Capítulo 7

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-Ahí está.- susurró.

Observé a un grupo de hombres vestidos iguales que hablaban entre ellos.

- Ese, el de la izquierda.- me describió Alexéi.- ¿Lo ves?

Yo tardé en responder.

-Sí, ahora.

Papá estaba al lado de una columna hablando con otros dos guardias.

- ¿Quieres saludarlo?- me preguntó.

- ¿Se puede?

Lo último que quería en ese instante era meterme en algún problema.

- Podemos acercarnos si es lo que quieres.

- Podría enfadarse ese tal Pierre.

- No importa, diré que te estaba enseñando la zona.- él agarró mi mano y tiró.

-Espera.- me paré en seco y él se giró.- ¿Y si tus padres nos ven, se enfadan y me mandan de vuelta?

- Mi padre no se encuentra aquí, está en Ekaterimburgo y mi madre tiene migraña así que no saldrá de su habitación en todo el día.

- ¿Seguro?

-Claro, si no, te hubieran recibido ellos.

Exhalé y le extendí mi mano. Él la miró unos segundos y luego fijó sus ojos en los míos, yo bajé la vista para ver cómo me enseñaba sus dientes en una amplia sonrisa.

- Sígueme.- ordenó.

- No tengo otra opción si me agarras.- bromeé.

- Tienes el mismo humor que Boris.- se quejó.

- ¿Me debo ofender o es un halago?- pregunté.

- Tú sabrás, es tu padre.

- Estoy segura de que lo conoces mejor que yo.

- Bueno, es un soldado muy leal.- confesó.

- Eso me alegra, me alegra que haga bien su trabajo.

- Lo hace, estoy seguro de que daría su vida por los Románov.- aseguró.

Era bonito saber que mi progenitor era excelente en su trabajo.

- Bien, ahora lo llamaré y tú te esconderás detrás de mi para darle así una sorpresa, ¿te parece bien?- sugirió.

- Sí, me gusta esa idea.- respondí.

Aléxei me soltó la mano y se aproximó hacia el grupo de hombres.

- ¡Boris!- gritó.

Entonces, todos los hombres se giraron hacia él.

- ¿Qué os ocurre jovencito?- respondió él.

- Necesito que vengas.

- Estoy trabajando, ¿tiene que ser ahora?- respondió sin ánimo.

- Sí, ahora mismo.- ordenó.

Papá resopló y tiró el cigarro que se estaba fumando.

- Espero que no sea una tontería de las tuyas Aléxei.- se quejó.

El chico se dio media vuelta y corrió hacia mi dirección.

- ¡Rápido, ven!- me  agarró de los brazos y me pegó a su espalda.- Quédate en silencio.

- ¿Ya viene?- pregunté intrigada.

- ¡Te va a oír!- susurró.

- Estoy nerviosa.- confesé.

ENTRE DOS BANDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora