Capítulo 33: MILEY

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El veintisiete de agosto había llegado y con ello mis nervios más la sensación de que algo malo iba a ocurrir, sobre todo por culpa de las inmensas ganas que tenía de vomitar cuando crucé el pasillo y también, cuando pisé la pista de hielo. En ese instante, mis ganas de darme la vuelta y huir aumentaron.

Mi nombre se escuchó por todo el lugar y no tuve más remedio que dirigirme al centro de la pista, y esperar a que sonara la canción. Después de unos segundos, escuché las primeras notas y flui como una hoja movida por el viento. Ni siquiera sé lo que hice en los minutos que duró la canción y cuando acabó, y yo me detuve... Los aplausos se oyeron por todo el lugar.

Los jueces llamaron a los demás patinadores y con lo único con lo que me quedé es que había pasado a la siguiente fase, algo que me parecía imposible, pero que era verdad.

Fui hacia la salida de la pista y me encaminé hacia el vestuario, allí me quité los patines junto con el atuendo blanco y negro que llevaba puesto. Me cambié rápidamente de ropa y salí del vestuario para ir a la parte trasera del edificio, donde Ada y su novia me esperaban con el coche.

—Te ha salido espectacular —oí a Ada antes de verla.

Me volteé hacia ella al tiempo que me daba un fuerte abrazo y me sonreía.

—Es cierto, has estado increíble —concuerda Daphne con sonrisa tímida.

Ella y yo nos conocimos hace dos días exactamente, y he de decir que es una chica de lo más agradable y muy tímida, aunque ese es su encanto natural. Tiene los ojos marrones y su cabello es tan rubio que parece blanco cuando le da el sol, es un poco pálida y siempre va vestida con vestidos de colores llamativos, en cambio, Ada siempre va vestida con colores oscuros.

Si soy sincera, aún no puedo creer que mi querida amiga consiguiera conquistarla, pero al fin de al cabo hacen una buena pareja.

—Gracias, chicas —les dedico una sonrisa y las sigo hasta el coche.

Cuando llegamos me siento en los asientos traseros para dejarlas a las dos adelante y también para darlas un poco de privacidad.

Llevan juntas desde hace una semana y media, pero no me enteré desde hace cinco días y es porque he estado todo este tiempo con Adriel.

—¿Y tú novio dónde sea metido? —pregunta Ada con una sonrisa que me saca de quicio.

—Tenía una reunión con su manager —respondo un poco triste, ya que por culpa de esa maldita reunión no ha podido venir a verme y eso que intento cambiar el día o la hora, pero no pudo hacer nada. Me dijo que ya vería el torneo en YouTube, pero eso no es lo mismo que en el torneo. Aunque tendré que conformarme.

Las cosas entre él y yo han ido de maravilla, tanto que ya ni nos molesta que nos llamen novios. Al principio era muy incómodo y nos poníamos todo el rato a la defensiva, pero ahora nos da igual. Ni siquiera nos hemos hecho la pregunta de: «¿Quieres ser mi novio o novia?», creo que al final aceptamos que estábamos juntos como una pareja sin necesidad de decir nada.

—Espero tener la oportunidad de conocerlo —oigo decir a Daphne, un poco nerviosa.

—Le caerás genial, te lo aseguro.

—¿Tú crees? No quiero caerle mal.

—No lo vas a hacer, puede que Adriel sea un poco desagradable... Pero en el fondo, es un amor.

—Eso lo dices porque eres su novia —comenta Ada conteniendo la risa.

—Soy su novia, por lo cual sé lo de lo que hablo.

Daphne se aguanta la risa al igual que Ada y al final, se ríen de mí casi todo el tiempo que tardamos en llegar a nuestra casa, donde hemos quedado con Adriel porque nos quedaba más cerca a los cuatro.

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora