📖NOVENTA Y SEIS📖

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Mis palabras se repetían en mi mente sintiéndose como cuchilladas que entraban y salían de mi cuerpo en una eterna tortura. Solo habían pasado un par de minutos desde que el otro lado de la puerta se callo, pero para mí ya había pasado una eternidad.

Armandome de valor me acerque a la puerta y pegue la oreja a ella esperando escuchar algo, pero nada; tome las cosas necesarias para ir a darme una ducha, esperando que fuera una eficiente excusa para salir de mi cuarto y ver que pasaba afuera. Abrí la puerta de un tirón.

-Al fin sales, ¿terminaste?

Cruzado de brazos, con una expresión de pocos amigos, pero un tono burlon, estaba Levi justo enfrente de mi puerta. Si pudiera ver mi propia cara justo ahora, vería: mis ojos bien abiertos desbordando miedo, mi mandíbula hasta los suelos y seguramente estaría pálido.

-¡¿Q-que?! P-pensé que te habías ido... - tartamudee por la sorpresa.

Acaba de gritar cosas que quizá si sentía, como si fueran simples palabras más en una conversación normal y ahora tenía delante a la persona que había recibido todos mis gritos, ¿cómo se supone que debería reaccionar ahora?

-¿Cómo podría irme? Esperaba escuchar todo lo que tuvieras que decir, ¿ha sido todo? - respondió con un suspiro.

No habían pasado ni 5 minutos y ya quería retractarme de mis palabras. El peso de consciencia era más de lo que podía soportar. Agache la mirada, no podía soportar verlo directamente a la cara.

-¿Talvez? - susurre. La verdad nisiquiera quería decir eso, me arrepentiria al segundo siguiente, pero aún así sentía que no podía callarme. - ¿Qué pasa si no es todo?

La pregunta lo tomó por sorpresa, pero no lo suficiente como para mostrar algún signo de que mis palabras lo hayan herido. Claro. El nunca mostraría debilidad.

-Nada... Tienes todo el derecho de decir y gritar todo lo que quieras - acepto luego de pensarlo detenidamente.

-Tsk, si claro. - fui mi turno de responder.

Había arrastrado el traje conmigo fuera de mi habitación, así que me lo heche al hombro y pasé de largo junto a mi padre, completamente dispuesto a ignorarlo y fingir que no había gritado lo que grite.

-Kai... - dijo suplicante, al mismo tiempo que me tomaba del brazo.

-No, sueltame - le exigí dando un tirón. Él afianzó su agarre. Nuevamente el enojo me hizo abrir la boca. - ¿Qué es lo que me quiere decir? ¿Qué quieres explicar? ¿Que lo hicieron por mí bien o qué no tenían otra opción? Siempre es lo mismo con ustedes... - me di un tirón mas fuerte y me solté de su agarre. - Siempre con sus secretos, con sus mentiras, ya estoy cansando de que nunca me digan nada por mi supuesto bien, ¿de que tanto me protegen? ¿Del pasado que no puede tocarlos? No, simplemente quieren mantenerme ignorante por su propio beneficio... ¿Qué ganaban ocultandome lo de mis abuelos? - Hice una pausa esperando su respuesta. Solo se cruzó de brazos de nuevo. - ¿Qué no me lo dijeran los mantendría vivos? No, sólo pensaron en lo que sería menos difícil para ustedes. Por supuesto, criar a un hijo ha sido tan complicado para ustedes que prefieren guardar secretos antes de aceptar que somos una familia...

Tenía tantas cosas en la cabeza, que no estaba seguro de lo que reclamaba, ¿era quizá el silencio en cada conversación?, ¿era su actitud evasiva?, ¿era lo de mis abuelos?, ¿o era simplemente mi idea de que quizá tener un hijo fue la peor decisión que habían tomado? No estaba seguro, pero había algo que me dolía más que nada:

-¿Quieres que siga? ¿Quieres que te diga que, de todo esto, me molesta más? - le pregunté, intentando, sin éxito, callarme a mi mismo antes de decir otra cosa que no sentía. - Me molesta que aún siendo su hijo me traten como un desconocido más, que crean que soy demasiado débil para soportar las malas noticias o que simplemente no merezco saberlo. He tolerado sus silencios, he tenido la paciencia para esperar que confien en mi, incluso he tratado de hacer todo por que me consideren lo suficientemente adulto para saber todo; pero, ¿qué logre?  Medias historias, medias explicaciones, o simplemente su dolorosos y asfixiantes silencios. - Tomé aire y luego concluí- Y además, por si no fuera poco, actúan como si esto fuera un berrinche más, me ponen como el hijo insensible que no le importa nada, parecen más preocupados por otras cosas que por lo que yo estoy pasando. ¿Así se hacen llamar padres?

Dicho eso me di media vuelta camino al baño y me encerré en el para, supuestamente, hacer mi rutina para arreglarme, pero ciertamente solo me deslice en la puerta hasta el suelo y me hice un ovillo, mientras temblaba de frustración. Habría querido decir más, necesitaba decir más, pero mi mente era un caos para organizar una idea clara y además, no quería exponerme tan rápido.

P. O. V. LEVI:

Era la primera vez. La primera vez que Kai explotaba de esa forma; por mucho tiempo había pensado que su temperamento era prácticamente el mismo que el mío, que podría soportar cualquier cosa sin tener la menor alteración posible, pero me había equivocado. Kai se parecía tanto a Ami como a mi, el podia soportar cualquier cosa, pero luego de un tiempo estallaria como mi esposa. No estaba preparado.

-¡USTEDES SON LOS MALOS PADRES! - había gritado con profundio odio en cada una de sus palabras.

Escucharlo había sido un golpe muy duro, pues llevaba toda su existencia cuestionandome a mi mismo si lo que estaba haciendo era lo correcto para él, si realmente lo estaba protegiendo y educando bien. Aunque, de manera muy extraña, era reconfortante escucharlo quejarse; estaba acostumbrado a su personalidad parlanchina, pero nunca se había enfadado ni quejado.

-¿Quieres que siga? ¿Quieres que te diga que, de todo esto, me molesta más? -siguió diciendo con un claro resentimiento.

¿Cuánto tiempo había guardado estas ideas? ¿Por qué nunca me lo dijo? Ahora solo quería escucharlo, pues los recuerdos de mi propia ausencia de padres jamás me permitieron tener a alguien a quien culpar, con quien molestarme o a quien reclamar. Yo quiero estar para Kai, también en esa situación, no me importa cuanto duelan sus palabras, mi hijo debía tener siempre quien recibiera sus quejas.

-... pero, ¿qué logre?  Medias historias, medias explicaciones, o simplemente su dolorosos y asfixiantes silencios...- siguió.

Ambos sabíamos que había más, pero por ahora estaba bien.

-...¿Así se hacen llamar padres?

Se marchó dejándome, no sólo con las palabras en la boca, también con la sensación de un rotundo fracaso, ni siquiera perder a Farlan e Isabel se compraba con lo de ahora. ¿Hasta que punto lastime a mi propio hijo con mi estúpida idea de protección?

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora