Capítulo cuatro

28 4 11
                                    

Dedicado a mantecaloca por hacer que casi escupiese un pulmón leyendo sus comentarios. Tkm.

Hola!! Ya sé que llevamos poquitas capítulos pero ¿Cuál es vuestro capítulo favorito? ¿Os gusta que a veces narre Monty y otras Ramson?

A leer besties.

Al parecer la ciudad o lo que coño fuese esto era más grande de lo que creía. ¡¿Cómo podía estar tardando tanto tiempo en encontrar el dichoso hotel?! Llevaba dando vueltas sin encontrarlo desde hace un buen rato, por más que siguiese las indicaciones que me daba la piedra de Albert no conseguía dar con él.

Las calles estaban empezando a ser más concurridas, los niños estaban en los parques aprobechando que a estas horas no hacia tanto calor con sus padres, como se notaba que era sábado.

Los sábados salimos a fumar porros no a buscar un hotel.

Yo puedo hacer las dos cosas.

Había un par de jardineros, arreglando las cuatro plantas que había alrededor que de un hotel,  Innaide Ibiza. Parecían muy centrados en su labor de regar un cactus y dos palmeras. La tentación de cortarles la manguera y decirles que dejen de hacer el payaso era grande.

Como dice mi madre la vida está para arriesgarse.

Vale...

Tira venga.

Ya voy...

Después de esta agradable conversación con mi conciencia.

Oye el sarcasmo sobra eh.

Ejm ejm... Como iba diciendo, era hora de acercarse a los jardineros. Insisto parecían muy concentrados. No sé cómo vayan a reaccionar, pero sí que yo me descojonare con la cara que pongan.

Iba dando zancada a zancada hasta que llegue a la altura donde estaba los jardineros. Al principio ni se inmutaron con mi presencia, parecía que era invisible, seguí acercándome hasta que mi aliento rozaba la nuca de uno. El jardinero al notar mi aliento en su nuca se fue dando la vuelta poco a poco.

—Hola.

—Ahhhhhhhhh. Hostia puta qué susto.

—¿Qué pasa Henry?—preguntó el jardinero dos.

—Qué un gilipollas me ha insultado.—contestó Henry a voces.

Joder que manía con llamarme gilipollas, en mi época estas basuras modernas no existían.

Quizás te lo dicen porque lo seas.

—Que sí seré gilipollas, pero por lo menos no me pasó treinta minutos regando un cactus.

—¿Cómo sabes...?

—Eso da igual, el caso es que,¿no ves que estás perdiendo el tiempo?

—Señorito metase en sus asuntos—dijo jardinero dos.—Todavía eres un chavalín para saber como es la vida adulta.

Si supiera que le doblo la edad....

—Me importa una mierda meterme en sus austos. Me largo.

—Tira, no sé que coño haces aquí.

—¡No vayas por el Sol que te deshaces bombón!—me grito el tal Henry.

Seguí dando la vuelta en busca del hotel, al parecer decirles a los jardineros eso no les había sentado bien, si hubieran visto como bromeabamos en mis tiempos dorados...

Parecía...¿cómo se dice eso que es parecido a gilipollas? Joder no me sale.

¿Retrasado?

Eso.

En estos instantes parecía retrasado dando vueltas de un lado a otro, no me extrañaría que estuviera dando vueltas en círculos, había zonas que me sonaban de haberlas pasado o visto anteriormente.

Sin saberlo ni pensarlo acabé en el aeropuerto nuevamente, justo donde la señora de hace unas horas había estado a punto de atropellarme. ¿Será esto una señal del destino para que vuelva a casa?

De repente del aeropuerto salió un niño sacándose un moco—cómo siga así terminará con las fosas nasales más grandes que las de un cerdo.— llevaba una gorra que parecía un gorrocoptero, por las elices que tenía, llevaba unos shorts violetas y una camiseta blanca.

A eso le llamó yo tener pasión por el Real Madrid.

Su cara me sonaba de haberla visto en otro lado, posiblemente en la playa o en cualquiera de las calles, aunque si eso fuese posible, ¿qué sentido tenía que estuviera saliendo del aeropuerto y sin compañía? Un momento... ese es el niño de Braemar.

Salí corriendo hasta la posición en la que se encontraba el niño, no sé quién estaba más sorprendido, si él por reconocerme o yo por ver al niño que me había hecho la reserva, eso significaba...¡podía saber donde hospedarme!

—Hola viejo.

—¿Cómo que viejo?

—Técnicamente aunque aparentes veinticinco o veintiséis, tienes alrededor de 110 a...—inmediatamente le puse la mano en la boca pera que nadie escuchase el resto, no debían de enterarse.

Mantuve mi mano sobre la boca del niño hasta que este le pego un bocado a uno de mis dedos, haciendo que saltarse.

—¡Joder que no soy comestible!

—Y aunque lo fueses no probaría ningún dedo y menos de un viejo.

—Bueno ya que no me quieres comer el dedo, cosa que me tranquiliza. ¿Qué haces aquí?

—He venido de vacaciones, al ver los hoteles para reservarte una habitación entraron ganas de venir.

—¿Has venido solo?

—Claro.

—¿Y de dónde has sacado el dinero?

—Me lo ha dado la alcaldesa cuando la he dicho que quería comprar libros.

Ay Genevive Genevive

—¿Tú lo ves normal a tu edad?

—Eh que solo tengo ocho años.

—Estás hecho todo un mozo ya.

—Sí tú lo dices...

—Hablando de mi hotel. ¿Dónde me has hecho la reserva?

—En Hotel Trivago.

—Eso ya lo sé payaso. Digo en qué hotel específicamente.

—Ahhhhh, pues ni idea.

—A de puta madre.

—Oye no digas palabrotas.

—Digo lo que me sale de los huevos.

—Sale de los huevos, ja, ja soy Ramson.—se burló de mi el ciervo este.

—Ahora tira para Braemar antes de que tu madre te eche en falta.

—No tengo.

—Pues tu familia.

—Soy huérfano, tampoco conozco a mis abuelos, tíos... a veces me siento solo, me siento como si nadie me escuchará, es tan triste.

—Lo siento chaval.

—Encima no tenéis centros de acogida...y pasar tantas noches en la calle donde sentía tanto miedo...— no pudo terminar las lágrimas empezaron a descender por sus mejillas.

No sabía cómo tranquilizarlo, estaba llorando a mares y no sabía que decirle para que se calmara. Esta situación me quedaba grande, pero aún así seguí mostrando mi cara de indiferencia. Lo único que me salió fue:

—Nos vamos.

—¿Los dos?

—Claro no voy a abandonarte.— dicho esto el niño mostró una de las sonrisas más bonitas que había visto jamás, de esas que estaba cargadas de ilusión y nuevas esperanzas, de esas que significaban un punto y a parte. De las que se te clavaba en el corazón.

Ramty is real Donde viven las historias. Descúbrelo ahora