𝐗𝐗𝐗𝐈: 𝐄𝐥 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐞: 𝑽𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒎𝒂𝒏.

80 12 2
                                    

Los chicos se bajaron esa mañana del auto del señor Weasley quien, antes de volver a casa, los ayudó a montar las carpas, repasar la lista de pendientes y percatarse de que el lugar era seguro.

Remus revisó el libro que tenía debajo de su axila, con la mirada perdida y pensando en que hubiese preferido quedarse en la casa, que ahí; a la intemperie, con el desagradable de Sirius y la presencia de la insufrible suciedad. Era alguien casero, que solo estaba ahí porque se había comprometido a hacerlo.

Antes de irse de vacaciones, asignaron las tiendas específicas para las tres parejas y las amigas. Como no querían gastar dinero de más, se conformaron con unas estrechas carpas con una cama y, en el caso de Mary con Marlene, dos camas individuales. Remus observó la tienda que tenía los acrónimos de su nombre y el Sirius (R+S) Algo que lo hizo mosquearse un poco.

Entró sabiendo que Sirius ya se hallaba dentro. Los dos cuando se vieron bufaron molestos, Y Lupin, con un ágil movimiento de varita, dejó su bolso encima de la cama, antes de volver a salir.

Fueron a la playa, donde todos disfrutaron a su propio modo. Remus sin tener a Sirius para motivarlo a entrar al agua, se quedó tendido encima de la toalla, disfrutando de un libro. Escuchando como sonido ambiental las risas de sus amigos, pero el texto parecía nunca conectar con él, así que lo dejó a un lado y se acostó, dispuesto a echarse una siesta.

Solo llevaba un día enfadado, y se percató que eso le significaba un esfuerzo significativo. Despertó horas más tarde, cuando Lily lo agitó de un lado al otro, muy nerviosa mientras buscaba algo de su cartera.

—¡Remus, No te pusiste bloqueador! —Vio sus piernas al descubierto por el short y sus brazos, que estaban al rojo vivo y ardían—, ¡Creo que traje un poco de ungüento cura quemaduras!

Solamente, para ser más insidioso, Sirius le echó una ojeada a su novio y soltó un risa malévola; Lupin confirmó que Sirius, cuando quería ser molesto, lo podía hacer de maravilla.

Lily extendió por su piel lastimada esa crema, sintiendo un dolor refrescante. Luego se volvieron al campamento, donde por indicaciones de la propia chica, y para evitar un shock de calor, debía mantenerse recostado por al menos una hora. Acotó sus órdenes, pero se dio cuenta de que cada mínimo movimiento le dolía.

Escuchó a Sirius entrar, y el fingió estar dormido. Parecía recién salido de la ducha, por la toalla que rodeaba su cintura. Se cambió a ropa ligera tan rápido, que en menos de un minuto ya estaba listo. El chico miró de reojo a Lupin y sin pensarlo dos veces, se acercó a la cama para servirle un vaso de agua fría, poner un paño en su frente y humedecer sus labios con las yemas de sus dedos.

Salió sin decir nada, y Lupin se quedó con la vista en la entrada, sintiendo como una sonrisa se posaba en sus labios, hasta que al final sí cayó dormido.

Para cuando despertó, la piel ya no le dolía, pero su estómago pedía, imperiosamente, una buena comida. Se dirigió afuera encontrándose con que la noche ya había caído encima del camping, y sus amigos estaban alrededor de una fogata, con la música encendida y los platos sucios a un lado. Sus amigos lo saludaron, y le dijeron que su porción estaba dentro del mini-freezer que habían traído.

Sacó su plato, que consistía de una insípida ensalada y luego se sentó alrededor de la fogata, frente a Sirius, tratando de no mirarlo directamente.

El resto del grupo solo quería que todo volviera a la normalidad, que ambos muchachos lijaran asperezas y se olvidaran de la situación de ayer.

—¿Qué tal si jugamos a algo? —propuso James, con una sonrisa y buscando del freezer las cervezas que compró infraganti en la ciudad—, estoy que me muero de aburrimiento.

—¡Si! ¡Verdad y Reto! —agregó Marlene, recibiendo una cerveza y abriendo la tapa con la punta de su varita—, ¿Quién comienza?

Lupin mordió un pepinillo y puso los ojos en blanco. Sirius, en cambio, se encogió de hombros, mientras amarraba su cabello en un rodete pequeño.

—Yo tengo una —habló Lily, mirando con sus ojos verdes a Remus—. ¿Verdad o Reto?

Se dio cuenta de las intenciones de sus amigos en aquel instante, esperaban que el escogiera reto para que se fuera con Sirius a reconciliarse, pero estaba seguro de que eso solo acabaría muy mal. El daño aún se sentía en su corazón, porque lo que más le lastimó era el hecho de la indiferencia. Quien se suponía; lo respetaba.

Verdad —respondió Lupin, aceptando la cerveza que James le ofreció.

Lily sonrió y sacó de su bolsita un frasco con la etiqueta "Veritaserum" en ella. Todos la miraron impactados mientras ella lo abría.

—La hice el año pasado, y siempre traigo una dosis por las dudas —aclaró Lily—. Con esto nos aseguraremos de que digamos toda la "verdad" así es más entretenido ¿no? Una gota, aplicará para cinco minutos —sugirió sacando un gotero— ¿Seguro que quieres verdad Lupin?

Se mordió el labio, y se la pensó dos veces antes de volver a aceptar la verdad, la chica le puso una gota en la lengua. Lily se volteó a sus amigas y en una pequeña ronda todas acabaron por asentir. En aquel momento tanto James, Peter y Sirius se encontraban preocupados.

—Lily, ¿Es sobre lo que me dijiste en el agua? —cuestionó James, y la chica asintió—, no creo que Lupin quiera responder una pregunta como esa.

—Da igual, ya acepté ¿No? —murmuró Lupin. Lily le guiñó un ojo a su novio. — Es solo una pregunta, recuerda. Si me haces dos, me voy a enfadar.

—Dime Lupin ¿Cómo te hiciste esas cicatrices?

Remus tragó en seco, le dio un sorbo a su bebida y respondió—: por las transformaciones mensuales. Es inevitable.

Las chicas se miraron entre ellas, y los chicos entre sí. 

—¿Transformaciones mensuales? —preguntó Dominique, por error.

Sirius sacó su varita y al mismo tiempo en que Lupin mencionaba la primera silaba de la respuesta, conjuró un palalingua que lo dejó sin habla.

—UNA PREGUNTA —sentenció frustrado. Lupin le regresó el habla y sintió como si el efecto de la propia pócima se hubiese disipado por completo —, ¡Qué estupidez de juego!

Lupin se levantó de la fogata, y sin mirar de vuelta a sus amigos se metió a la tienda de acampar con el corazón latiéndole a mil. Se recostó, tratando de volver a dormir.

Realmente había sido mala idea todo ese tema del campamento. Sintió minutos después a Sirius entrar a la tienda y recostarse en la cama, quien solo le murmuró:

—¿Quieres que hablemos?

—No, la verdad es que no.

—Entiendo.

Y nadie dijo nada al respecto, Lupin se volteó y cerró los ojos forzándose a si mismo a conciliar un sueño para nada tormentoso.

『 °*• ღ •*°』

31/46

Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora