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hawkins era un pueblo pequeño donde bea no esperaba encontrar nada, puede que solo vivir los peores años de su vida. mudarse desde texas a aquel casi imperceptible sitio era un gran cambio por el que ella no quería pasar. pero no podía hacer más que resignarse a aceptar que así eran las cosas ahora, que debía acostumbrarse a su pequeña habitación que nada tenía que ver con la anterior.
al empezar las clases no mejoró nada. odiaba el ambiente que había allí, ni siquiera se molestó en intentar hablar con algún compañero. los rumores se extendían como brotes en el viento y los matones estaban acechando a los más débiles en cada esquina de los pasillos. bea agradecía que el verano hubiera llegado siendo su salvación porque el instituto era el peor lugar de todo hawkins.
por lo menos había un centro comercial nuevo en el pueblo al que amaba ir y pasar horas y horas mirando cada tienda. no es que hubiera nada mejor que hacer que eso, no para ella.
y como de costumbre, después de hacer su recorrido por las tiendas siempre terminaba en el mismo sitio, la heladería scoops ahoy. conocía a steve y robin como si hubieran estado con ella desde su llegada, aunque hacía apenas unos meses que disfrutaba de sus helados.
──ahoy marinera ¿cómo puedo llevarte por un nuevo mundo de sensaciones? ──hacía meses que steve trabajaba en la heladería y seguía sin mostrar una pizca de entusiasmo en su voz cuando atendía a los clientes (las chicas que no conocía y se acercaban por allí si conseguían ver a un steve muy distinto que la mayoría veía).
──steve, sé que no te emociona verme pero el trato con los clientes es muy importante ¿no crees? ──soltó un suspiro y comenzó a preparar mi helado de vainilla.
lo tendió y pagué, sonriente por degustarlo. entonces apareció robin e inmediatamente fue atrapada en el mostrador. steve solía utilizar mucho el cambio de turnos cuando los clientes no eran de su interés.
──me parece sorprendente que aún consigas aguantarlo ──robin levantó sus hombros indiferente.
──pienso en irme de aquí todos los días ──robin hizo una pausa y le dedicó una mirada con una gran sonrisa a bea──. bueno, puede que disfrute viéndolo con ese traje de marinero tan ridículo. es un imán increíble para las chicas.
la chica inundó el establecimiento con una carcajada, le encantaba cuando robin ideaba bromas sobre steve. se quedó al lado del mostrador hablando con la trabajadora mientras esta atendía a los clientes que llegaban.
mientras tanto, un chico rebosante de euforia andaba rápidamente, casi dando saltitos, entre el gentío de starcourt. acababa de volver de un campamento en utah y no podía esperar por encontrarse con steve, su gran amigo.
entró en la heladería y se dirigió hasta el mostrador.
──hola.
las dos chicas se giraron hacia la nueva voz, no se habían dado cuenta de que un nuevo cliente había entrado por lo interesante que su charla sobre regreso al futuro estaba siendo. robin le respondió, bea se mantuvo al margen, solo admirando la interacción entre los dos. se fijó en el chico, en como algunos mechones rubios rizados salían rebeldes de su gorro y ceceaba ligeramente al hablar. no perdió la sonrisa durante toda la conversación con robin.
──bueno, ¿dónde está? ──preguntó dustin.
robin y bea se miraron. ──¿dónde está quién?
la puerta de la parte trasera donde descansaban se abrió de par en par, dejando ver a steve con un semblante emocionado en su cara. comenzó a gritar «henderson» mientras dustin se acercaba hacia él entusiasmado.
«parece que tiene siete años», pensó bea al ver como los dos chicos comenzaban una especie de saluda que solo ellos dos sabían. robin, por otro lado, miraba la escena con una ceja alzada.
