Capítulo 30: Media Luna.

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Alina.

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Bien, recapitulemos.

Sageh y Jerson fueron pareja. Bien, aprendido.

Tuvieron un hijo. Seth o mejor dicho Matthew.

Vamos bien.

Sageh se enamoró de Victor, se casaron y él le presento a su hija. Preslie.

Okey, no son hermanos de sangre, se volvieron hermanos cuando sus padres se juntaron. Sencillo de entender, ¿no?

¡No!, no es nada sencillo. No te olvides de Travis y Joline.

El tono cantarín de mi yo interna me hizo bufar. Es cierto, Travis y Joline también son medios hermanos de Matthew. ¿Cuántos cuñados tengo?, y sobre todo, ¿por qué son tan guapos?

¿Genes?, ¿suerte?, ¿maldición?

Cada uno de ellos posee su propia maldición, una que los une a los cuatro: Jerson Villely.

Ese hombre es el origen del problema.

Como en cada libro con trama de misterio y caos, sé que, al ser descubiertos todos los secretos, viene el clímax. Aquella parte en la que el villano entra en escena.

Mordí mi labio inferior, mirándome al espejo como si tratara de contrarrestar los nervios. Estaba en el sanitario desde hace veinte minutos, ¿o más?, no sé.

Tenía que pensar, no podía siquiera estar en esa mesa donde charlaban como si nada. Mis padres me miraban de vez en cuando, de seguro mi expresión era distinta.

Palmeé mis mejillas varias veces, obligándome a salir del trance.

—No es nada del otro mundo —susurré con calma.

Lo único que me causaba conflicto era la razón por la que ocultó dicha información.

Matthew y yo hemos hablado sobre su vida, ¿por qué se reservo ese detalle?

—Alina —mire por el espejo. Preslie ingreso y al verme alzó una ceja—, ¿la vanidad te hizo quedarte aquí?

—No.

Tome mi bolso, revise el interior y tome del fondo el gloss transparente, mire la libreta en su interior junto a ese bolígrafo. ¿Por qué los traje?, bueno, quería concluir con esta velada y devolvérselos a Matthew.

—Sé que te sorprendió mucho la noticia, pero no culpes a Matthew —camino a mi dirección. Cerré el bolso y mire mi reflejo—. Por primera vez sé que mi hermano se encuentra en paz.

Mi hermano.

Eso es un cambio radical. Guarde de prisa el gloss sin haberlo usado, logré esquivarla y salir del sanitario, el bullicio había cesado en el restaurante, vi decenas de mesas vacías, frunci mi ceño y vi la única mesa disponible con la familia Henderson.

—El restaurante fue alquilado después de las once —murmuró Preslie detrás de mi—, ya sabes, para mayor comodidad de la familia. Matthew y yo...

—Soberbios de mierda —insulte con molestia.

—Es lo que una persona puede hacer con el dinero suficiente —paso junto a mi siguiendo su camino.

No todo era silencio, una suave balada se escuchaba por el restaurante, mis padres se pusieron de pie a la par; se despidieron cortesmente y acto seguido fueron directo hacia mi.

¡Hey, 60544!: EMISORA.EN EDICIÓN.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora