capítulo 2. primer mensaje

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Entre a mi casa, estaba un poco impresionada por el plan de mi amiga, al parecer yo lo enamoraría por mensajes y ella sería la que luego se presentara diciéndole que era yo, y se acostaría con él, así sabría que mi profesor si cayo.

Era una total locura, pero no me importaba mientras ese Audi fuera mío, mientras yo no tuviera que acostarme con él ni nada, si estaba muy bueno, si era increíblemente deseable, pero yo no sería capaz de terminar en una cama con mi profesor, además, con el único hombre que he estado en mi vida es con Steph, por mucho que en este momento lo odie, no le haría algo así.

Mi madre al verme me dio un saludo y dejo su marca de labial en mi cara, sonreí un poco frustrada, yo tenía una madre de revista, glamurosa, escandalosa y casi una adolecente, subí a mi habitación esperando con impaciencia que el profesor Sanders llegara, exactamente a las seis oí el timbre y supe que era él, el grito de mi madre me lo aseguro, así que tomando mis apuntes y mis libros baje para encontrarme con él, lo salude amable y mire como estaba, podía decir que estaba como siempre, con sus camisas polo formales y su cabello ordenado, pero la verdad ahora vestía unos vaqueros desgastados y una simple camisa color azul haciendo resaltar sus ojos, su cabello iba levemente desordenado y eso hacía que simplemente se viera hermoso. Jesús, como pides que no pequemos si nos traes a este hombre para corromper todo.

-Vamos, pasen a la sala -mi madre lo invito, yo me fui atrás viendo como mi madre le hablaba e incluso le coqueteaba.

Pero nada, él no respondía a nada de eso, y por mucho que mi madre fuera escandalosa ella era una mujer hermosa, su cabello era de un rubio teñido que lo mantenía muy bien y sus ojos eran de un marrón claro como el mío, solo que los de ella eran casi ámbar, los míos eran como miel, su figura era alta, ella tenía mi misma estatura y toda curvas, cosa que yo no.

Mi cabello era oscuro y un poco largo, era ondulado lo que hacía que en ocasiones pareciera como una fiera, era demasiado alta, lo que no se si verlo como ventaja, muchas niñas se acomplejan por ser tan bajas, pero ellas no saben cómo hace que simplemente medir uno sesenta o menos hacia que parecieran hermosas, yo media uno setenta y cinco, era muy larga por lo que mis curvas eran escasas, podía destacar en mí que tenía buen busto para ser tan delgada y alta, pero nada comparable como mi madre y Megan, mi piel era un poco más pálida, otra desventaja ante mi profesor, ya que cada vez que lo veía me sonrojaba y al ser tan pálida, era como si simplemente un volcán hubiera vomitado en mi cara.

- ¿está todo bien, Ariadne? -mire a mi madre, al parecer me había perdido de algo, yo asentí y me fije en mi profesor que solo revisaba algo en su celular.

Y allí estaba mi meta, en ese teléfono, solo me quedaba ver como hacía para sacar su número, me senté poniendo mis cosas listas, mi madre le ofreció un poco de jugo, y una bombillita se prendió en mi interior.

-Trae toda la jarra -mi madre me miro extrañada, ella sabía que yo no tumba mucho bebidas, ella de todas formas asintió y luego de un rato llego con una jarra llena de jugo de fresa.

Mi madre se hizo al lado de mi profesor por lo que pude ver la incomodidad de mi profesor, ella podía ser así de exasperante, y saber que si ella estaba presente podía dañarme los planes, entonces pensé en algo.

-Oye mamá -ella me miro por primera vez hacia casi media hora, porque desde que habíamos empezado solo se encargaba de mirar a mi profesor -creo que Andrea dijo que hoy llegaría la nueva temporada de Dulce & Gabina.

Ella abrió los ojos, si querías que mi madre saliera de la casa por casi un día solo dile esto, ella buscara a Andrea, una de su amigas e igual de loca por la moda que ella, y todo para conseguir la colección y descuentos.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora