Capítulo 3: Un muy extraño galán

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Después de que el doctor salió, Suika siguió llorando y Ryusui se acercó a ella para acariciarle la cabeza con preocupación. Ella empezó a pensar en que alguien le había hecho daño y eso la dejó completamente asustada, también pensó en Kohaku y en que necesitaba a su amiga en ese momento, y probablemente ella también estaría preocupada.

—No me gusta que las mujeres lloren. ¿Qué puedo hacer para que dejes de llorar? Prometo hacer lo que quieras —comentó Ryusui al verla tan afligida y chasqueó los dedos con una mirada decidida.

—Suika quiere hablar con su mejor amiga —señaló Suika aun llorando.

Ryusui buscó la pequeña mochila de Suika y se la entregó. Ella revisó y todo estaba en perfecto estado, incluso su teléfono. Se secó las lágrimas lo mejor que pudo y tomó el teléfono, que tenía dieciocho llamadas perdidas de Kohaku con una diferencia horaria de aproximadamente diez minutos entre una y otra. Por lo que procedió a marcar ese mismo número que tenía guardado como "BFF" e intentó mantener la calma.

¡Suika! ¡Por fin llamas! Te he llamado un montón de veces estaba preocupada por ti —oyó decir al otro lado del teléfono y sintió deseos de llorar.

—¡Kohaku! ¡Suika está sufriendo mucho! ¡Suika necesita a Kohaku rápido! ¡Estoy en el hospital! ¡Tuve un accidente! ¡Ven! —chilló volviendo a llorar, pues no logró mantener la calma.

¡¿QUÉ?! ¡Ya vamos para allá! ¡Iré a alistarme, mándame la localización! —Kohaku habló con nerviosismo y luego colgó rápidamente.

Suika suspiró y abrió el WhatsApp para mandar la localización, luego colocó el teléfono en la mesita que se encontraba a un lado y también su mochila. Ryusui la seguía mirando como si fuese un bicho raro y de repente el estómago de Suika empezó a gruñir, lo que la hizo de inmediato enrojecerse.

—¡Iré a comprarte algo! —declaró con emoción—. ¿Deseas algo en especial? —indagó.

Suika meditó por un momento.

—Una hamburguesa, muchas papas fritas y helado —respondió babeando y sin estar completamente segura si realmente quería eso o era alguna especie de antojo.

—Enseguida vuelvo —aseguró chasqueando los dedos y saliendo de la habitación.

Al quedarse sola, Suika suspiró. Seguramente él se había ido porque no sabía qué decirle tras lo que ella decía. Debía parecer una completa loca por el hecho de que respondiera de esa forma al ser informada sobre el bebé, pero es que era completamente surreal lo que le estaba pasando, ¿cómo era posible que ella estuviera embarazada? ¿Qué había sucedido? Estaba completamente horrorizada.

Miró su vientre en ese momento, posando la mano sobre el pequeño bulto que tenía ahí y lo acarició.

—Aunque no sé cómo llegaste ahí, creo que no hago nada lamentándome o haciéndote daño, al menos por ahora. Probablemente lo que debería hacer es sacarte de ahí, pero... necesito pensarlo, aunque no tengo mucho tiempo para pensarlo, la verdad.

Se acostó mirando hacia el techo y pensando en qué demonios iba a hacer ahora. No podía hacerse cargo de un bebé, porque realmente no tenía dinero y vivía prácticamente de su beca y los trabajos que hacía en vacaciones para comprar cosas especiales, así como las ayudas que le daban Senku y Kohaku, que generalmente eran invitarla a comer en su casa o ayudarla con materiales para estudiar.

Luego pensó en Senku y Kohaku y en que tendría que hablar con ellos sobre lo que le estaba pasando. ¿Le creerían al decir que ella no sabía cómo demonios estaba embarazada? Quiso llorar nuevamente, pero ya no tenía suficientes fuerzas para llorar. También estaba el asunto de Ryusui y que no sabría cómo agradecerle por lo que había hecho, aunque en teoría él tenía toda la responsabilidad porque, por lo que recordaba, el semáforo de ella ya estaba en verde cuando ella decidió pasar. Pero igualmente eso no era lo relevante en ese momento.

Embarazada... ¿yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora