2. |Té de menta y fotografías|

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Tres días después.

Tuve que desenvolver mi brazo de la cintura de _____, una vez que mi alarma sonó a las siete de la mañana, para poder apagarla. Quería dormir más, necesitaba dormir un poco más, pero se acercaba la hora de irnos. Suspiré cansado y tiré mi cabeza para atrás, hundiéndola en la mullida almohada de plumas.

—No te quedes dormido. —Escuché que ella dijo, en un tono bajo pero firme. Sonreí abiertamente, divertido.

—No, no lo haré. —Respondí quitando las sábanas de encima de mi cuerpo y levantándome.

—Lo siento, Zayn, sé que estás cansado y me hubiera gustado dejarte dormir ya que tienes el día libre. Es más, ahora que lo pienso, te puedes quedar, yo puedo ir sola. —Habló sentándose y armando, con su cabello, una coleta despeinada.

—Estás loca. —Dije simplemente. —No te dejaré sola, además quiero estar al tanto de todo lo que podamos saber. Te recuerdo que no eres la única que participó en la creación de ese niño. —Aclaré en mi camino hacia el baño, haciéndola reír.

Veinte minutos después ambos estábamos listos y saliendo del departamento de mi novia. Ayer ella se había encargado de llamar al hospital para conseguir un turno con un obstetra, todo por insistencia mía, quería saber cuanto antes cualquier cosa sobre ese bebé. Este era el primer control, y no podía negar que estaba demasiado nervioso, no sabía cómo se hacían estas cosas, era la primera vez en mi vida que sentía una ansiedad como esta.


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A mitad de camino _____ me pidió si podía comprarle un chocolate ya que estaba un poco nerviosa también. Y mientras lo compraba, no pude evitar sentir un cosquilleo en el pecho al pensar en los momentos donde tendría que salir a comprar algo por antojos de mi prometida. Tal vez un poco de fruta a las tres de la mañana, o un dulce en la tarde, lo que sea, pensar eso me sacaba una enorme sonrisa.

—¿Por qué la sonrisa emocionada? —Preguntó riendo luego de que subí al auto y le entregué  su chocolate blanco, su favorito.

—Estaba pensando en tus próximos meses, cuando tengas antojos. —Rió por lo bajo.

—Puede ser que una noche, a las cuatro de la mañana, te pida fresas con crema. —Bromeó sin dejar de sonreír. —Son mi debilidad, así que es lo más probable.

—No te lo voy a negar.

Luego de eso prendí la radio y pasaban una canción de One Direction, lo que me hizo reír por lo bajo, ambos sonreímos y comenzamos a cantarla a más no poder, fue divertido. Siempre le he dicho a _____ que tiene una hermosa voz, podría pasar horas escuchándola hablar o cantar y no me aburriría, pero ella simplemente me contesta que no está hecha para eso, que lo suyo es la fotografía, y vaya que no se equivoca. Recordando eso, me di cuenta que ella ya tenía que volver a trabajar luego de que se había tomado una semana de descanso para concentrarse en semana de exámenes de la universidad. Nos faltaba tan poco para terminar que no terminaba de creerlo.

—_____ Reed. —Dijo una señora asomándose a la sala de espera.

Mi novia y yo nos paramos y seguimos a aquella rubia hasta una puerta que decía "Dr. Stan" en una pequeña placa. Le agradecimos el guiarnos, ella sonrió y se fue. Nosotros pasamos luego de que él nos abriera la puerta de su oficina.

—Bien, cariño, ¿sabes de cuánto estás? —Preguntó él mientras nos sentábamos.

—Bueno..., no lo sé realmente. —Titubeó. —Pero de al menos unas tres semanas.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2015 ⏰

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