𝐗𝐗𝐈𝐗. 𝐄𝐥 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐞: 𝑩𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒈𝒖𝒂.

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Se quedó un largo rato analizando, y asumiendo, lo hermosa que era Lily. Tuvo que forzarse a cerrar la boca, debido a la impresión.

El cuerpo de la muchacha no era para nada como el arquetipo de modelos delgadísimas que se pasaban los chicos entre sí. En aquel traje baño de una pieza, pero con una apertura en el centro, James se quedó observando las pecas que subían por todo su pecho.

Lily, a ojos de James, se veía saludable y eso lo volvió loco; muslos gruesos, la piel besada por el sol, su esponjoso cabello pelirrojo que caía salvaje por sus hombros, sus ojos verdes destellantes. La figura de Lily era como el de una pera.

No pudo evitar compararla con el resto de las chicas, encontrando a Lily como la más "perfecta", según su gusto; Marlene era demasiado delgada y alta (incluso más que Él), Mary era pequeña y redondeada, pero el ser exnovia de Sirius le restaba puntos, algo que también sucedía con Dominique, la novia de Peter.

James descubrió ese día, que no solo le gustaban las chicas de mediana estatura, pelirrojas y que, a pesar de ser un complejo para Lily, estar algo más subidas en peso.

La vio juguetear cerca de la orilla con Mary y Marlene, y a pesar de que Sirius había convencido a Lupin de entrar al agua, no les prestó demasiada atención. En su lugar, y después de bromear por un par de minutos, se acercó a Lily sintiendo sus piernas temblar.

Era la primera vez que se ponía nervioso al hablar con su propia novia.

—Cariño, ¿te apetece venir un rato conmigo? —Lily se volteó y la miró con sus profundos ojos verdes, asintiendo.

Se sumergieron y llegaron hasta la boya, alejados de sus amigos que se veían como minúsculos puntos en el campo de visión. Tal parecía que a Lupin le había dado demasiado frío porque ya estaba afuera del agua, y el grupo, había decidió comenzar una infantil guerra de agua.

Cuando se volvió a Lily, ella miraba distante, hacia las colinas.

—¿Sucede algo, preciosa?

—Nada, solo pienso —contestó, abrazándose a la boya. James se deslizó por la soga para sentarse encima—. No tenía ni idea de que Sirius y Remus tienen tantas cicatrices. —Sincera, la chica lo observó de reojo; sin embargo, luego de un instante, volvió a enfocarse en algo más interesante que el escuálido chico—. Me preguntaba como... ya sabes... Supongo que tú si sabes, de todos modos ¿no?

James asintió—. No me corresponde decírtelo, Lily, aunque quisiera hacerlo.

—Lo sé, nada más me gustaría que confiaran más en mí.

—Ellos confían en ti —aclaró James—, solamente no están listos para revelarle al mundo todo ¿comprendes? Tal vez nunca lo estén, y eso está bien.

Lily le sonrió y se soltó de la boya, hundiéndose en el agua, James sintió como la chica tiraba de su tobillo y sin pensarlo dos veces, se sumergió también bajo el agua.

No veía con claridad, debido al agua y que no traía sus gafas puestas, pero al abrir los ojos pudo diferenciar el cabello rojo de su chica revolotear a su alrededor, y pocos segundos después como ella enrollaba sus brazos alrededor de su cuello. A penas salieron a recuperar el aire perdido, Lily hizo un hechizo para que alrededor de la cabeza de ambos se creara una burbuja de aire, y obligó a James a hundirse de nuevo.

Sin poder preguntar nada, Lily juntó sus labios con los de James, quien, aunque no se quejó, sí que se quedó sorprendido. Él era quien siempre tomaba la iniciativa.

Bajo el agua estuvieron diez minutos, mirándose, sonriendo, besándose, pero sin decirse nada. Al volver a salir, Lily solo murmuró:

—Al menos sé que son felices. —Entrelazaron sus manos y se devolvieron a la orilla, en un nado suave— ¿Cuánto tiempo durará nuestra felicidad, James?

—Hasta después de la muerte, Cariño. Te lo prometo.

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Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora