19. Último atisbo de esperanza

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La delicada luz del alba entraba por los cortinados, iluminando suavemente el interior de la habitación. Como todas las mañanas, Zamas fue el primero en despertarse, ya que su organismo no requería de tantas horas de sueño como sus contrapartes. Abrió los ojos y de inmediato se estremeció al notar que Zamas fusionado estaba sosteniendo su mano sobre su pecho. Pero a pesar de la sorpresa y confusión, no la movió de ahí. Se levantó un poco sobre su lugar y observó a sus compañeros: ambos dormían profundamente, con una expresión totalmente inocente en sus rostros; Black también tenía su mano sobre el torso de la fusión. Zamas volvió a recostarse, preguntándose si se trataba de alguna extraña coincidencia o si algo que ignoraba había sucedido por la noche. Sin embargo, su comodidad le ganó a su suspicacia. Esa mano sobre la suya se sentía calentita, suave, protectora. Se acurrucó contra su cuerpo y se quedó en la cama un rato más sólo para darse gusto; sabía que no le quedaba mucho tiempo para aprovechar la presencia de ese majestuoso sujeto.
Sólo un rato pasó cuando Zamas fusionado también se despertó. Para eso, Zamas ya se había levantado y el único a su lado era Black, que dormía profundamente. La fusión sonrió, encantada de despertarse al lado de uno de sus adorados contrapartes. Le dio un apretoncito afectuoso a la mano que el otro tenía sobre su torso y se levantó. Prefería no quedarse más tiempo del necesario ahí; nadie sabía lo que sus impulsos podrían conminarle a hacer ante tal tentación. Abajo, Zamas se encontraba haciendo el desayuno.

—Buen día, Zamas —lo saludó con una sonrisa—. ¿Dormiste bien?

—Como nunca desde que llegué —contestó la fusión con una sincera sonrisa.

—¿Te sientes mejor?

—Bueno, mi cerebro todavía no ha empezado a preocuparse por la situación... Así que, por el momento, sí.

—No te dejes llevar por la desesperación —le aconsejó el Kai—. No importa lo que suceda hoy, o mañana, o pasado mañana... Estamos a tu lado. Encontraremos la forma de que regreses a tu futuro.

—Gracias. Es agradable saber que tengo una red de seguridad en caso de que las cosas no salgan como espero.

Zamas sonrió con calidez, intentando contagiarle un poco. Él honestamente quería lo mejor para su compañero y se esforzaría para ayudarlo dentro de sus posibilidades.
Un rato después, los tres ya estaban sentados para desayunar juntos.

—Ah, té de hierba de limón —mencionó la fusión mientras tomaba la taza que Zamas le sirvió—. Es de mis favoritos.

—Lo sé —respondió Zamas—. Observé que te gustó mucho cuando lo preparé el otro día así que supuse que sería una buena forma de que empezaras tu día con energía.

—Vaya, qué observador. Gracias.

La deidad bebió un sorbo, encantado por el sabor. El hecho que Zamas lo hubiera preparado especialmente para él lo hacía aún más sabroso.

—¿Qué tienes pensado hacer hoy, Black?

Zamas fusionado dejó de lado su satisfacción por un momento para escuchar a su compañero. Su respuesta sería crucial.

—Voy a intentar rastrear a ese grupo de humanos que me atacó ayer —contestó Black—. Necesito saber si es que tienen más de esas armas químicas y dónde encontrarlas para destruirlas. No puedo permitir que ese tipo de cosas existan en nuestro nuevo mundo.

—Estoy de acuerdo —dijo Zamas, asintiendo, ya serio—. Es una barbaridad y un atentado contra la naturaleza. Por favor, esfuérzate y desbarata todas las armas de ese tipo que encuentres.

Una mirada mutua llena de convicción medió entre ellos, sus voluntades unidas en su deseo de un mundo donde las virtudes naturales no pudieran ser profanadas por creaciones humanas.

Oportunidad contra el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora