Capítulo 12

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Era un día como cualquier otro en la cafetería. No había demasiado trabajo, todo estaba bastante tranquilo. 

Estaba recogiendo los vasos de las mesas desocupadas para poder limpiar y poner orden. A pesar del ambiente relajado, notaba a mis dos compañeros un poco raros. Jim iba de arriba para bajo con los pedidos, pero cada que pasaba por mi lado se ponía nervioso. Con Sophia igual, siempre que le entregaba un pedido contestaba acelerada y en seguida se ponía manos a la obra. 

«Esto me huele mal...»

Se pasaron el día igual. Llegó un punto en el que creí que estaban enfadados conmigo. No me dirigían la palabra, solo en lo mínimo. 

Cuando cerramos al mediodía, nos pusimos a trabajar para tenerlo todo listo en la tarde. Estaba lavando la vajilla en el fregadero, parecía que mis dos amigos habían desaparecido. No había rastro de ellos. Llegué a pensar que se habían marchado sin decir adiós, vistos los ánimos...

De repente, las luces de la cocina se apagaron. Me sobresalté por un momento. No veía nada. Intenté tantear con una mano los muebles para buscar el interruptor.

«¿Se habrá ido la luz? Seguro que el moroso de Jim no ha ido a pagar».

En ese momento, vi que había un tenue resplandor que entraba por la puerta de la sala. Dos rostros conocidos eran iluminados por un montón de velas. Y fue entonces que comenzaron a entonar una canción. Una canción de celebración.

Me llevé la mano a la boca, cayendo en cuenta de lo que significaba aquella sorpresa. Se me humedecieron los ojos por la emoción. 

Cuando terminaron de cantar, encendieron las luces y se situaron frente a mí. Ambos llevaban sonrientes una gran tarta con muchas velas. 

—¡Feliz cumpleaños, Avi! —dijeron ambos muy felices. 

Dejaron la tarta en la mesa y nos fundimos en un cálido abrazo los tres.

—Sois los mejores, no tendríais que haberos molestado —dije mientras me enjuagaba una lágrima traicionera que rodaba por mi mejilla. 

—Te mereces esto y mucho más —Sophia puso una mano en mi hombro para reconfortarme. 

—Estoy de acuerdo con ella. Déjanos malcriarte un poco, anda —Jimmy me revolvió mi cabello oscuro de manera fraternal mientras reía.  

Les sonreí a ambos. No sabía qué había hecho bien para merecer tan buenos amigos. 

—Hora de pedir un deseo —pusieron la tarta frente a mí y después de pensarlo un poco soplé.

—¿Qué has pedido? —preguntó curioso el rubio.

—Si te lo digo, no se cumple —reí suavemente. 

—Y las sorpresas aún no terminan —habló emocionada Sophie. Jim sacó una bolsa que tenía escondida tras su espalda y ambos me la dieron. La agarré con curiosidad y miré en su interior. Había una caja de terciopelo azul celeste. Deshice el lazo rojo que llevaba por encima y la abrí. Me quedé boquiabierta. 

Era un precioso collar de plata. Tenía un círculo pequeño a modo de colgante y tres perlas estaban atravesadas en su interior, una morada, otra amarilla y la del centro azul. 

—Las perlas nos simbolizan a nosotros, ya que cada una es del color favorito de uno de nosotros.

Posé mi mano sobre mi pecho y sonreí al ver el collar de más cerca. Era muy bello.

—Me encanta, pero esto es demasiado chicos, muchas gracias —aún sujetando la caja los abracé a ambos. 

Me ayudaron a colocarlo en mi cuello. Era perfecto, de esta manera siempre llevaría un pedacito de cada uno siempre conmigo.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora