío por un instante y también yo digo adiós, porque mi vida sin ti carece de sentido.
Fue extraño, fue como volver a nacer, al principio dolió pero al final no sentía nada, sólo sabía que estabas a mi lado.
Abrí los ojos y te vi en el suelo junto a mí, luego alcé la vista y te volví a ver, sonriente y rejuvenecida, con ese vestido rojo brillante que llevabas el día que nos conocimos.
Sonreíste, libre de tus penas y me diste la mano para volar juntos hacia la libertad.
¿Recuerdas cuando fuimos felices? Pues volvimos a serlo.
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Dicen que el amor no existe
RomanceBasado en una historia real. ¿Qué harías si el amor de tu vida se estuviese muriendo? Cuento que presenté al Certamen de Cuento y Poesía "Martín García Ramos".