Mariposas

229 16 0
                                    

- ¿Y si nunca volvéis?

A Afrodita casi se le para el corazón al escuchar esa pregunta.

Pero, era una pregunta de verdad. 

Afrodita giró la cabeza evitando la mirada de su cuñado.

- Soy de las chicas más inseguras del mundo. Estoy tan acostumbrada a compararme que me parece horrible y asqueroso. Odio todo de mí. Mis ojos verdes no son tan verdes como las modelos, son parecidos al fondo del mar con algas. Oscuros, marrones, con toques verdes y amarillos por el reflejo del sol. Yo me preocupo cuando me depilo ahí abajo y me salen granitos por el sudor o la alergia. Todos me ven como una chica seria y aburrida cuando en realidad quiero socializar y ser más luz, pero tengo ansiedad social. Amo mi trabajo porque me encierro en mi oficina o mi casa y sólo reviso libros y los publico en la imprenta para que los impriman. No tengo que salir a decir nada. Me da miedo volar en escoba, como me aterra, pero me es curioso lo que hay más allá de lo que la gente se mete en el mar. No me gusta que la arena se me pegue al cuerpo, pero me encanta tocar la arena mojada cerca de la orilla, donde puedes hacer figuras. Mi pelo es una mata que no se peina nada más que mojado, y ni siquiera. Odio madrugar, limpiar, peinarme, maquillarme y vivir sola. Pero una vez que mi cuerpo siente ese "click", amo hacer todo eso con un toque de música. Me gusta ayudar a las personas mayores. Mis axilas siempre tienen pelo aunque las haya depilado el día de antes. Entre mis pechos hay una mancha roja debido al sudor. Odio sudar. Pero cuando puedo, me gusta salir a andar o correr. Incluso me gusta jugar al tenis, pero le temo al quidditch. Tengo el cuerpo lleno de estrías, mis muslos son demasiado grandes. Me sobra grasa, pero tampoco estoy tan mal. Quiero comer y no engordar. Quiero sentirme guapa, quiero reír porque algo me ha hecho gracia, porque alguien me ha contado un chiste. Quiero ser una mariposa, cuando en realidad no llego ni a oruga.

- Eres preciosa Afrodita.

- No lo soy. Y ni siquiera me amo a mí misma. Sé que de repente conocí a un pelirrojo e hice lo posible por parecer que me quería. Y no sé como, aprendí a quererme un poco más.  A sentirme orgullosa de mí por mí misma. Y luego lo perdí, hice una vida donde todo era monótono. Me gustaba, pero necesitaba una pequeña astilla que me molestara de vez en cuando. La encontré en la boda de mi mejor amiga. Y aunque no lo admitiera por aquel entonces, pasó, la encontré. Daba gusto tenerla. Sales más feliz de casa, ríes más, te aceptas más a tí mismo. Volví a ser yo misma. Y luego, de repente pasó. Solamente pasó. Hizo que el amor, el amar, fuera más fácil. Parecía que mis estrías eran olas de mar, que no importaba que mi pelvis tuviera granitos, porque, le daban un toque de color. Lo llamaba puntillismo. Y eso me hacía gracia. Mi pelo parecía estar hecho para que sólo fuera domado por sus manos. Mis ojos eran el reflejo de mis emociones, donde poder mirar para asegurarte de que todo va bien. Mis brazos, ¿qué más daba que tuviera pelitos? Así era más suave al abrazarle. Podía volar con alas de verdad. Podía tocar el cielo si me lo proponía. Pero hubo un pequeño fallo. Me dejé llevar por las escaleras y no me di cuenta de que en la tierra también se podía andar con alas. Pero ya no había alas. Sólo tierra.

- Afrodita, vuelve a hablar con él.

Ella negó - Necesito un tiempo. Sé que no querrá saber más de mí. Quiero concienciarme de que ahora seré soltera...para siempre. Que todos tendrán alguien a quien amar y que les enseñe verse de otra manera mientras yo viva con mis recuerdos. Con los recuerdos de que por primera vez alguien me amó. Y que esa vez fui feliz de verdad. 

- No tiene por qué ser así. Seguro que él te echa de menos.

- Seguro que se está acostando con otra. Le dirá lo guapa que es antes de tumbarla lentamente. La llevará al cielo antes de dejarla caer. Como hacía con las demás. Y, luego se sentará en la cama con los calzoncillos puestos pensando en qué ha hecho mal para merecer esto. Preguntándose qué estaré haciendo yo, cómo estaré y con quién. Pero yo estoy aquí, llorando por el principal protagonista de mi historia. Bueno, aguantando mis ganas de llorar en frente de mi cuñado que ha decidido preguntarme qué pasará ahora que él no está mientras mi hermana mira los últimos retoques de su boda.

- Puedo llamarle y preguntarle. Y así salimos de dudas.

- Si lo llamas, hablad de lo vuestro, pero por favor, te pido que me dejes escuchar su voz. Una última vez antes de que explote a llorar.


En la cama, el pelirrojo estaba sentado en su cama, con calzoncillos. Delante de él había ropa suya con el olor de ella. 

Miró la cama. Nadie. No iba a tocar a otra mujer más en su vida. No si no era su Afrodita. 

Volvió la vista a la ropa suya que ella se había puesto. 

Cerró los ojos con fuerza, se llevó las manos al pelo y se echó hacia atrás.

El móvil sonó. 

Lo dejó pasar. 

Pero volvía a sonar.

Bufó frustrado y lo cogió.

- ¿Sí?

- Ey Fred. ¿Cómo estás?

- Hola Oliver. Estoy aquí colocando la ropa.

- ¿Y la verdad?

- Estoy en calzoncillos, no vengas a mi casa.  

- ¿Te has tirado a otra? - Oliver se sorprendió.

- Jamás. Sólo me acostaría con mi novia, pero ella no está aquí ahora.

- Tenía entendido que lo habíais dejado.

- Sólo nos hemos dado un tiempo, pero no lo hemos dejado oficialmente. De hecho tengo su ropa delante de mí. 

- ¿Qué os ha pasado?

- Un pequeño problema. Lo arreglaremos. Lo sé.

- ¿Y si no volvéis? 

Fred escuchó un sollozo al otro lado de la línea. La conocía bien. No sólo se le rompió algo dentro cuando escuchó esa pregunta, si no que también le dolió escucharla sollozar. Era por él. 

- Dije dame tiempo, no dolor de cabeza. Es mi novia, no nos vamos a separar por un mal entendido. Ella tomó su decisión respecto a...porque no quería que le doliera más...ella no estaba preparada... - entonces lo entendió.

- ¿Qué?

- ¿Dónde estás?

- En una floristería, preparando mi boda. Me caso en dos días, por si no te acuerdas.

- Sí me acuerdo. Sí. Mira Oliver, tengo algo importante que hacer ahora mismo, si me disculpas - y colgó.

Pegó a la pared fuertemente, se giró y se vistió mientras contactaba con sus hermanos.

Enemies in law (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora