19.

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Capítulo 19.

HEATHER.

Varias semanas después.

Me gustaría decir que todo comenzó a marchar bien, que mis miedos disminuyeron y los síntomas físicos de la abstinencia no han causado una locura en mi cabeza. Me gustaría decir que después de aquél episodio donde me enfrenté cara a cara con la muerte debido a la ingesta de drogas mezcladas, comencé a ver la vida de una manera positiva. Sí, ojalá hubiera sido así.
Pero es como si la depresión se hubiera expandido por mi cuerpo, por mi alma, por todo mi ser. Creí que las mariposas en mi vientre al ver a Niall constantemente, ayudarían a disminuir la ansiedad y el pánico que aveces me provoca la vida. Pero no es así, no es como ocurre en los libros de ficción, donde los protagonistas se sanan mutuamente y viven felices para siempre. Esta es la vida real, donde nisiquiera quién te llena de momentos alegres puede ayudarte, y no puede sacarte de donde estás.

No he recaído ni una sola vez, pero no porque mi fuerza de voluntad sea mayor, si no porque estoy siendo altamente vigilada por mis padres y los terapeutas que están ayudándome.
La psicóloga no ayuda demasiado, le conté mi vida en una sola sesión y desde entonces no tengo nada más que decir.
Todo se vuelve repetitivo, tan monótono y tan difícil. Me duelen los huesos, no puedo dormir por las noches a pesar de que los medicamentos para tratar mi adicción ayuden un poco. Los terapeutas dicen que debo armarme de paciencia, que este es un tratamiento lento pero efectivo. Y no tengo más remedio que creer que es así.

-Heather, Niall está aquí —Anuncia mamá parándose en el umbral de la puerta —Le diré que suba.

Mamá está encantada con él, lo adora. Desde aquél primer día en que lo conoció supo que Niall era una increíble persona.
Me confesó que escuchó nuestra conversación la primera vez que él estuvo aquí en mi habitación y que fueron esas mismas palabras las que terminaron de convencerla para hablar con Papá y decirle que era y es bienvenido en nuestra casa.

-Hola, buenas tardes -Su saludo cordial me hace sonreír.

Dejando mi libro a un lado camino adonde él y lo abrazo.

-Hola —Mi mejilla se adhiere a su camiseta, donde su perfume me envuelve y sí, las mariposas comienzan a revolotear en mi interior.

-Hoy te he echado de menos en la universidad —Dice, y luego me guía hasta mi cama, donde nos sentamos y yo continuo abrazada a su cintura —Y al parecer, tú también a mí.

-Sí, mucho —Confieso —Quería ir, pero debía ir a las sesiones con la psicóloga. Y después mamá me llevó al centro comercial y compré un libro.

-¿Y como ha estado la sesión de hoy?

-Más de lo mismo —Respondo y él se ríe.

-¿Y dónde quedó toda esa positividad que hablamos anoche?

-En algún lugar al fondo de mi cabeza —Alzando mis ojos hasta él, sonrío.

-Lo ideal es que no se quede allí —Murmura y acercándose, besa la punta de mi nariz —¿Que libro has comprado? No olvides que aún estamos leyendo crepúsculo, no puedes empezar otro sin mí.

-No lo he olvidado —Ambos sonreímos —Pero este libro que compré no es una historia, si no más bien, relatos, poemas o algo así.

-¿Puedo verlo?

-Claro —Alejándome, le entrego el libro.

Él comienza a hojearlo y luego se detiene en una página.

-Debes de tener un panal de miel por corazón, cómo podría un hombre si no ser así de dulce —Lee y luego se queda mirándome —Muy romántico esto ¿no?

OBSERVA LAS MARIPOSAS - BY NATH 🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora