Las burbujeantes sustancias reposaban al frente de los estudiantes. Amortentia, Multijugos, Veritaserum y, en formato de una dosis; Félix Felicis.
Lily reconoció las tres pociones, Snape se aferró a su indispensable libro repleto de anotaciones y la miró por un segundo, frunciendo el cejo. Por primera vez, en clase de pociones, estaban separados. Solo se entrelazaban el uno al otro por un delgado hilo con fibras de recuerdos.
—¿Estás bien, Lily? —preguntó Remus, al notar la desconcentración de su amiga. Lily asintió despacio—. Espero que hoy, por fin, alguien pueda conseguir la dosis de Félix Felicis.
Aquella pócima llevaba siendo el premio para todos los estudiantes desde la clase uno. Por las ambiguas explicaciones de su libro, nadie había logrado conseguir la ansiada recompensa que deslumbraba frente a los alumnos, pero el profesor Slughorn se hallaba maravillado de los rápidos avances de sus estudiantes.
—¡Buenos días, clase! —saludó Slughorn, ocasionando que todos se pusieran de pie—¡Qué alegría volver a verlos! ¿Ya estás mejor de esas quemaduras, Potter?
La estridente risa de Sirius se escuchó por el aula, pero nadie más lo acompañó. A James se le subieron los colores a la cabeza y golpeó con su propio libro de texto la cabeza de su amigo.
—Si, aunque aún me duele un poco.
—Entonces deberías pedirle a la señorita Evans un poco de ungüento curativo —mencionó el profesor. James, ante la mención de Lily, se olvidó de su bochornosa situación y le guiñó un ojo a la chica—, al menos la marca le servirá de recuerdo para que no vuelva a utilizar el aguijón de Billiwig sin cortar.
La clase prosiguió con la clara indicación del profesor. Si deseaban conseguir el Félix Felicis, debían traerle una muestra de esencia de locura para el final de la clase, con la posibilidad de poder hacerlo individual, en parejas o tríos.
Las parejas se formaron con avidez, y a pesar de que Snape analizó a Lily por un segundo, ella arrugó la nariz ignorándolo, volteándose hacia Remus que ya la esperaba con el texto abierto.
—Cortar, con cuchillo, en pequeños trozos los cerebros de rana y agregar los ojos de escarabajo completos —leyó Lupin, claramente—, revolver en sentido de las agujas del reloj, esperar cinco minutos y revolver en contra —concluyó, mirando a Lily que ya había comenzado a cortar el escurridizo cerebro de rana—. No parece muy complejo ¿Verdad?
—Siento que este texto está mal, las indicaciones son muy generales... ¡Maldita sea! ¡No puedo cortar este estúpido cerebro!
El ingrediente, siempre que era aplastado por el cuchillo se ablandaba más no cambiaba de forma. Lily miró el órgano y una vaga idea se le ocurrió, sacando un pequeño bisturí.
—¡Lily! Pero aquí dice que debe que ser con cuchillo.
—Confía en mí, ¿vale?
Funcionó de maravilla, a pesar de ser algo más tardío, el cerebro de rana quedó cortado en trocitos del tamaño de migajas de pan y los chicos se miraron victoriosos. De fondo se escuchó una exclamación y cuando dieron media vuelta, James trataba de contener el viscoso flujo que salía de su caldero, mientras que Sirius revisaba histérico el libro. Peter lanzó un hechizo que terminó por empeorar el problema, haciendo que lo que se suponía era la poción, terminara por empezar a quemar el suelo.
El profesor Slughorn apareció y con un movimiento de varita, vació el caldero de los tres, exclamando:
—¡Mala suerte, jóvenes! Supongo que ninguno conseguirá el premio, hoy.
Lily y Remus se sentían motivados, pero el resultado de la poción no fue el esperado, porque al agregar los ojos de escarabajo completos se percataron que el color, en lugar de tornarse verde, adquirió un color rojo intenso.
Slughorn pasó al final de clase por cada pupitre. Miró el de Lily y Remus, pero negó con la cabeza sonriendo; habían estado muy cerca. Las chicas de Hufflepuff terminaron por crear algo que parecía querer derretir el caldero y los amigos de Snape, tenían un líquido negro de olor desagradable.
En cambio, Snape, quien trabajó solo, logró una dosis perfecta de esencia de locura
—¡Maravilloso, una gota de esta cosa y tomaría las peores decisiones de mi vida! —sentenció Slughorn, agarrando a Snape para entregarle la dosis de Félix Felicis—, para usted, totalmente merecida.
Sonrió orgullo, codeándose con sus amigos mientras se burlaban de las reacciones de James, quien echaba humos por la cabeza. Slughorn, salió del aula, con una sonrisa enorme en los labios, siendo acompañado por un grupo de estudiantes que le pedían consejos para sus próximas preparaciones
—¡Te dije que te convenía irte conmigo, Evans! —farfulló Snape, enseñándole el frasco de Félix Felicis, Lily miró decepcionada al chico por su infantil comportamiento—, pero prefieres irte con ese nerd idiota.
Remus frunció el cejo y se puso a la defensiva. Lily, sin siquiera esperar a que llegara el resto del grupo, enfrentó a Snape con valentía.
—¡Eres un imbécil, Quejicus! Disfruta tu ilusión de suerte, tal vez así conseguirás amigos de verdad y no súbditos. —James se quedó de piedra al oír a Lily, defendiéndose sin cortarse. Sirius sonrió satisfecho y esperó a ver la rección de Snape—. Ahora, si me haces el favor ¿Podrías largarte de mi vista? Porque con mi amigo "nerd idiota" tenemos cosas más importantes qué hacer, y tú no eres una de ellas.
Lily ni siquiera miró a Snape, sostuvo el brazo de Lupin, quien apenas alcanzó a recoger sus cosas antes de salir a rastras del salón de clases, siendo seguido por sus amigos.
—¡Esa es mi chica! —vociferó James, bajando con prisas las escaleras.
—¡No soy tu chica!
—¡Cierto! ¿Quieres convertirte en mi mujer? —De un saltó quedó al frente de Lily, quien estaba ofuscada por la adrenalina, para arrodillarse el instante después—, ¡Estuviste asombrosa!
—No me lo puedo creer... ¡Insulté a Snape!
—Y de la forma más increíble jamás contada —agregó Sirius, tomando por los hombros a Remus—, que no te afecte, Lunático. Si eres un nerd, que a veces se comporta como un idiota, pero al menos tienes estilo.
James, sin previo aviso, abrazó a Lily, aunque ella se apartó y salió casi corriendo de la escena, dejando al grupo riéndose a carcajadas.
Furioso, Snape guardó dentro de su bolso la dosis de Félix Felicis, dispuesto a usarlo cuando el momento adecuado llegara.
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Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)
Fanfiction𝐖𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫/𝐉𝐢𝐥𝐲 «-𝐸𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑙𝑎 𝑎𝑙𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑖́ 𝐿𝑢𝑛𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜 ¡𝐓𝐞 𝐚𝐮𝐮-𝐦𝐨!» Su historia ya concluyó, sin embargo, aquello no significa que no haya que contarla. Relatos individuales de los mer...