Una extraña en Hawkins.

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Olivia daba vueltas y vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño, sin embargo,  le invadía una mezcla de emociones entre entusiasmo y nerviosismo

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Olivia daba vueltas y vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño, sin embargo,  le invadía una mezcla de emociones entre entusiasmo y nerviosismo. Y es que no le era nada fácil empezar desde cero, nuevo lugar para vivir, nueva casa, nueva escuela, nuevas amigas y amigos. Si bien ella siempre habría tenido un carácter y una actitud muy sociable y valiente, había algo en Hawkins que la hacía sentir tan pequeña, tan frágil, pero no podía descifrar el qué. Trató de olvidar aquellos pensamientos y ponerse a dormir de una buena vez, pero al cerrar los ojos también recordaba todo lo que había dejado atrás.

Es decir, había vivido los 16 años de su vida en Manhattan, una ciudad completamente diferente a dónde estaba. Al enterarse de la decisión de sus padres de regresar a su pueblo natal después de tantos años fuera y después de acumular una buena fortuna para vivir cómodamente, sintió un gran nudo en el estómago, sin embargo, no podía quejarse, sus padres siempre le habían dado todo, y sin duda merecían estar en el lugar que los vio nacer, tranquilos y en paz. Desde que se tomó aquella decisión, Olivia se preparó mentalmente durante semanas para que, llegado el día de irse, no le resultará tan difícil, aunque si lo fue. Aún así, ella estaba un poco feliz y emocionada de conocer otros sitios, otras personas, sabía que iba a ser nada sencillo, pero confiaba en ella, siempre le ha resultado fácil encajar, tal vez por su carácter tan alegre y vivaz, pero también fuerte y decidido, siempre dispuesta a ayudar, odiaba las injusticias y sobretodo, a aquellas personas que pasaban por encima de los demás. Entre tantos recuerdos y pensamientos, por fin pudo conciliar el sueño.

Algunos rayos del sol se lograban colar entre las persianas iluminando el rostro de Olivia y provocando que despertara. Se quedó mirando al techo unos segundos antes de decidir pararse de la cama. Visualizo su closet muy rápidamente mientras bostezaba una y otra vez.

-Tu y tu- mencionó mientras tomaba unos shorts de mezclilla y un top de tirantes a rayas. Lo tenía claro, quería estar lo más cómoda y fresca posible.

Se quedó un rato más terminando de alistarse, de repente vio la hora, iba tarde. -¡Mierda!- pensó mientras corría de prisa a su carro.

Y ahí estaba, parada frente a la secundaria Hawkins, estaba con el tiempo encima pero no pudo evitar quedarse parada frente a la entrada unos cuantos segundos antes de entrar. Despejó su cabeza y entro decidida caminando lo más segura posible. Se dirigió a la sala de dirección para recoger su horario. Trataba de ubicarse mientras caminaba cuando sin avisar se abrió de golpe y rápidamente la puerta del baño de las mujeres.

-¡Mierda!- susurró mientras lo pensaba que otras maldiciones y groserías podría decirle a aquella chica que salió tan bruscamente de ahí y que le proporciono tremendo golpe. Sin embargo, de ahí no salió alguna chica, al contrario. De ese baño salió un chico, bueno, no cualquier chico, para Olivia era uno de los chicos más atractivos que había visto, en tan pocos segundos, pudo contemplar todo de él, un gran peinado, un estilo increíble, y la sonrisa, una sonrisa increíblemente hermosa.

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