𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈. 𝐄𝐥 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐞: 𝑳𝒂 𝒓𝒂𝒅𝒊𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒕𝒂́𝒕𝒊𝒄𝒂.

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Después de la noche anterior, según el propio testimonio de James; todos decidieron irse a la cama temprano decidiendo de forma unánime, no volver a usar Veritaserum en sus juegos.

Lupin, de cualquier modo, ya quería regresarse a casa, pero parecía ser el único que deseaba esto.

Para cuando despertó se encontró que el campamento estaba casi vacío, a pesar de ser bastante temprano (9 a.m.). Un miedo creciente le invadió y comenzó a llamar a sus amigos con gritos desesperados, hasta que Lily salió de la carpa de James y le explicó que todos, menos ellos dos, fueron de pesca mágica.

Sin tener ni la más remota idea de lo que era la pesca mágica, Remus asintió y se quedó de pie junto a la fogata apagada. Lily, a diferencia de Él, ya estaba radiante, con un vestido color naranja y el traje de baño ya puesto. Remus, por su lado, estaba igual que ayer, sin ni siquiera haberse molestado en cambiarse la ropa interior.

Apestaba a una mezcla de sal, el ungüento de Lily, cerveza y mostaza, por lo que decidió que su primera misión del día sería ir a darse una merecida ducha.

—Remus yo...

—No te preocupes, Lily —se apresuró a completar Lupin—. De cualquier modo; ayer no fue un buen día para mí.

Ambos chicos se miraron, con Lily agradecida de que Lupin fuera una persona tan amable, y poco rencorosa.

Cerca del recinto donde estaban acampando, se encontraba un baño que lucia abandonado, pero era funcional a cambio de una libra. El sitio era atendido por un chico alto, que hojeaba una revista aburrido, con una radio de la cual emitía más estática que música. Lupin sacó el dinero, el muchacho lo examinó por un segundo (las cicatrices, siempre se fijaban en eso) y luego le entregó algo de papel higiénico.

—Quiero usar las duchas —aclaró Lupin. El chico le señaló el cartel con faltas de ortografías, percatándose que eran dos libras por el servicio—, vale.

Rebuscó dentro de su short, dándose cuenta de que no tenía más dinero, murmuró una maldición y propuso.

—¿Qué tal si te arreglo la radio y te doy una libra a cambio de que me dejes utilizar el servicio completo?

El chico se lo planteó por un segundo, pero al final accedió. Lupin quiso entrar, pero el chico lo detuvo.

—Primero la radio —dijo, hablando por primera vez, con una voz firme y juvenil—, luego el baño. No pienso dejar que me estafes.

Lupin se encogió de hombros, dejó la toalla encima de la silla y le pidió al chico que se diera vuelta, para conjurar con mucha sutileza un reparo. Para cuando el joven se dio vuelta, la radio ya estaba configurada y se escuchaba con nitidez.

—Hermano, muchas gracias.

Lupin se levantó y el chico le subió el volumen al dispositivo, dejando que se metiera al baño sin más restricciones. Se duchó escuchando la voz del comentarista muggle que daba el tiempo, noticias y ponía música.

"I can dimp the lights and sing you songs full of sad things

We can do the tango just for two

I can serenade and gently play on your heart strings.

Be your Valentino just for you"

Terminó de arreglarse y se dispuso a irse de vuelta al campamento, el muchacho lo volvió a detener, esta vez se percató de las pecas del chico que recorrían todo su cuello hasta el sonrojo en sus mejillas.

—¿Cuál es tu nombre, amigo?

"Ooh, love, ooh, loverboy

What're you doin tonight, hey boy?"

—Remus Lupin ¿por qué? —respondió Lupin. El chico ya no tenía esa expresión desganada de cuando lo conoció, ya que ahora mostraba un profundo interés.

—Genial, yo tengo un nombre normal, me llamo Thomas —agregó—, no es nada, solo me caíste bien, ¿llegaste hoy? No te había visto antes.

"Set my alarm, turn on my charm

That's because I'm a good old-fashioned loverboy"

Quiso responder, pero fue interrumpido por un fuerte agarre del brazo, se volteó encontrándose con Sirius, que olía a pescado, estaba mojado de pies a cabeza y por su pelo caía una alga. Thomas afiló la mirada, y Sirius apretó su agarre, sin quitarle los ojos al chico.

—¿Sirius? ¿Qué demonios te pasó? —cuestionó Remus, quitando el alga del pelo de Sirius.

—No salió muy bien eso de ir a pescar... pero no importa, veo que hiciste un amigo —formuló Sirius, cruzándose de hombros—. Es bueno saber que MI chico tímido consigue relacionarse.

Lupin se sorprendió ante el énfasis de la palabra. Thomas se sonrojó tanto, que era comparable al color de pelo de Lily. A sus espaldas la radio volvió a tener una estática que hacía incomprensible el resto de la canción.

—¿Tu chico tímido? —repitió Thomas dudoso—, Ja, casi suena como si fueran maricas.

—Oh, ¡LO SOMOS! —afirmó Sirius, agarrando a Lupin por la cintura—, y creo que por tu expresión no somos los únicos. ¿Quieres que te diga algo, niño? Ser despectivo no te quita quién eres en realidad.

El chico se quedó de piedra y miró a Sirius enfadado, Lupin no pudo evitar cubrirse el rostro sintiendo su cara arder de vergüenza.

—Ahora ¿Cuánto era por usar las duchas? —cuestionó Sirius haciéndole una señal a Remus para que se largara— ¿Dos?

—Cuatro —graznó Thomas, sentándose al lado de la radio, dándole un fuerte golpe—¡Maldita, sea!

Sirius se rio y pudo notar como toda esa magia celosa se disipaba en el aire, la radio volvió a la normalidad, con la voz del locutor comentando la canción de Queen.

—Pero en el cartel pone Dos.

—Ya, pero yo soy el que cobra ¡CUATRO! O te duchas en el mar.

Lupin sonrió divertido antes de irse del lugar, seguía enfadado con Sirius (¿Cómo no lo iba a estar?), pero todos los días le resultaba más complicado recordarle a su propio corazón que debían ignorarlo.

『 °*• ღ •*°』

33/46

Good old-Fashioned Lover Boy, de Queen.

Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora