Era un jueves por la mañana y decidí dar una vuelta con Jim y Sophia. Fuimos a tomar un café por el centro.
No paraban de darme la brasa con que estaba rara. No era mentira, llevaba desde el día pasado un poco desanimada. Supuse que se me pasaría con el tiempo. Todo el mundo tenemos altibajos.
Se me escapó un suspiro y cuando alcé la vista vi a cierto rubio y cierta morena mirarme con una ceja alzada. Aquellos dos eran almas gemelas, incluso tenían las mismas expresiones. Los miré levantando una ceja también, a modo de pregunta. Cuando no respondieron, procedí a beber mi café con tranquilidad.
—¿Hueles eso? —preguntó Jimmy de la nada.
—¿El qué? —le siguió el juego.
—Huele a tristeza por enamoramiento.
Casi escupo el café al oír eso. Ambos rieron al instante por mi reacción. Los regañé lanzándoles mi servilleta, a lo que rieron más.
—Venga, ¿nos vas a decir quién te gusta? —preguntó Sophia cuando se calmaron.
—No sé de dónde os habéis sacado eso.
—No hace falta que digas nada, te conocemos como la palma de nuestra mano.
—No me gusta nadie —dije, pero por dentro no estaba muy segura de esa respuesta.
—¿Es el tipo de la barba? Ese que estudia contigo. ¿Cómo se llamaba...?
—Stephen.
—Ese. Es bien apuesto —apuntó Sophie, a lo que Jim la miró con mueca de confusión.
—Pero no tanto como yo.
—Es verdad, nadie se puede comparar a tu belleza —bromeó, a lo que este le dio un leve toque en el costado. —Pero ahora no estamos hablando de ti, egocéntrico. Sino del hombre por el cual Avi suspira y se le quita el sueño.
—Estáis sacando las cosas de quicio —dije, un poco enfurruñada.
—Mira, si se ofusca y todo —rió Jim. Me levanté un poco de mi asiento hacia delante y le di un pequeño golpe en el brazo para que se callara.
—Amiga, date cuenta —habló de nuevo levantando las cejas con obviedad.
No dije nada. No podía ser.
Puede que le tuviera cariño... Pero no podía estar enamorada de él.
«Más te vale que sea así, porque él no te mira de esa manera»" —habló la voz de mi conciencia cruelmente en mi interior.
Sentí otra vez aquella sensación en mi estómago. Era angustiosa.
—Igualmente, sabes que nos puedes contar cualquier cosa, ¿no?
—Claro, solo que con Jimmy tengo mis dudas. Sabemos que es un chismoso de mucho cuidado y que toda la ciudad puede saberlo en unas horas si se lo propone —reí con los brazos cruzados. Este abrió la boca con sorpresa y procedió a montar su show.
—¡Oye! Yo soy muy discreto.
—Dice el que le cuenta toda su vida a los clientes —mi amiga lo miró de mala manera a su lado.
—No es mi problema si ellos se interesan y me preguntan cómo me va. Además, soy un sol de persona, no puedo negarme y ser antipático.
—Hay que ver... —seguimos hablando por un buen rato y dejamos el tema del "lío amoroso" de lado. El cambio de charla me vino bien e hizo que me animara un poco más.
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Más tarde entré por la puerta del santuario. Al ver que no había nadie y tan solo estaba la mesa puesta para una persona, deduje que habían salido para atender asuntos importantes.
No pasaba demasiado tiempo sola, aunque muchas veces mis dos amigos tenían que cumplir con sus deberes y debían marcharse por unas horas.
Cené tranquila y al terminar, en vez de ir a mi habitación decidí pasar un rato estudiando en la biblioteca.
Quien dice estudiando quiere decir dibujando entre un capítulo y otro.
—Por fin te he encontrado.
Vi a Stephen apoyado en el marco de la entrada de la biblioteca, mirando el cuaderno de bocetos.
—¿Me buscabas?
—Venía a ver como estabas —dijo mientras tomaba asiento a mi lado. Me sorprendió, ya que solía sentarse frente a mí o un poco más alejado. —Parece que tienes mejor aspecto que ayer.
—El cansancio no me sentó muy bien, pero ya estoy como nueva. No tenías de qué preocuparte —sonreí para enfocar mi atención en el dibujo, de nuevo.
—Me alegro de que estés mejor.
Nos quedamos un buen rato en silencio. Yo dibujando y él observando. Parecía que le interesaba. Poco a poco fui perdiendo la "vergüenza" de que me vieran dibujar. Me sentía un poco más cómoda con ello.
—Quería proponerte algo —alcé mi mirada para encontrarme con sus ojos no muy lejos de mí. Se había acercado un poco más sin haberlo notado.
—¿El qué? —no sé en qué momento dejé de respirar.
—Mañana es tu día libre, ¿verdad? —asentí. —Pues quería preguntarte si querrías venir a dar un paseo por la ciudad.
Lo miré sorprendida.
—Así descansas un poco de todo esto y te despejas. El sobreesfuerzo no es bueno —aclaró, un poco nervioso. O tal vez yo veía cosas que no eran. Aquel hombre nunca titubeaba.
Tardé un poco en responder. Me había dejado descolocada. Pero él pareció tomarlo como una negativa.
—O si no quieres, podemos–
—No, no. Me encantaría —respondí rápidamente. Lo vi destensarse un poco y sonrió.
—¿Yo también puedo ir?
Ambos nos giramos para ver a Wong de pie esperando junto a la puerta.
—¿Desde cuándo estás ahí? —pregunté un poco avergonzada.
—Cinco minutos.
—¿No se supone que alguien debe quedarse para guardar el santuario? —preguntó con una ceja alzada el doctor.
—Por un rato no pasará nada. Además, yo también necesito despejarme -dijo, restándole importancia.
Stephen negó con la cabeza y se giró para preguntarme con la mirada si estaba de acuerdo. Asentí con una sonrisa. Sería agradable pasar un rato diferente juntos.
Eso era suficiente para mí.
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𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Romance"Si me dieran a elegir entre cambiar el pasado o quedarme con este presente, elegiría la segunda opción. Porque prefiero vivir mil veces todo lo que pasé para llegar hasta aquí, que vivir un presente en el que no estés aquí. Conmigo."