Valor de un beso

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—Por nuestra amistad.

El cálido aliento de Anya acarició la cara de Damian, quien veía estupefacto cómo una hermosa señorita acercaba sus labios a los suyos.

Pensó, cuando ella le había dicho que tenía algo importante por decirle, que le diría cualquiera de sus temas sin sentido sobre la paz mundial por ir a su casa o conocer a su padre; normalmente lo haría.

Pero no esperaba para nada que ella lo agarrase del cuello y con una mirada extrañamente seria le dijera algo como "debo besarte. Por reforzar nuestra amistad".

No. Nadie esperaría algo así de la misma chica que en clases duerme y por alguna razón saca las mismas notas que él y que normalmente lo critica e incluso burla.

—¿Qué...?

—¡Me opongo!

El cuerpo de Anya se tensó y al instante alguien la tiró hacia atrás.

—¡Anya-chan! ¿¡Estás bien!? ¡Desmond! ¿¡Qué le diste a comer a Anya, tú!?

—Yo-

—¡Controla tus sirvientes, perra loca!

El lacayo #1 asaltó a la recién llegada Becky, quien preocupada inspeccionaba la boca de Anya en búsqueda de alguna comida rara.

Cuando la joven de recién 15 años escuchó tal insultó proviniendo de su compañero de clases, apretó sus dientes con furia.

—Desmond, deberías ponerle bozal al resto de tu jauría.

—Eso-

Aunque el de pelo castaño estaba intentando tomar las riendas, su cabeza no quería funcionar.

—¡Hmph! Anya-chan, no te juntes con esos... tipos. Ten, un caramelo.

—¡Caramelo!

Cuando el dúo femenino hizo su apresurada salida, Damian pudo suspirar. No sabía si estaba cansado o aliviado, quizás molesto, pero sin duda pasó un momento difícil.

—Damian-sama ¿le hizo algo esa pobretona?

Sintiéndose nuevamente aludido, él se sobresalta y mira en silencio a su dúo de amigos, quienes esperaban palabra alguna suya.

—Eso... no. Vayamos a los dormitorios.

No huye quien se retira.

Él no huía, solo que conociendo a pelirrosa, volvería si tuviese la oportunidad.

[ • • • ]

—Ayer realmente se largó.

Murmura entre quejares la hija mayor de los Folger, Anya.

Su codo estaba recostado sobre la mesa que fungía de pupitre y sus pensamientos divagaban.

—Señorita Folger ¿podría pasar y resolver el ejercicio?

Cuando es llamada por el maestro, se pone de pie y en silencio camina hacia el tablero.

—Profesor, está lleno.

Señala con su dedo el tablero rayado, lleno de fórmulas y cosas complicadas que realmente no entendía.

—Borra.

Mientras revisaba sus apuntes, el maestro de matemáticas sacude su mano con cierto desdén.

Al estar ocupado, el ejercicio que le fue dejado estaba en la zona baja del pizarrón, siendo relegado a una línea sobrante.

Así que Anya se dispuso a limpiar el tablero con el borrador, para así elevar el problema de esas filas inferiores de la pizarra.

Pero había un grave problema. Uno muy grave.

E-, Es broma ¿verdad?

Ni aún de puntillas alcanzaba la parte superior del tablero.

Se quedó estática un segundo, pensando qué hacer. Y cuando llegó a la conclusión de decirle al maestro que borrara, alguien se colocó atrás suya y suavemente posó su mano sobre la de Anya.

Asustada soltó el borrador, pero esa persona fue rápida en tomarlo y alzar su brazo para borrar la parte superior de la pizarra.

La de pelo rosado tuvo que empezar a respirar más veloz por culpa de los latidos acelerados que su corazón experimentaba; todo por la simple cercanía del joven Desmond que se ubicaba detrás de ella.

Podía oír su respiración sobre su cabeza y si se recostaba muy suavemente hacia atrás, seguramente tocaría su pecho.

Para sus jovenes hormonas que empezaban a alborotarse a su edad, Anya hizo la peor decisión que Damian podría haber pensado.

Se dio la vuelta y lo miró, él recién terminaba de ayudarle a borrar la pizarra.

—¿Qué-

Ni pudo terminar antes que algo suave reposara sobre sus labios.

Todo el aula quedó en silencio inmediatamente.

—¿Qué pasa?

El maestro, al sentir la anomalía, quitó su mirada del libro de texto que usaba para guiar la clase y miró por el aula.

—Oh, Desmond, gracias por tu ayuda.

Él miró sin motivo hacia el maestro, asintió y tras dejar el borrador en la saliente que había bajo el tablero, volvió a su puesto.

Pero, en el camino, justo después de dejar el borrador en su sitio, oyó a Anya susurrar.

—Reforzar... amistad...

No se atrevió a verla.

Pasó de largo a su puesto e hizo que trabajaba; ya que realmente no podría pensar durante todo el día tras lo acontecido.

Todo el salón quedó como testigo del primer beso de Damian y Anya.

[ F I N ]


















¿Y cómo resuelvo esto?

Anya frunció el ceño y navegó por los pensamientos de todos sus compañeros, deseando que alguno estuviera pensando en el procedimiento del ejercicio.

Ella lo besó.

—¿Se besado  frente a todos?

—El profe no los vio.

—Se besaron ¡se besaron!

Una mirada de odio reposó sobre todos los del salón durante el resto del día.
Anya realmente no comprendía el significado de un beso, tampoco el cómo lograr "la paz mundial".

Valor de un beso - DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora