Era viernes, salí cinco horas más temprano que lo usual, aprovechándome de eso, apenas toqué la calle al salir del trabajo corrí en busca de una tienda cercana a mi hogar, pero con mi mala surte nada estaba abierto. Hoy se celebra la conmemoración de los brujos de Post Tenebras en forma de festival, me encantaba esa festividad pero me dejo de gustar al enterarme que todas las tiendas cerraban mucho más temprano; me trague mi infelicidad y pensé en soluciones, lo único razonable aparte de ir casa por casa pidiendo prestados los elementos que necesitaba haciéndome pasar por parte de la organización del festival o la opción más moral y logica era ir a la ciudad, un lugar que nunca llego a gustarme del todo pero aunque me desagradaba al menos ellos no celebraban la conmemoración, tan solo decoraban pocas calles y vendían cotillón con la temática de la fecha.
Luego de dos horas y media en un tren repleto de gente con un horrible olor a cigarrillo y sudor, llegue a Bois Sombre, la ciudad más cercana a Post Tenebras, me baje del bus cuando habíamos llegado al centro de la metrópolis, recordé que la última vez que había ido era hace tres años, no hace demasiado tiempo, pero la ciudad era conocida por el progreso y nada era como lo recordaba; habían tiendas nuevas y mucho más elegantes que los negocios de ropa usada que yo fielmente conocía, sin quererlo me había perdido en un lugar nuevo pero familiar. Camine por las calles intentando identificarlas por los letreros, pero la tipografía era muy pequeña y mis ojos eran muy decepcionantes como para leer algo a lo lejos, me tenía que acercar lo más posible a los rótulos para entenderlos cosa que me quito bastante del poco tiempo que tenía para vagar en la ciudad. Finalmente, me rendí, tuve que pedir indicaciones, pero todos parecían muy jóvenes para darme la respuesta del camino a una tienda que era más vieja que todo lo demás. Logre encontrar un almacén entre las boutiques lujosas, que por suerte era atendido por una señora de edad que logro decirme el camino exacto que debía seguir. Treinta minutos de caminata después, lo encontré; la tienda de un viejo amigo la cual nunca cambiaba, aunque todo a su alrededor lo hiciera.
- ¿hola? ¿Bedwyr, estas aquí? – hable al abrir la puerta esperando que me respondiera la voz de mi amigo, pero en cambio una voz dulce y fina deleito mis oídos.
– adelante buen hombre, el señor Bedwyr no se encuentra en este momento, pero si gusta yo puedo atenderlo. – una mujer hermosa de cabello negro, corto al nivel de los hombros, tez pálida pero algo rojiza y labios pintados con un bello color morado me hablaba desde el antiguo y polvoriento mostrador, me quede sin palabras durante un segundo, pero cuándo mi mente volvió a mi cuerpo me adentre al interior de la tienda y con una risa nerviosa le hable.
– si! – le respondí con entusiasmo, pero, luego avergonzado por alzar la voz desvié la mirada hacia los estantes.
– vengo a buscar un par de cosas ... primero que nada ¿tienes lámparas de fuego azul? – sabía perfectamente que ese no era el nombre pero que podría ser una forma de describirlo, algo más fácil para que ella pudiese reconocerlo, pero quede sorprendido cuando ella me corrigió.
– ¿se refiere a las lámparas "blue ignis", señor? – por supuesto, nunca debí subestimarla, si trabaja con Bedwyr debe ser experta en artefactos mágicos.
– sí, necesito una de esas por favor. – así empecé dándole mi lista de objetos que necesitaba, cuando mencionaba el nombre por más poco conocido que fuera ella sabía exactamente qué era lo que buscaba e incluso me recomendaba cosas que podrían ser mejores que las que yo le mencionaba, su conocimiento me tenía embobado. Hacía que mis palabras se enredaran como cabellos al dormir, cuando me miraba a los ojos sentía la temperatura acomodarse en mis mejillas sonrosándolas al instante, hace mucho tiempo que no me sentía como un tonto adolescente con mariposas en el estómago. Ya era momento de pagar así que cuando ella colocaba los productos dentro de la bolsa yo sacaba el dinero, extendí mi mano para entregárselo y en el momento del intercambio mis dedos se rosaron con los suyos, su piel era suave como la seda, pero fría como témpanos de hielo.