Luego de un buen rodeo, llegamos a la base y nos sentamos a atender nuestras heridas. Cecil se encontraba estable gracias a la poción, pero había perdido mucha sangre para mantenerse consciente y más encima estaba ciego por la maldición de la múnima de Trenak. Yo tenía varios moretones. Lo malo es que Serva no tenía la más mínima intención de atenderme y el jefe de la base era un volir viejo, y no quiero que un viejo me ande viendo el cuerpo. El único que podía revisarme era Nix.
—Déjame verte— me espetó con un Dispositivo de Cicatrizado Rápido.
—No, no, estoy bien así— contesté nerviosa.
—No puedo dejar que vuelvas a la organización herida— me dijo.
—¡En serio, no es nada!— insistí nerviosa.
—No, Lili, en serio no puedo dejarte ir así. Es protocolo.
Apreté los labios, irritada. Ya tenía bastante con todo lo que había pasado, más encima ahora mi señor Nix iba a verme la espalda toda sudada y llena de moretones. Ese día ya no podía empeorar.
Me di la vuelta y me quité la pieza superior. Él me palpó en las zonas que más me dolían y cerró algunos rasguños. Me pregunté si pensaría que mi espalda se veía fea.
—Esto me recuerda un poco a cuando nos encontramos en esa prisión en el imperio noni— me espetó.
Su comentario me tomó por sorpresa, pero lo recordé de inmediato. En ese momento yo había sido encerrada en una penitenciaría por un conflicto con el hijo de Tur'non. Al mismo tiempo mis amigos estaban haciendo todo lo posible por sacarme de ahí, mis dos amigos que nunca antes se habían visto, trabajando juntos.
—Es verdad. Tú te sacaste la camisa y me mostraste tu espalda— recordé— fue la primera vez que hablé con una múnima que no fuera Brontes.
—Fue divertido ¿Verdad?
—¡Sí, y muy interesante! Fue gracias a eso que pude disuadir a Fir'non de matarnos a mis amigos y a mí.
—No me digas ¿Qué hiciste?
—Fir'non quería venganza porque pensaba que yo le había robado mi múnima a su hermano chico, pero luego de que la hice hablar con Brontes, se dio cuenta que Brontes habría devorado su alma como a todos los demás.
Nix soltó una risita. Yo sonreí, aliviada al fin de sentirlo como el Nix de siempre. Me pregunté si ya no estaba enojado .
Al final terminó y yo me volví a vestir. Aun cuando debía estar enojado conmigo, mi señor Nix me hacía sentir bien. Me sentía muy afortunada de su amistad.
—Ven conmigo— me dijo en su tono suave— tenemos que hablar.
Yo me puse de pie y lo seguí. Fuera lo que fuera que quería decirme, sabía que no me iba a pasar nada realmente malo junto a él.
Nos retiramos al estudio en el segundo piso, en ese momento vacío. Nix cerró la puerta detrás de mí, yo me senté en el sofá, él en una silla frente al escritorio.
—Sabes que lo que hiciste hoy estuvo mal ¿Verdad?— me espetó.
Asentí.
—No debí abandonar la misión— dije.
Pero Nix negó con la cabeza.
—No me refiero a eso. Fuiste a salvar a un amigo, eso está bien. Tu error está en que cortaste la comunicación conmigo, tu superior ¿Por qué lo hiciste?
Me quedé muda por un instante. En su momento me había parecido obvio, pero en retrospectiva, no se veía muy lógico.
—Porque... necesitaba rescatar a Cecil. Temí que me dijeras que no.
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La Helada Garra de la Muerte
AdventureSecuela de De las Sombras al Corazón. La Helada Garra de la Muerte continúa la historia de Liliana poco tiempo después del final del libro anterior. Esta vez, deberá probarse y entrenar para convertirse en una sombra.